Cartas de un migrante
Septiembre, mes de la independencia de … California
Por Fernando Morán
S
e acercan las Fiestas Patrias, con los colores tricolores y con el tradicional Grito de Independencia de México. Sin embargo, esta celebración tiene lugares ausentes: nos referimos a los territorios que formaron la Alta California y otros más, que actualmente son los estados de California, Nevada, Arizona, Utah, Nuevo México, partes de Colorado, Wyoming, Oklahoma y Kansas, además de Texas, que hoy forman parte del territorio de los gringos o gabachos.
Aunque en los calendarios el 4 de julio es anterior al 15 y 16 de septiembre, la independencia de estos lugares fue posible gracias a que, después de 300 años de esclavitud bajo el dominio de los españoles, indios, mestizos y algún que otro criollo lograron la primera independencia de México en una guerra de liberación que duró 10 años.
Pasaron a la historia como iniciadores y continuadores de esta gesta los nombres de Miguel Hidalgo, José María Morelos, Vicente Guerrero y otros más.
El sometimiento de los gachupines hacia nuestros antepasados y fundadores de la nación mexicana —entre ellos mexicas, mayas, purépechas y demás— se convirtió en una de las peores invasiones y conquistas que ha sufrido pueblo alguno.
Se padeció la violación en todos sus sentidos, los más duros maltratos, la pérdida de los idiomas nativos, la suplantación religiosa y la destrucción de la mayor parte de nuestra memoria.
Fue por eso, precisamente, que de manera inmediata, y como respuesta previa a la caída de Tenochtitlan, surgieron los libertadores del Anáhuac, encabezados por Cuitláhuac y Cuauhtémoc, quienes lograron vencerlos en la batalla de Tacuba, conocida como La Noche Triste.
Las generaciones cuentan que Hernán Cortés lloró al pie de un ahuehuete, y que, de no haber sido por las epidemias como la viruela —importadas por los extranjeros— y por la traición de pueblos hermanos, aquella habría sido la tumba de los invasores.
Hoy en día, año con año, en una ceremonia conocida como el Grito, se festeja la Independencia de México. Sin embargo, se omiten datos y acontecimientos: no se menciona ni en lo más mínimo esta página de la historia que, aunque duró medio siglo, fue trascendental.
Quizá porque, a partir de 1821, cuando todavía no habían pasado 40 años de la reconstrucción nacional y del establecimiento del presidencialismo y la implantación de leyes, ya las codicias de otras naciones pusieron los ojos en México.
Comenzaron por los vecinos del norte, que, tras la agresión y el cohecho, lograron apropiarse de más de la mitad del territorio mexicano, incluyendo los territorios antes mencionados, y con la intención de quedarse también con Coahuila, Nuevo León, Durango, Sinaloa, Chihuahua, Sonora y Baja California.
Esta codicia continuó con la intervención de los gobiernos de Inglaterra, Francia, Austria y nuevamente España, que, con el pretexto de la deuda externa —cuyos fondos ya se habían apropiado las clases privilegiadas— y aprovechando el inicio de la guerra civil en los Estados Unidos de Norteamérica, lanzaron una campaña para construir un Imperio.
Pero gracias a la habilidad de las negociaciones de los liberales mexicanos, presididos por Benito Juárez, solamente los franceses, encabezados por Napoleón III, decidieron enfrentar a los mexicanos. Así, el General Lorencez sufrió otra Noche Triste en las afueras de Puebla, en la batalla del 5 de mayo de 1862.
Sin embargo, por contar nuevamente con el apoyo de los traidores conservadores, los franceses pudieron adueñarse de la nación un año después, proclamando el Imperio Mexicano, con sede en el Castillo de Chapultepec, presidido por Maximiliano y Carlota.
El pueblo mexicano, que ya había vencido a los invasores en dos batallas históricas —la de Tacuba en 1521 y la de los fuertes de Loreto y Guadalupe en 1862—, supo sobreponerse.
Tras cinco años de lucha, logró consumar su segunda independencia, fusilando el 19 de junio de 1867 al invasor extranjero Maximiliano, junto con los traidores Miramón y Mejía, en el Cerro de las Campanas de la ciudad de Querétaro.
Así nos salvamos de hablar francés y de bailar el can can, entre otras cosas.

La razón de mencionar la intervención francesa es porque, en los Estados Unidos, se tiende a celebrar más el 5 de mayo que el 15 y 16 de septiembre.
Para fines de mercadotecnia, mencionar esta fecha es más corto y práctico. Incluso muchos piensan —y no solo los americanos, sino también migrantes mexicanos— que el 5 de mayo es la fecha de la Independencia de México.
Curiosamente, en los Estados Unidos de Norteamérica le han sacado bastante provecho a esta fecha, efectuando “celebraciones” y, sobre todo, una gran campaña propagandística patrocinada por compañías cerveceras, cuyo objetivo es promover el consumo de bebidas alcohólicas.
También esto nos recuerda el porqué de los nombres gabachos, gringos y gachupines.
Gabacho se refiere originalmente a los franceses y proviene de gavache, Gave, nombre de los ríos de la cadena montañosa de los Pirineos que va desde Francia hasta España. Hoy en día, este término se lo adjudicamos a los norteamericanos, a quienes también se les llama gringos, palabra que proviene de Green Go Home (verde, vete a casa).
Este apelativo surgió en 1859, cuando el gobernador de Tamaulipas, Juan Nepomuceno Cortina, combatió a los invasores en defensa de la frontera norte, y también fue utilizado por Pancho Villa y sus huestes.
Por su parte, gachupín se refiere a los españoles y proviene de cachupín, diminutivo de la palabra portuguesa cachopo, que significa “niño” y que se aplicaba a los españoles que se establecían en América.
Así, estos apelativos no provienen de nuestras lenguas indígenas ni del español actual, para que no nos acusen de racistas. El único término que sí proviene del náhuatl es malinchista, pero ha sido mal aplicado e incomprendido, debido también al desconocimiento de la historia.
Faltan por mencionar partes de la historia en las que los migrantes son protagonistas.
Por estas circunstancias, hay ejemplos de varias ciudadanías adquiridas, como el caso de Pío de Jesús Pico, mejor conocido como Pío Pico, quien fue el último gobernador de la Alta California y tuvo tres nacionalidades: la española, la mexicana y la estadounidense.
Lee: Desde el espacio aéreo entre Sacramento y Los Ángeles