Un guijarro en mi bota (Sucesos, eventos, hechos, casos, cosas)
Un distante instante, Rodrigo González, arquetipo del rock urbano
Por Iris Bringas
Si tuviera la suerte de encontrarme a la muerte, yo le voy a ofrecer todo el tiempo vivido y este vaso henchido por un distante instante, un instante de olvido…
R odrigo Eduardo González Guzmán nació un 25 de diciembre de 1950, llegando como un regalo de Navidad inolvidable para el rock mexicano. Músico, poeta y loco, campeón de natación en su natal Tampico, Tamaulipas.
Con el sueño firme de convertirse en un ícono de la música, dejó la carrera de Psicología en la Universidad Veracruzana para llegar al Defe, como él lo llamaba.
Como todo grande, se fue enamorado y con un monumental suceso: trascendió el 19 de septiembre de 1985, abrazado a su chava “la Pancha”, Françoise Bardinet, quien había regresado a México un día antes del terremoto que se llevó a miles de personas en la gran urbe.
Homenajes a 40 años
Con motivo de su aniversario luctuoso número 40, se presenciarán diversos tributos a este compositor que marcó todo un estilo y época del rock nacional independiente.
En el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, el 13 de septiembre a las 20:00 hrs, Heavy Nopal realizará un Homenaje Urbano Rupestre a Rockdrigo González, con invitados como Nina Galindo, Rafael Catana, Carlos Arellano y Fausto Arellín.
El 18 de septiembre, en el Foro Alicia, se rendirá homenaje a Rodrigo González con la presencia de Rod Levario, Grupo Quál y Vicencio, entre otros. Este evento tendrá entrada libre.
El 19 y 20 de septiembre, Tampico rendirá homenaje institucional realizando el “Rockdrigo Fest”, donde se darán cita diversos exponentes del rock de Tampico, contando con la presencia del grupo Qual.
También he sido invitada a este evento, participando en “Rockdrigo el Musical” el día 19 de septiembre a las 20:00 hrs en el Teatro Metropolitano. El 20 de septiembre estaré dentro de la programación de conciertos homenaje al compositor tampiqueño en la Plaza de Armas de Tampico, Tamaulipas, a las 18:00 hrs.
En este evento participará también Andy Altamirano con su dulce voz e interpretación de las canciones de su tío, “El Profeta del Nopal”.
Entre las actividades a destacar de este festival estarán: la develación de placa in memoriam del compositor, un conversatorio a cargo de Genoveva González y Modesto López, además de presentaciones de libro, cine documental, exposición fotográfica, una obra musical y diversos actos artísticos en homenaje al músico mexicano a 40 años de su aniversario luctuoso.
Si pudiera borrarme esos viejos recuerdos, que como viles cuervos arrancan ya mis ojos, dejando mis despojos entre historias hirientes, igual de indiferentes al amor y a las gentes.
Memorias del sismo
19 de septiembre de 1985. Yo tenía seis años. Recuerdo que me estaban vistiendo para ir a la escuela… 7:19 a.m., sentí un vacío en el estómago; bajo mis pies el suelo se movía. Estaba en casa de mis abuelos.
Mi abuela gritó: ¡está temblando!. Mis tíos salieron de sus recámaras. Mi abuelo, a medio vestir, se enredó en una cobija y me tomó de la mano para sacarme de la casa.
Se fue la luz por varios días. Recuerdo que mi mamá llegó a casa con las visiones del centro de la ciudad destruido y gente cayendo de los edificios. Mis tíos fueron a rescatar personas, retirando piedras con sus manos.
Pese a que fue la primera vez que sentí un temblor, no entendía la magnitud de lo que estaba viviendo el país. Tuve el privilegio de ser una niña con una esfera de protección grande, una familia que podía bloquear aquella información que me pudiera perturbar.
Yo, como muchos niños de mi generación, teníamos marcado el día. Nos impresionó tanto que comentábamos historias y rumores en un acto de morbo infantil: historias de fantasmas.
Primeros encuentros con Rockdrigo
En la secundaria escuché por primera vez “No tengo tiempo de cambiar mi vida”, seguida de una historia funesta sobre la muerte del compositor. Una compañera me dijo que Rockdrigo había muerto de “un pasón de cemento”.
Mi mente prejuiciosa y lo poco que conocía de su música me hacían tener cierta resistencia. En casa decían que el rock urbano era música gruexa, música para delincuentes.
