La Ciudad de México, eterna y desbordante de vida, fue testigo de una noche que se instaló para siempre en la memoria de quienes tuvieron el privilegio de vivirla. El Auditorio Nacional, ese coloso de sueños y ecos inmortales, abrió sus puertas para recibir a Bobby Pulido, en una cita que desde antes de comenzar ya olía a historia.
El recinto estaba lleno hasta el último asiento. La atmósfera, electrizada. Luces rosas acariciaban cada rincón del escenario, donde aguardaban en silencio los cómplices de la velada: un traje de lentejuelas negro y rojo para la banda, un acordeón expectante, guitarras que parecían contener la respiración, batería, piano y timbal listos para encender el corazón.
Él, sencillo y elegante, vestía pantalón negro, botas y una playera blanca con puntos. “¿De dónde tenemos gente? De CDMX… hablo de la gente que es de fuera: gente de Querétaro, de Hidalgo, Zacatecas, Morelos, Tamaulipas, San Luis Potosí…”, exclamó con orgullo, reconociendo a cada estado que había viajado para estar presente.
Bobby Pulido se despide “Por la Puerta Grande”
Entre las sorpresas, invitó a un joven talento: “Cante con el en Bobby and Friends… es muy joven: Kevin Aguilar”.
Kevin, emocionado, irrumpió en escena: “¿Cómo está Auditorio Nacional?”, mientras Bobby Pulido le dijo: “Tú eres el futuro”, y él, agradecido, respondió: “Un aplauso a Bobby Pulido, muchas gracias por la oportunidad”, antes de ceder nuevamente el centro de la noche.
El cantante también compartió memorias íntimas: “La primera vez que pisé este escenario fue en los Furia Musical, de la mano de Blanca Martínez, La Chicuela”. Ella estaba entre el público y recibió un agradecimiento especial. No faltaron menciones a figuras del medio: “A un periodista muy reconocido por ser un cabrón, pero siempre ha sido muy justo: Gustavo Adolfo Infante, mis respetos, aunque hables mal de mí”.
Velada cargada de recuerdos y mucha energía
En un momento de complicidad con el público, aprovechó: “Un saludo a mi hijo… hijo salida al público… a mi esposa la conocí en la CDMX, en una obra de teatro, y le canté El Cazador, así la conocí”. La ovación se multiplicó cuando Bobby reveló: “Soy un hijo muy orgulloso de don Roberto Pulido; Él nunca ha cantado en CDMX, hoy es su primera vez en 60 años de carrera y lo invitaré a cantar conmigo… ¡Don Roberto Pulido para todos ustedes!”.
El escenario entonces se llenó de historia y emoción. Don Roberto, con la voz curtida por décadas de pasión, saludó: “Buenas noches, raza, gracias a mi Dios y gracias a ustedes. Me llevo un recuerdo de México, el apoyo que le dan a mi hijo. Me siento en la nube más alta que hay”. Cantaron juntos dos canciones íntimas, una dedicada a mamá y otra donde Bobby hizo que el público se conmoviera al cantarle a su papá una canción especial para reconocer los años que han convivido mientras tomaban un trago como amigos. Bobby le cedió el escenario con orgullo: “Está en buenas manos”, y procedió a irse a cambiar de vestuario.

Deja huella en el corazón de su público
El padre interpretó dos canciones ante un público encendido, que lo recibió como al ídolo que es. Después, Bobby reapareció para acompañarlo en una pieza final, rematando juntos la presentación. Bobby, conmovido y agradecido, pidió un aplauso: “La verdad, escenarios como este no hay en Estados Unidos; esto no es una cosa de LATAM… en toda América no hay, . Yo le dije a mi papá: te va a impresionar la gente de México. Muchas gracias”.
La noche alcanzó un punto íntimo y conmovedor cuando Bobby presentó una canción cargada de historia personal: “Una canción que le compuse a mi hijo mayor, que no está aquí, porque pensábamos que no tendríamos un hijo, y cuando milagrosamente llegó a mi vida le cante… Llegaste a mi vida”.
Bobby, muy a su estilo, reconoció: «a veces uno como artista rechaza canciones, y así fue como rechace está» mientras se tocaba la cara con pesadumbre «Pero la canto un amigo con ustedes Victor» así el ex académico Victor Garcia apareció en el escenario con un público que lo recibió de pie, coreando y bailando. Juntos se hizo una complicidad y el público desbordaba energía.
Velada inolvidable
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En primera fila, personalidades como Néstor, senador de Puebla, acompañaban el evento, sumándose a una despedida que no fue un adiós, sino una celebración a la vida, a la música y a las raíces.
El Auditorio Nacional fue esa noche un santuario donde la memoria y el presente bailaron juntos. Una velada así no se cuenta: se vive… y se queda en el alma.