Ciudad de México, 10 Oct. (AMEXI).- El sector cultural necesita una reestructuración política, económica y operativa que responda a los lineamientos de una Política Cultural de Estado, la cual no existe.
En los seis años del sexenio del expresidente Andrés Manuel López Obrador, la secretaria de Cultura Federal, Alejandra Frausto, no estructuró una Política Cultural de Estado y tampoco promovió una administración pública profesional, democrática y centrada en el servicio a los ciudadanos.
Propagandística, discrecional y opaca, su gestión se concentró en atender los deseos de López Obrador. Una actitud coherente con lo que manifestó el pasado jueves 24 de septiembre la actual presidenta, Claudia Sheinbaum, durante la inauguración de la Cuarta Seccción del proyecto Chapultepec: Naturaleza y Cultura: las relaciones en torno al Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), son como una “hermandad”. Y en una hermandad, al hermano mayor se le obede sin ejercer crítica alguna.
En el contexto de la administración de las artes visuales, la gestión del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), bajo la titularidad de Lucina Jiménez, se caracterizó por la institucionalización del neoliberalismo en el ámbito museístico, la mediocridad profesional y la falta de rendición de cuentas. El neoliberalismo museístico es excluyente porque sólo beneficia a creadores vinculados con el mercado del arte.
Y en este contexto, ¿qué impacto social ha tenido la participación de México en la Bienal de Arte de Venecia? Indiferente a la austeridad republicana que tanto proclamó López Obrador, Lucina Jiménez, sin presentar resultados, aprobó el presupuesto de dos participaciones en ese evento global que es espectáculo, mercado y muy poco arte.
La cultura como un derecho
El derecho a la cultura es otro aspecto que merece atención. Para acceder a la cultura, debe comprenderse el significado de los productos culturales. El acceso a la cultura es una acción que se basa en el conocimiento y no únicamente en la organización de espectáculos.
Y por último, la economía artística. Un territorio ausente de la gestión de Frausto y Jiménez. Centrar el apoyo a los artistas en un sistema de becas discrecional y repetitivo, no promueve un círculo virtuoso que relacione creación y consumo.
Pero como la gestión del sector cultural responde a la dinámica de una hermandad, Lucina Jiménez y Alejandra Frausto continuarán como funcionarias bajo la presidencia de Claudia Sheinbaum.
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