El Papa Francisco, además de su misión pastoral, fue un apasionado del cine, un arte que marcó profundamente su infancia y trayectoria espiritual. A lo largo de su pontificado, no dudó en expresar su admiración por el séptimo arte, resaltando su capacidad de crear comunión, despertar creatividad y ofrecer visión al mundo.
Desde pequeño, Jorge Mario Bergoglio fue introducido al mundo cinematográfico por sus padres, quienes lo llevaban a ver películas del neorrealismo italiano, un género que dejó huella en su sensibilidad social y espiritual. En 2019, durante un encuentro con representantes de la Asociación Católica de Operadores Cinematográficos, expresó:
“Cuando éramos niños, nuestros padres nos llevaban a ver esas películas y ellas formaban nuestro corazón”.

Entre las películas que más lo conmovieron destacan clásicos como:
- Roma, ciudad abierta (1945), de Roberto Rossellini: un drama bélico ambientado en la ocupación nazi de Roma, protagonizado por un sacerdote católico, figura con la que el Papa sintió una profunda conexión.
- La Strada (1954), de Federico Fellini: obra fundamental del cine italiano, ganadora del primer Oscar a Mejor Película Extranjera, con una historia emotiva sobre la fragilidad humana y la redención.
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El festín de Babette (1987), de Gabriel Axel: una fábula sobre el sacrificio, la gratitud y la espiritualidad, que simboliza la generosidad en tiempos de dificultad.
El Papa también mantuvo un estrecho vínculo con figuras clave del cine contemporáneo. Se reunió en varias ocasiones con el director Martin Scorsese, conocido por explorar temas de fe y redención en sus obras. Asimismo, acogió en el Vaticano a Angelina Jolie, quien proyectó en exclusiva su ópera prima como directora, Inquebrantable, para una audiencia especial.
Cinecittà y una visita pendiente
Francisco tenía previsto visitar Cinecittà, el mítico estudio romano símbolo de la historia del cine italiano. Lamentablemente, por motivos de salud, no pudo realizar esa esperada visita. Aun así, su reconocimiento por el valor cultural y espiritual del cine fue constante.
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Para el Papa Francisco, el cine siempre fue más que entretenimiento. Lo definió como:
“Una gran herramienta para unir a la gente”.
Esta visión resalta cómo el arte cinematográfico puede trascender fronteras, religiones y generaciones, promoviendo el entendimiento, la empatía y el diálogo.







