La fiesta más grande del flamenco en México, El Festival Ibérica Contemporánea, dio inicio este fin de semana en Querétaro, ciudad que desde hace 20 años impulsa este arte español y que además celebra su décima edición bienal con una veintena de artistas de talla mundial que ofrecerán espectáculos en diversas sedes que tendrán lugar hasta el 19 de julio.
Previo a las actividades oficiales, se realizó en Meet & Green en el Balvanera Polo & Country Club con los artistas que conforman el cartel de este año; no podían faltar Cristóbal Reyes, María Juncal y Juan Paredes, quienes fungen embajadores desde los primeros años del encuentro.
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En la gala no pudieron faltar El Farru, Raquel Ruíz, Ana López, Nuria Balbaneda, Carmen Talegona, Juan Ogalla, Lucía Campillo, El Lebri, Laura Fúnez, Alberto Sellés, David Pérez, Aleix Mañé, Pol Vaquero, Mariana Collado, quienes se encargarán de ofrecer espectáculos, talleres y clases magistrales en próximos días.
Con lo mejor del arte flamenco reunido sobre el escenario, hubo un instante de comunión festiva: una “pataíta por bulerías” espontánea, cargada de alegría, complicidad y duende. Más que un simple adelanto, fue una promesa viva de lo que el Festival Ibérica tiene reservado para los días venideros.
Cada paso, cada palma, cada gesto fue un destello de esa magia que pronto recorrerá los rincones de Querétaro, llenándolos de alma y ritmo.
Nazaret Reyes, la bailaora que hechizó con el embrujo del flamenco
Con el taconeo firme y el alma en los brazos, Nazaret Reyes abrió el Festival Ibérica como un relámpago de duende y pasión. La maestría de sus movimientos, sus gestos apasionados y la forma en que hizo suyo el escenario, dejaron a más de uno con la boca abierta.
Junto a Nazaret Reyes, se alzaron grandes nombres del arte flamenco. Mara Rey, con esa voz que no canta, sino que desgaja emociones, tejió un cante hondo, áspero y hermoso. Su timbre, cargado de memoria y sentimiento, estremeció cada rincón del escenario y se clavó, sin pedir permiso, en lo más hondo del alma. Iván Carpio, por su parte, sostuvo un cante de temple sereno y sabiduría flamenca.
A la guitarra, Juan Campallo supo llevarnos en volandas: con cada rasgueo abría un paisaje sonoro nuevo, con cada falseta, una emoción distinta. Su toque fue puro nervio, precisión y sentimiento. Y en la percusión, Manuel Fernández “Lolo” selló la atmósfera con un compás firme y medido.
Tras tocar fibras en lo más profundo, no pudieron faltar los agradecimientos y las palabras de gratitud por parte de Adriana Covarrubias, fundadora de este encuentro, quien espera que el público disfrute de lo mejor del flamenco en tierras mexicanas.