Cartas de un migrante
Desde la falla de San Andrés
El terremoto del jueves 19 de septiembre de 1985 que ocurrió en la Ciudad de México a muchos nos cambió la vida, a tal grado que dio motivos para la migración. Por los daños ocasionados con la pérdida de vidas y de viviendas, además de la destrucción de edificios, hubo pérdidas en los empleos, a pesar de que el gobierno federal de México promovió la descentralización y llevó a varias oficinas y dependencias a distintas ciudades de provincia.
A parte de las secuelas emocionales, los daños materiales para muchos no tuvieron soluciones inmediatas, ni a mediano plazo, por lo que hubo que buscar alternativas y una de ellas fue el moverse hacia el norte buscando soluciones, sin pensar que nos estábamos alejando de una zona de las placas tectónicas que conforman el Cinturón de Fuego, para quedarnos justamente dentro del Anillo de Fuego del Pacífico y de la Falla de San Andrés aquí en mero California.
Hoy justamente como hace 40 años voy haciendo un recorrido por varias de las zonas devastadas de la Ciudad de México, desde luego que hay una cantidad de recuerdos, y la memoria no se puede desvanecer porque son un tipo de acontecimientos imborrables. No solo pienso en México, sino que también me vuelcan las imágenes de Chile en un 22 de mayo de 1960 con una magnitud de 9.5, de Perú en un 31 de mayo de 1970 con una magnitud de 7.8, de Nicaragua en un 23 de diciembre de 1972 con una magnitud de 6.2, y de Guatemala en un 4 de febrero de 1976 con una magnitud de 7.5.
Te recomendamos: Desde el Telpochcalli y el Calmecac hasta la School y el College
En 1960 el temblor sorprendió a Violeta Parra en Puerto Montt, como parte de una gira por el sur de Chile, el hotel en donde se hospedaba se derrumbó, pero afortunadamente ella salió ilesa provocando con ello que escribiera la canción “Puerto Montt está temblando” en donde narra en décimas su experiencia. Esta canción la grabó y aparece en el volumen VIII del Folklore de Chile, titulado Toda Violeta Parra publicado en 1961.
En su libro “Y el verbo se hizo canto”, publicado hace un par de años, Carlos Mejía Godoy nos cuenta la anécdota de cómo surgió la canción “Panchito Escombros”, y que es la cara B del disco sencillo en donde aparece “María de Los Guardias”, grabado en 1973. Esta canción relata en forma subrepticia cómo el dictador Anastasio Somoza se robó la ayuda internacional. Años más tarde, en la canción que ganó en 1977 en Madrid, España, el Festival Internacional de la OTI (Organización de la Televisión Iberoamericana), nos nombra a “Quincho Barrilete”, quien cambió su vivienda desde el terremoto. Hoy en día Carlos Mejía Godoy vive desterrado en el norte de California a causa de otro dictador.
Los artistas suelen mantener una memoria de los acontecimientos y las manifiestan en sus obras. De los terremotos de California en los Estados Unidos también hay composiciones que hacen mención a estas fatalidades y de una larga lista se encuentran entre otros: Johnny Cash (Friends in California), Cass Elliot (California Earthquake), Led Zeppelin (Going to California), Tom Petty (California), Neil Young (LA), The Decemberists (Calamity Song).
Pero desde antes con la llegada de los españoles a la Alta California se comenzaron a documentar los sismos, el primero en registrarse fue en el año de 1769, cerca de San Diego, desde esa fecha hasta la actualidad se tienen registrados más de 150 terremotos con una magnitud de 6.0 en adelante. Dentro de la historia de los más grandes y devastadores terremotos en California destacan el de San Francisco de 1906 con una escala de 7.9, y el de Northridge de 1994 con una escala de 6.7. El terremoto de San Francisco, además de destruir edificios, generó un gran incendio, cuenta la leyenda que durante este suceso se perdió la cabeza de Joaquín Murrieta que se conservaba en un frasco con alcohol.
Yo ya vivía en California cuando ocurrió el terremoto de Northridge y me encontraba como a 70 kilómetros de distancia, de inmediato por los medios, principalmente por la televisión, como fue un día lunes ese 17 de enero de 1994, que además por ser a una hora temprana, 4:30 am, y que se celebraba un día festivo en conmemoración de Día de Martin Luther King Jr. mantuvo a la mayoría de la gente en sus casas, pero por el tipo de desastres que ocasionó fue uno más costosos en la historia de los Estados Unidos.
A pesar de la distancia no recuerdo haber sentido este terremoto, pero para no perder la costumbre y por si fuera poco, cinco años después de esta tragedia, en los últimos días de septiembre de 1999, cuando se me cumplió “el sueño americano” y pude comprar una casita, en la primera noche que pernocté me levante en la madrugada debido a una fuerte sacudida. Por lo cansado que estaba debido a la mudanza de todos los días previos no pude ni moverme, pero sí me recordó aquella madrugada de un 19 de septiembre de 1985.
Nuestros antepasados hablaban del Quinto Sol, el Nahui Ollin (Cuatro Movimiento), que es la época en donde estamos viviendo y la cual se caracteriza por un movimiento constante y que está destinada a terminar con un gran cataclismo y que será como un terremoto que nos conducirá a un periodo de hambruna y oscuridad. Esta es parte de la teoría de los Cinco Soles que crearon los Aztecas, quienes incorporaron y transformaron diversos mitos mesoamericanos de la creación de sus antecesores y al mismo tiempo introdujeron nuevas ideas.
A pesar de fronteras y divisiones políticas estamos viviendo en el Cemanáhuac, y si bien muchas migraciones en el mundo se deben a catástrofes y cambios de la naturaleza, en la actualidad, a pesar de avances tecnológicos, estamos siempre a sus caprichos y de esto nadie nos salva.