Un guijarro en mi bota (Sucesos, eventos, hechos, casos, cosas)
Roberto González: el Huerto en Flor
Por Iris Bringas
Un recuerdo bajo la lluvia
A veces pienso que el ser humano no nació para ser buena siembra, pero muchos seguimos dando buenos frutos. Uno de ellos, creador de canciones, nacido en Alvarado, Veracruz, en 1952, que el día de hoy en que escribo estas líneas cumpliría 73 años.
Esta tarde lluviosa de 24 de septiembre de 2025, decidí que mi guijarro sería dedicado a celebrar la vida de un gran compositor mexicano: Roberto González.
Lo conocí en 2010, si no mal recuerdo en noviembre, en un evento en Iztapalapa. Habíamos acompañado a Armando Rosas (porque estábamos preparando la producción de su concierto 29 Años en el mismo tren, que se presentaría en el Teatro de la Ciudad en febrero de 2011). Esa noche, en la plaza de Iztapalapa, Clara Brugada había hecho una Mega Peña, donde tocaron los “Rupestres”, Gerardo Enciso y Betsy Pecanins, quien esa noche se quejaba mucho de un tinnitus que le machacaba el oído hacía años. El concierto lo cerró Pablo Milanés.
El espectáculo que me transportó a escribir esta nota fue la participación de Roberto González, con su hija Julia y otros dos jóvenes. Era una fusión muy fresca de folk rock y son jarocho. La voz de González, sonora y segura, cantaba metáforas que me dejaron la mente volando.
Quizá lo que me arrebató el corazón de inmediato era la sencillez y humildad de Roberto, su energía afable conectaba de inmediato con el público. Su guitarra volaba y la jarana de Julia y su voz acompañaban plácidamente.
De pronto escuché una canción que parecía que conocía de años, pero no atinaba en saber de dónde. Como si hubiera salido de algún archivo akáshico, de esa memoria del universo, sonó y resonó su voz con “El Huerto”.
¿Y con qué fin, toda esta dialéctica en la historia?
¿Para qué ir al paraíso estando muertos?
¿Para qué alcanzar la gloria estando vivos,
si la gloria está muy lejos de este huerto?
Todos juntos, afirman los que saben de distancias,
llegaremos al final de la estructura,
escultura de cadáver y concreto,
a posarnos al final de la cultura.
Hay también quien afirma que tan sólo es sufrimiento,
soportable nada más en el olvido,
que el que canta va buscando a algún sediento
para echarle encima su vaso vacío.
Yo no sé hasta dónde se resiente lo vivido,
pues saberlo es simplemente estar ya muerto…
Seguiré siempre cantando lo prohibido,
y gozando de los frutos de este huerto…
¿Y con qué fin, toda esta dialéctica en la historia?
¿Para qué ir al paraíso estando muertos?
¿Para qué alcanzar la gloria estando vivos,
si la gloria está muy lejos… de este huerto?
El canto nuevo y los Rupestres
En 1980, cuando yo apenas tenía un año y medio, la canción se había lanzado en el disco Roberto y Jaime, Sesiones para Emilia. Claro que la había escuchado; es una canción que resuena profunda, íntima, vigente. A mis papás les gustaba el canto de manifiesto.
En la época del canto nuevo, dos compañeros de la Escuela Nacional Preparatoria 5 (UNAM), el tamaulipeco Jaime López y el veracruzano Roberto González, se lanzaron por su sueño. En los primeros años de la década de los 70 comenzaron a colaborar en el Colectivo de la Nueva Canción, movimiento artístico-musical donde el folk, la nueva trova y la propagación de la canción tradicional latinoamericana eran el centro de confluencia.
Este movimiento fue integrado por Jaime López, Emilia Almazán, Arturo Cipriano, Salvador “El Negro” Ojeda, Cecilia Toussaint y Maru Enríquez, entre otros. Su primera presentación como Roberto y Jaime fue en la peña El Nagual, en 1973. Después tomaron como invitada especial a Emilia Almazán y, junto con Pentagrama, lanzaron este disco, donde la expresión era importante para girar en reflexiones sociales.
