
S in duda, la semana que concluye se volvió la de las “cortinas de humo” que tanto en el partido Morena como en Palacio Nacional corren desesperados para tapar la corrupción guinda a como dé lugar.
Y la desesperación viene porque, de no haber cambio de última hora, se espera que sí tenga lugar en Chicago la audiencia en la que Ovidio Guzmán López empezará a hablar de lo que menos quieren que diga en el oficialismo.
Y los enemigos políticos favoritos de esta errada y llamada cuarta transformación, ahora en su segundo piso son: el expresidente Enrique Peña Nieto; el presidente de Grupo Salinas, Ricardo Salinas Pliego, y quien se ha convertido en el principal opositor contra quien el oficialismo de plano no ha podido, el dirigente Nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas.
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¿Y Felipe Calderón…?
No faltan los que opinan que esto último no significa que el expresidente Felipe Calderón haya salido de la mira de la presidenta Claudia Sheinbaum, solo que le dio, dijéramos, un descanso porque a lo mejor ya se le hace que ha desgastado mucho la figura del michoacano.
El tiempo pasa y cada vez le resulta más difícil a la jefa el Ejecutivo culpar de absolutamente todo a Calderón sin tocar la administración anterior a la presidenta, o sea, la de López Obrador, a quien, por cierto, nunca ha dejado de decirle presidente.
Retomando, sobre el primero, lo que más resaltó es que todo indica que tenía un pacto de impunidad ni más ni menos que con Andrés Manuel López Obrador, quien durante todo su sexenio lo llamó “el licenciado Peña Nieto”, marcando su distancia y, en la práctica, demostrando que, por su parte, sí respetaría el aludido pacto.
Pero llegó a Palacio Nacional Sheinbaum Pardo, quien sintió que no debía respetar lo acordado por López Obrador. Raro, porque la jefa del Ejecutivo siempre responde presta a las órdenes de su maestro.
El caso es que, ahogada por la dramática realidad que vive el país, se le hizo fácil echar mano del antecesor de su jefe, pero, como dice Enrique Peña, que le demuestren lo que le achacan, y ahí habrá que ver cómo actúa esta errada y llamada cuarta transformación.
Salinas Pliego y Alito Moreno
Respecto al presidente de Grupo Salinas, éste, por las redes que alguna vez el tabasqueño llamó “benditas”, le indicó a la presidenta Sheinbaum que por quinto día consecutivo lo utilizaba como su distractor y le recomendó:
“En nombre de los intereses de millones de mexicanos por la estabilidad y el progreso del país, le insisto en centrar sus esfuerzos en las prioridades que aquejan a México”.
Y agregó Salinas Pliego:
“La vuelvo a invitar a dejar de lado sus venganzas personales y las de su antecesor; solo polarizan a la sociedad mexicana y son utilizadas un día sí y otro también para distraer la atención pública de lo verdaderamente importante”.
Sí, porque la presidenta se enfoca más en vender el chocolate del Bienestar, que por cierto se parece mucho a la empresa “fantasma” de Chocolates Rocío, que en otros “focos rojos” que aquejan al país, muchos de los cuales van por cortesía del mismísimo López Obrador.
Ahora bien, por lo que respecta al senador Alejandro Moreno, ya tiene un largo rato que se ha convertido en “la piedra en el zapato” porque pone en evidencia la corrupción guinda de la que se hace gala en esta errada y llamada cuarta transformación ahora en su segundo piso.
La falta de empleo, la inseguridad, los asesinatos de niñas y niños; la práctica indiscriminada del huachicoleo, que según López Obrador ya se había acabado, pero el pañuelito blanco del de Macuspana valió para puras vergüenzas; los “elefantes blancos” del tabasqueño, más todo lo que falta. En fin.
Esta crítica constante y el no doblegarse ante el oficialismo han perfilado a Moreno Cárdenas como el opositor por excelencia entre los por demás dubitativos PAN y Movimiento Ciudadano.
Además, recientemente no gustó para nada en Palacio Nacional que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ordenara a la flamante gobernadora de Campeche, Layda Sansores Sanromán, que borrara su polémico programa “Martes del Jaguar” en el que exhibió una conversación privada entre el presidente de la Junta de Coordinación Política, (Jucopo) de la Cámara de Diputados, Ricardo Monreal, y el líder nacional del PRI.
Dos reflexiones
¿Cómo estará la gobernadora campechana luego de que por enésima vez no pudo con Alito Moreno? Y otra: ¿se la irán a cobrar en Palacio Nacional al diputado Monreal? Con eso de que la presidenta protege a Layda Sansores mientras que el zacatecano no acaba de ser “santo de su devoción”.
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