Si de blanco recibió la banda presidencial, un año después, la presidenta Claudia Sheinbaum salió de Palacio Nacional a dar su primer informe con un vestido con el color de su partido, Morena, y sólo la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, traía un traje sastre del mismo color.
Se plantó la jefa del Ejecutivo frente a un Zócalo llenísimo y no podía ser de otra forma, pues estaba pletórico con los acarreados de siempre.
La presidenta empezó su discurso señalando que no camina sola: “no gobierno sola, el nuestro es un gobierno para el pueblo… nuestro país transita por un camino de libertad, democracia y soberanía que es el fruto de décadas de lucha pacífica, de resistencia y es la herencia de un hombre honesto y profundamente comprometido con su pueblo, el presidente Andrés Manuel López Obrador”.
Hasta tembló Shheinbaum Pardo cuando gritó el nombre de su mentor. Sin embargo, aquí bien valdría hacerle una pregunta a la jefa del Ejecutivo; entonces ¿por qué su flamante líder de Morena, Luisa María Alcalde, ya no halla qué hacer con tanta división que hay en el partido guinda y casi suplica que “la ropa sucia se lave en casa”?
A lo mejor por eso, la jefa del Ejecutivo escogió empezar su discurso invocando a quien sin duda fue el grandísimo ausente, y continuó:
“Se han empeñado en separarnos, en que rompamos; su objetivo (el de los malosos neoliberales) no es otro más que el de acabar con el movimiento de transformación, que nos dividamos; pero eso no va suceder porque compartimos valores… el humanismo mexicano y porque llegamos al gobierno para seguir transformando a la Nación”.
Así, siguió deshaciéndose en halagos para el de Macuspana al señalar que López Obrador “es y será siempre un ejemplo de honradez, austeridad y profundo amor al pueblo… nunca se vendió a los poderosos y su presidenta tampoco lo hará porque tenemos convicciones y principios, porque por más duras que sean las presiones, nosotros sólo hacemos reverencia al pueblo de México”. No, pues sí.
Entonces vino la advertencia para uno de los asistentes a los que Sheinbaum se refirió en su agradecimiento para “los representantes del Legislativo”, quien en esta ocasión estuvo relegado a un lugar detrás de los gobernadores que no tuvieron vallas. Sí, efectivamente, Adán Augusto López Hernández, quien llegó al Zócalo capitalino como se fue; procurando guardar el perfil más bajo posible, si acaso, cruzando algunas palabras con algunos de los gobernadores morenistas.
Al final, cuando la presidenta Sheinbaum saludaba como agradecimiento, el cuestionado tabasqueño empezó a caminar hacia la salida luego de haber recibido la dura advertencia, porque no se puede interpretar de otra manera.
“Quien robe y traicione al pueblo enfrentará a la justicia” y el saco le vino a la medida a López Hernández, quien, al parecer, será el sacrificado para salvar ni más ni menos que a los hijos de López Obrador. Y, por cierto, el otro que asistió fue Andy López Beltrán, que también guardó bajo perfil.
En otra parte de su discurso, la mandataria atribuyó a las “campañas de odio” y mentiras a quienes señalan los huracanes por los que atraviesa esta errada y llamada Cuarta Transformación, ahora en su segundo piso.
Luego de asegurar que en México se acabó la compra del voto, porque -según ella- a nadie se le pregunta de qué partido es y sus programas sociales son para todos, se atrevió a hacer énfasis de que en México gozamos de libertad y democracia, “contrario a la mentira que se publican en diversos medios, se practica la mayor libertad de expresión de la historia, no existe la censura y todos los poderes son elegidos por el pueblo de México”.
No dejó de insistir la presidenta en que se terminó la corrupción y el nepotismo. Y entonces, ¿el hijo de Adán Augusto López, cobrando más de 30 mil pesos como pasante en la Cámara alta? Esto, por poner solamente un “botón” de muestra de la mucha corrupción guinda que, por cierto, mucho dista de acabarse y menos por decreto.
Tampoco pudo evitar referirse a las controvertidas leyes que recientemente se aprobaron. Por ejemplo, dijo que la Ley de Amparo garantiza a los ciudadanos sus derechos frente a cualquier acto y hace la justicia más expedita, además de que se tiene una pronta actuación. ¿Será?
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BRUGADA SIGUE EN UTOPÍAS
En lo que ellos consideraron una innovación, Clara Brugada, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, ofreció el discurso en su calidad de anfitriona y lo primero que hizo fue a recordar a López Obrador como el mejor presidente de la historia, para luego hacer un pequeño balance de la gestión, de la ahora presidenta, en el gobierno capitalino, así como enviar el mensaje de que ella está respaldada por quien vive hoy en Palenque y que por ello no hay conflicto entre ella y la jefa del Ejecutivo.
Brugada Molina estuvo como la única oradora después de Sheinbaum, así como para dejar sentado que no sólo está de adorno. Se dio espacio para rendir una especie de mini informe, pero eso sí, de la tragedia por la explosión de la pipa en el Puente de la Concordia, ni una palabra. O sea, envuelta en Utopías sin atar ni desatar.