Este 1 de agosto se celebra el Día Mundial de la Alegría, una conmemoración que además de enaltecer una de las emociones más bonitas de los seres humanos, tiene un significado muy especial y su origen también lo es.
De acuerdo a UNAM Global, la alegría “es una de las emociones básicas de los seres humanos. Se refiere a la reacción de satisfacción o gozo que se tiene después de un logro propio o ajeno; incluso si se considera que la realidad en la que se vive coincide con lo que se desea, la alegría puede ser un estado constante en la vida de las personas”.
El mismo sitio especializado especifica que la alegría se presenta como un sentimiento de placer por un suceso o situaciones favorables, tanto por la ocurrencia de un evento deseado o bien por la eliminación de otros desagradables.
Teniendo en cuenta estas cualidades, se creó un día para conmemorarlo, el Día Mundial de la Alegría celebrado cada 1 de agosto, aquí te contamos cómo y por qué surgió este festejo.
¿Cómo surgió el Día Mundial de la Alegría?
La idea de celebrar la alegría surgió del colombiano Alfonso Becerra, quien después de asistir a un congreso en Chile, se dio cuenta que había un vacío de festividades que se centraran en emociones positivas como la alegría, por ello se propuso a promover una celebración a la alegría.
Dese 2012 se realiza esta celebración y países como México, Colombia, Chile, Venezuela, Argentina, Honduras, Bolivia, lo consideran entre sus fiestas.
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Beneficios de sentir alegría
Sentir alegría no solo es un placer emocional momentáneo, también es un impulso poderoso para el bienestar integral. Diversos estudios han demostrado que las personas que experimentan emociones positivas con frecuencia tienen una mejor salud cardiovascular, presentan menos niveles de estrés y cuentan con un sistema inmunológico más fuerte.
La alegría activa zonas del cerebro vinculadas al placer, como el núcleo accumbens, lo que estimula la liberación de endorfinas y serotonina, neurotransmisores asociados con el bienestar.
Además de sus efectos físicos, la alegría tiene un impacto profundo en la salud mental. Promueve una actitud optimista, mejora la autoestima y fortalece la resiliencia emocional, lo que facilita enfrentar momentos difíciles con mayor claridad y equilibrio.
También está estrechamente relacionada con una mejor calidad de sueño, mayor concentración y una sensación general de propósito.
Socialmente, la alegría es contagiosa. Cuando una persona transmite entusiasmo y energía positiva, influye en el ambiente que la rodea, favoreciendo vínculos más fuertes y colaborativos.
En espacios laborales, educativos o familiares, la alegría puede ser el catalizador de dinámicas más empáticas, creativas y productivas. Celebrar la alegría no es un lujo, es una necesidad emocional que impacta todos los aspectos de la vida.
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