Después de una década de inversiones y decepciones, el PSG logró conquistar la corona continental de la Champions League dominando y exhibiendo al Inter de Milán en la final de la competencia en el Allianz Arena.
El resultado de 5-0 retrata a la perfección el trámite del encuentro, pues los parisinos fueron superiores en todas las facetas del juego y no permitieron que los italianos entraran al partido.
La estrella del equipo francés fue una inesperada, pues el joven de 19 años Désiré Doué anotó un doblete y sirvió una asistencia para ser el conductor de la sinfonía que fue el ataque francés.
Con el doblete del joven francés y las anotaciones de Achraf Hakimi, Khvicha Kvaratskhelia y Senny Mayulu, el equipo de la capital francesa consiguió el triplete por primera vez en su historia, pues quedaron campeones de su liga, la copa francesa y, por fin, de la Champions League.
Con esta hazaña, Luis Enrique consiguió su segundo triplete y es el segundo en tener dos de estas hazañas en su currículum.
Por su parte, los nerazzurros tendrán que aceptar la realidad de quedarse con las manos vacías en todas las competencias en las que participaron.
Un equipo que llegó con posibilidades de ganar las tres contiendas que disputaron, no pudo conseguir ni una y tendrán que dar rápidamente la vuelta para concentrarse en el Mundial de Clubes, donde se enfrentarán al equipo del Monterrey.
Cuál croissant, la final fue completamente francesa

El partido empezó como se esperaba, con un PSG que dominaba la tenencia de la pelota y el Inter que aguantaba atrás a la espera de un contragolpe. Sin embargo, el guión se rompió al minuto 12, pues la defensa de acero de los italianos se doblegó ante un pase filtrado perfecto de Vitinha a Désire Doué que, a su vez, dejó a Achraf Hakimi con la portería abierta para abrir el marcador.
El gol tempranero obligó al Inter a salir a buscar el empate, algo que en sus series anteriores lograron rápidamente. Pero en esta ocasión, la reacción de los nerazzurros fue minimizada por el gran nivel del equipo parisino, pues la presión en zona alta y en medio campo no le permitió a los italianos llegar al área rival.
Y al minuto 20, los italianos recibieron una prueba de su propio chocolate, pues un contragolpe orquestado por Ousmane Dembélé dejó a Doué en posición de remate, y su disparo tuvo la fortuna de ser desviado por Federico DiMarco lo suficiente como para que el arquero Yann Sommer no pudiera reaccionar y así duplicar la ventaja de su equipo.
El resto del primer tiempo fue una cátedra de la escuadra gala, pues dominó completamente el partido y nulificó cualquier embate ofensivo del Inter, mostrando que el planteamiento de Luis Enrique en la final fue superior a la de Simone Inzaghi.
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Una esperanza efímera y una victoria histórica
En la segunda mitad, los italianos encontraron una mayor cohesión colectiva y mejor control del balón en los primeros minutos, por lo que existía la ilusión de una final más competitiva. Pero conforme pasaron los minutos, el ímpetu de los que esta noche vistieron de amarillo se fue reduciendo y el empate se veía cada vez más lejos.
Y la esperanza de los aficionados interistas se esfumó al minuto 63, pues una jugada colectiva fantástica entre Dembélé, Vitinha y Doué dejó al joven francés en las narices de Sommer y definió de gran manera para poner el 3-0 y sentenciar la final. Los goles del georgiano Kvaratskhelia y el joven Mayulu terminaron por finiquitar la final con el resultado más abultado en memoria reciente.







