En los últimos seis años, México registra un aumento alarmante en las muertes de personas que conducen motocicleta.
De acuerdo con Stephan Brodziak, coordinador de Seguridad Vial en El Poder del Consumidor, las cifras oficiales revelan que los fallecimientos por siniestros viales en motocicleta pasaron de mil 825 en 2016 a 2 mil 461 en 2022, lo que representa un incremento del 35%.
Esta estadística, advierte, no solo es escalofriante, sino que apenas muestra una parte del problema: la mitad de las muertes viales en el país ni siquiera están bien clasificadas.
“Este incremento es reflejo de un ecosistema de movilidad fallido, permisivo y profundamente desigual.
La motocicleta se ha convertido en la salida de emergencia para miles de personas que no tienen otra forma de desplazarse o ganarse la vida, pero lo hacen en condiciones sumamente riesgosas”, explicó Brodziak en entrevista con AMEXI.
Un medio de transporte que se volvió medio de supervivencia
El crecimiento del uso de motocicletas está íntimamente ligado a la crisis económica y laboral, a la precariedad en el acceso al transporte público y al auge de los servicios de reparto.
“La moto dejó de ser un vehículo marginal y se convirtió en una herramienta de trabajo para miles de jóvenes que no tienen otra opción. Pero lo hacen sin garantías mínimas de seguridad”, indicó.
Según Brodziak, la mayoría de los motociclistas fallecidos conducían motos de baja cilindrada, las más baratas, pero también las más inseguras.
“Son vehículos sin frenos antibloqueo (ABS) ni sistema de frenado combinado, lo que los hace extremadamente vulnerables. Entre el 20 y el 30% de las muertes por derrape podrían evitarse si estas tecnologías fueran obligatorias”, subrayó.
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Jóvenes en riesgo: el perfil de las víctimas
El 70% de las personas que mueren en motocicleta son adultos jóvenes entre los 20 y los 39 años de edad, un grupo que se enfrenta al tránsito urbano sin conocimientos del reglamento vial, sin licencia específica para moto, sin equipo de protección y muchas veces sin seguro.
“El sistema permite que cualquier persona, sin experiencia previa, compre una motocicleta de alta potencia y empiece a conducir sin ninguna formación. No hay exámenes prácticos, ni teóricos, ni revisiones médicas. Esto es una irresponsabilidad estructural”, advirtió el especialista.

Un sistema que facilita la tragedia
Brodziak sostiene que no se puede culpar exclusivamente al motociclista:
“No es un problema de comportamiento individual, sino del sistema vial en su conjunto. Desde el momento en que alguien puede circular sin licencia, sin casco certificado, sin saber manejar, el Estado ha fallado”.
A ello se suma:
- La falta de regulación
- Infraestructura vial deficiente
- Ausencia de controles de velocidad efectivos
- Y una gestión laxa de las infracciones
“Un conductor con 10 o más multas puede seguir manejando como si nada. Eso es inaceptable”, denunció, refiriéndose a un caso reciente en Ciudad de México donde una trabajadora de limpia murió atropellada por un infractor reincidente.
Transporte familiar sobre dos ruedas: una tragedia anunciada
En zonas rurales y suburbanas, la motocicleta se ha convertido en transporte familiar.
“Es común ver motos con cuatro o cinco personas, incluso con bebés que no pueden usar casco. Esto no es solo imprudencia, es falta de opciones. Si tu única manera de llegar al trabajo o a la escuela es subirte con tus hijos a una moto sin protección, es porque el sistema te falló”, señaló Brodziak.
¿Hacia una licencia con enfoque de seguridad?
El especialista urgió a los congresos estatales a armonizar sus leyes con la Ley General de Movilidad y Seguridad Vial, y eliminar prácticas obsoletas como las licencias permanentes.
Propuso crear licencias diferenciadas para motociclistas novatos y experimentados, que limiten el acceso a motos de mayor cilindrada según la experiencia y capacitación del conductor.
“Así como no dejas que un adolescente conduzca un tráiler, no puedes permitir que una persona sin experiencia use una motocicleta de mil 200 centímetros cúbicos. Es un vehículo potente que requiere destrezas técnicas y conocimiento profundo del entorno vial”, explicó.
Frenar, controlar y sancionar
Para Brodziak, otro eje prioritario es la gestión de la velocidad, tanto en ciudades como en carreteras.
“Hay avenidas y autopistas que se han vuelto pistas de carrera. Lo vimos en la carretera México-Cuernavaca con tragedias evitables por exceso de velocidad”.
También considera esencial el uso de tecnología para sancionar automáticamente infracciones en todo el país.
“Debe haber una base nacional para que cualquier multa, sin importar el estado donde se cometa, se aplique de forma efectiva. No puede haber impunidad móvil por razones geográficas”, añadió.
El casco, una medida de vida o muerte
El especialista también urgió a publicar una Norma Oficial Mexicana (NOM) que regule los cascos de motocicleta, ya que actualmente no existe un estándar obligatorio.
“Muchos cascos vendidos en el país no protegen en absoluto. Necesitamos cascos certificados, accesibles, y una campaña nacional de uso obligatorio”.
Estudios del Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo (ITDP) muestran que hay cascos económicos con altos niveles de protección, por lo que el argumento del costo no debería ser excusa para la inacción gubernamental.
¿Homicidio vial? el debate en México no se ha dado
Recientemente, Francia tipificó como homicidio vial la muerte causada por un conductor bajo el influjo de drogas o alcohol. ¿Podría aplicarse en México?
“En teoría sí, pero en la práctica no. Mientras no tengamos un sistema de licencias robusto, vehículos regulados, vialidades seguras y cultura vial, sería aplicar la ley sobre una estructura podrida.
”Primero hay que crear las condiciones para que estos casos sean evitables, luego castigar con toda la fuerza del Estado a quien ponga en riesgo la vida”, opinó Brodziak.
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Una política impopular, pero inaplazable
Finalmente, Brodziak reconoció que regular las motocicletas y endurecer las condiciones para su uso puede ser impopular, pero es urgente.
“A ningún político le gusta imponer restricciones, pero esto va más allá de la política. Se trata de proteger vidas. Si no actuamos ahora, seguiremos contando muertos”.