A mí, en ese entonces, me sonaban igual las canciones de El Haragán, Banda Bostik, Trolebús… Los chavos se subían a cantar al metro canciones como “Se le hizo fácil”, “Viajero”, “Barata y descontón”. En fin, desde mi educación, era música marginal y yo muy fresota.
Del gusto culposo a la admiración
En la preparatoria tuve de nuevo un acercamiento a Rodrigo González. Fue ahí cuando acepté que me gustaban sus canciones, aunque lo tenía como un gusto culposo.
Es hasta 1998, año en que conocí a Jehová Villa, cuando en una fiesta tocaron él y un amigo “Solares baldíos de amor”. No conocía esa belleza de canción. Entonces me enseñó el disco “El Profeta del Nopal”, un concierto en vivo en El Café de los Artesanos, grabado por el maestro Ángel Ancona (iluminador, escenógrafo, productor y hacedor de productores mexicano).
Desde entonces, Jehová me decía: te quedaría muy bien cantar Huapanguero. Obviamente, aunque para ese entonces ya me había enganchado con Rockdrigo, no me escuchaba cantando sus canciones.
Fenómeno cultural
En la primera década del nuevo siglo, Rodrigo González se convirtió en un fenómeno cultural. Su música seguía siendo marginal, pero también era un símbolo de intelectualidad y un suceso antropológico-musical muy importante para la clase artística de mi ciudad.
En 2011 conocí a Genoveva González (hermana de Rockdrigo). Estábamos en una entrevista de radio con Javier Hernández Chelicó y Jorge Almazán. Nos caímos tan bien que nos hicimos grandes amigas. Ese día, la Veva, pa’ los cuates, me dijo: Deberías cantar las canciones de mi hermano, te quedaría muy bien Huapanguero.
En 2015, unos días antes de mi cumpleaños, me llamó la Veva para invitarme a participar de manera remota en el Aniversario de Rockdrigo, un festival en Tampico. Jehová se puso muy contento: a más de quince años de haberme pedido que cantara esa canción, por fin haríamos nuestra versión. Nos pusimos como loquitos ese 20 de junio para grabarla, hacer un videoclip y enviarla el mismo día.
En 2018, el Gobierno Federal realizó el primer homenaje institucional a Rockdrigo en la Biblioteca de México. Lanzamos el EP tributo con “No tengo tiempo de cambiar mi vida”, “Distante instante”, “Huapanguero” y “Algo de suerte”, que presentamos el 17 de septiembre de 2018 en el Patio Octavio Paz.
¿De dónde nace el concepto de Rock Rupestre?
Como concepto, nace de la cabeza de Rodrigo González con el Manifiesto Rupestre. Como movimiento, tras su muerte, sus apóstoles cimentaron carreras con más de 40 años de trayectoria independiente, con Rockdrigo como motor y estandarte. Cada uno de ellos forjó su propio camino e historia musical.
¿Quiénes formaron el movimiento “Rupestre” originalmente? Los chavos que podemos ver en esta foto:

Aunque Catana se ha esmerado en nombrar rupestres a muchos otros cantautores, lo cierto es que algunos de ellos, como Jaime López, si bien no formaron parte del movimiento, rolaron en algún momento con González. Incluso el mote de “Profeta del Nopal”, según Rupestre, el libro (Ediciones Imposible, CONACULTA, 2013), fue el apodo que López —con su habitual bullying y antagonismo, que dicen tenían ambos compositores— le daría a Rockdrigo.
La inclusión de Carlos Arellano dentro del movimiento “Rupestre” es más que atinada. Después se sumó Armando Rosas, al nombrar a su grupo de cuerdas “La Camerata Rupestre”, y así también incluyeron al rockero urbano Arturo Meza.
Si te hubieras quedado, si me hubieras pedido que quemara el sonido de ese viejo pasado…
Muchos, en la actualidad, pensamos: ¿Qué sería de Rockdrigo hoy? ¿Habría logrado ser firmado por un sello disquero trasnacional? ¿Existirían Los Rupestres? ¿Sería el más férreo crítico del sistema? ¿Quizá un funcionario de cultura de su estado?
No podemos saberlo. Pero sí percibir que figuras de su talla llegan a la tierra tan solo un “distante instante” … y se van.
El Sacerdote Rupestre
El sentido del humor ácido, sardónico e hiriente de Rockdrigo González marcó a muchos cantautores de la región. Para acompañar el texto, recurro a una de sus memorables frases mordaces:
“En estos momentos en que la confusión reina terriblemente en la atmósfera, como venidos de otras galaxias, mandando mensajes telepáticos, haciendo ver realidades que no corresponden a las dimensiones adecuadas. El Profeta del Nopal se presenta de una manera u otra, aventando sus cotorreos desde el año de 2984. Y en sus híbridas visiones del rock and roll mexicano, me dijo un día, de oníricos sueños y arquetípicos símbolos, que tenía que recetarles por las trompas de Eustaquio a todo el personal, estos consejos morales del Profeta del Nopal”.