Para no olvidar, dejo “El pan”, una canción del efímero grupo Un viejo amor.
Otro González Rupestre
Fortuito que estos tres huastecos se encontraran: Rodrigo González, Roberto González y Jaime López. Sí, se conocieron y rolaron en esta “Vieja Ciudad de Hierro”.
Una generación de jóvenes inquietos se presentó en colectivo abanderándose como “Rupestres” (aunque Jaime López prefirió llevar su bistec con todo y refrigerador, aparte). Estos chavos que no encuadraban con “el canto nuevo”, que hacían rock pero no contaban con instrumentos eléctricos, se presentaban con su guitarra de palo, creando así un movimiento que dejaría huella en la música nacional.
La semana pasada, en un conversatorio en Tampico, en el Rockdrigo Fest, Fausto Arrellin comentó que en algún momento ya de los dos miles y cacho, Roberto González le preguntó: “Y a todo esto, ¿qué es ser Rupestre?”.
Fausto se refería a aquello que marcó sus destinos con este género que, al paso de los años, se modificó. Todos se han presentado de diversa manera: Eblen Macari no deja de ser un “Rupestre”, mas se dedicó a la música antigua y al world music; Nina Galindo, al blues; Roberto Ponce, al Folk; Fausto Arrellin, al urbano con Qual; Catana, al country chicano, y Roberto González, al son. Cada uno de los rupestres tomó un camino y estilo propio, sin dejar de pertenecer a un movimiento firme que, a la fecha, continua, ahora sin los dos González.
Tras la muerte de Rockdrigo en el terremoto de 1985, organizaron conciertos in memoriam. Ahí es donde Roberto presentó la canción “Ánimas”, cuyo estribillo dedicó a su tocayo de apellido: “Mientras más tiempo pasa, más te extraño, Rodrigo”.
Discografía y legado musical
Su discografía incluye:
- Un viejo amor (1979)
- Roberto y Jaime: sesiones con Emilia (1980)
- Lentejuelas (1982)
- Aquí (1988)
- Flor de poder (1991)
- Alvaraderías (2009)
- Madre Mesoamérica (2010)
- Por ahora (2011)
- Archivo vivo (2023, póstumo)
En Roberto se fusionan diversos géneros: son jarocho, rock urbano, blues. Para la creación no tuvo límites.
El último disco, Archivo vivo, se terminó posterior a su partida en mayo de 2021. Fue presentado por Julia González y La Juerga, con participación de músicos como Ampersan, Josué Vergara y Juan Cubas Fridman. La última canción que alcanzó a grabar fue “La Guerra”, presentada en el Museo de Culturas Populares el 30 de septiembre de 2023.
El huerto y la familia
Roberto se casó con la psicóloga Raquel Larson Guerra, quien actualmente ofrece su trabajo de manera gratuita para apoyar a personas en la gestión de sus emociones desde su espacio “Redflexiones”.
Raquel, el día de hoy subió a su perfil imágenes del huerto que construyó con su amado esposo.

Raquel y Roberto dieron fruto en los años noventa: Julia González Larson, colaboradora incansable de su padre y heredera de su oficio. Julia presentará su disco Azul Profundo el 4 de octubre en el Foro Alicia, con artistas como Nina Galindo, Zeiba Kuikani y Jessica Hamed.
Dejo “Canción Vacía” de Julia González, canción que augura un gran concierto.
Encuentros personales
Tuve varios encuentros con el maestro Roberto González, siempre una persona amable y grandilocuente. En 2020 me regaló una entrevista para un programa de radio que finalmente no pudimos estrenar, pero esa charla la tengo grabada en audio y en mi corazón.
Durante la pandemia nos mensajeamos y compartimos saludos y buenas vibras. La última vez que lo vi fue en enero de 2021, en un concierto homenaje en vida en el Alicia. Tocamos con Roberto Ponce y al final cantamos “El Huerto” con todos los presentes.

Y hasta aquí mi guijarro de hoy, celebrando la vida de Roberto González, celebrando que su Huerto florece en la Tierra.
Y vámonos escuchando su voz, porque “Alguien canta por ahí”.