Rockdrigo era, en sí mismo, un concepto: un tamaulipeco que llegó a la capital del país a “venderle chiles al Herdez”, es decir, a enseñar a los chavos citadinos ochenteros su propia visión del rock, proveniente de influencias como el blues, el soul, el rock and roll y el huapango.
Asiduo lector y agudo crítico de las problemáticas sociales, González se abrió paso pronto en el DF. Bastaron solo 10 años de haberse asentado en la Vieja Ciudad de Hierro para volverse historia.
Canciones y temáticas
González llegó a la capital en 1975. Apenas tuvo tiempo de volverse necesario y cambiar la historia del rock nacional con canciones tan profundas para los trabajadores como “Balada del asalariado”.
Le cantó también a las secretarias en “Susana de la mañana”, donde retrata la cotidianidad y el costumbrismo desde una visión nostálgica y programática para las mujeres. Una canción que, incluso hoy, sería políticamente correcta para generar reflexión.
En sus letras encontramos temáticas que invitan a corregir conductas, como “Pórtate sensato”. Las problemáticas sociales de la clase media baja eran su tema recurrente, con metáforas grandilocuentes. También plasmó la fotografía social de la época: la delincuencia simple, el crimen organizado, la complicidad e impunidad de los medios de comunicación y la delincuencia política, como en “Ratas”.
Abordó las dificultades psicosociales en “Perro en el periférico”. Como mago del concepto, jugó con la sátira y el humor, criticando incluso a los intelectualoides que vivían “en la campechana mental”, con canciones como “Tiempo de híbridos” y “Los intelectuales del nopal”.
Incluso pasó por lo más guarro y políticamente incorrecto con “El Ete”, “Oh, yo no sé”, “El feo”, entre otras.
Escuchar a Rodrigo González es un viaje por las profundidades del alma y de la mente: un acto sórdido, divertido y áspero. Canciones como “Solares baldíos”, “Distante instante” o “No tengo tiempo” marcaron a varias generaciones.
Vigencia y alcance
Su rock urbano, citadino, de “lluvia ácida” sigue vigente. Sus canciones, como él, no envejecen y trascienden épocas con verdades profundas, realidades duras y hermosas imágenes.
Fue música que acompañó a jóvenes en la marginalidad, a chicos de onda de clase trabajadora, a intelectuales y a chavos fresas. No tuvo exclusividad alguna: integró y atrapó a todo tipo de oídos y conciencias.
Con arreglos claros para guitarra acústica y armónica, dejó una impronta genuina, cargada de lucidez y lenguaje coloquial, capaz de transmitir señales claras y perennes.
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Coda
Rockdrigo conoció a Jaime López, Roberto González, Nina Galindo, Roberto Ponce, Eblen Macari y Rafael Catana. Juntos tuvieron la suerte de interesar a SOCICULTUR DDF (hoy Secretaría de Cultura), cuyos funcionarios decidieron organizar conciertos en universidades, centros culturales y espacios al aire libre.
Cuando les preguntaron el género de música que tocaban, respondieron: Rock Rupestre. Así, siguiendo la lógica conceptual de Rockdrigo, comenzaron a rolar en grupo en 1984.
Para ese entonces, Rodrigo ya tocaba puertas en televisoras. Se había presentado con Quál en Televisión Mexiquense y había despertado el interés de cineastas como Paul Leduc o Sergio García Michel, así como de fotógrafos como Fabrizio León.
Estaba a punto de consagrarse en medios masivos como Televisa, pero “no tuvo tiempo” …
Quedaron en el tintero participaciones con Roberto Ponce y Nina Galindo, así como un casete de canciones que entregó a Pepe Navar antes del 19 de septiembre de 1985. Navar lo guardó celosamente.
Hace dos años, había acordado con Genoveva González y Pentagrama lanzar ese disco inédito de Rockdrigo. Lamentablemente, Pepe Navar falleció en 2025, dejando en pausa indeterminada el último disco del “Sacerdote Rupestre”.
Hasta aquí mi guijarro del día de hoy. Les dejo el siguiente video como un viaje al pasado que construyó el futuro de la música emblemática de nuestra Vieja Ciudad de Hierro, dibujada por Rodrigo González hace más de 40 años.