Esta frase es necesario recordarla con cierta temporalidad: si todavía hay quienes piensan que la presidenta Claudia Sheinbaum va a cambiar y a tomar distancia con respecto a quien la llevó a ocupar Palacio Nacional, nada más falso, y el fin de semana se dio la enésima muestra de ello.
Resulta que, en noviembre de hace dos años, el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador sabía perfectamente bien que el conocido huracán “Otis” rondaba las costas de Guerrero y había cobrado categoría 5. Los habitantes de Acapulco y otras regiones del estado tomaron algunas precauciones, pero nunca supusieron ni de lejos los graves estragos que causaría el ahora famoso fenómeno meteorológico; de hecho, el puerto de Acapulco no ha vuelto a ser el mismo después del paso de “Otis”, lo que ha afectado al turismo y a la población en general; esto es, la recuperación no ha llegado por completo y al parecer, no llegará.
En esa ocasión, el entonces presidente envió por las redes sociales una alerta sobre este huracán. “Pensé en decirlo más fuerte: o sea: ‘Viene cañón’, algo así, pero dije: ‘No, con esto basta’” y así nada más, el tabasqueño omitió poner alerta roja sobre lo que se venía.
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Y como en otras omisiones y errores del de Macuspana, la población acabó pagando sus errores, pero él ni se inmutó y en todo momento rechazó recorrer por lo menos alguna de las zonas siniestradas. Argumentaba que no quería manchar la investidura presidencial, pero lo cierto es que tampoco quiso ensuciarse los zapatos ni acercarse a la población afectada, no fuera a ser que le reclamaran y por eso se refugiaba en las zonas militares y navales, viendo de lejos la tragedia que, de alguna manera, él había causado.
SHEINBAUM VIVE TENSOS MOMENTOS Y NO PORRAS
Ante la tragedia que se vivió, sobre todo en Veracruz, donde la flamante gobernadora, la zacatecana Rocío Nahle, sólo dijo que se había desbordado un poquito el río, Sheinbaum Pardo tuvo que enfrentar muy duros cuestionamientos de parte de la población, que aparte de estar sumamente inconforme con su gobernadora, que desde un principio no tenía la menor idea de las inundaciones y el sufrimiento de sus gobernados, reclamaron a la jefa del Ejecutivo, quien tuvo una reacción de enojo y vivió en carne propia que no es lo mismo recibir porras de parte de gente acarreada y pagada con todo y “lunch”, que enfrentar gratuitamente a una población desesperada.
Abundando, no es lo mismo pagar para que te aplaudan a que de manera gratuita tenga Sheinbaum que soportar gritos y hasta insultos, por cierto, gracias a la ineptitud de una gobernadora, Nahle, a la que, para rematar, la jefa del Ejecutivo tiende a decir que está trabajando muy bien; pero aquí valdría la pena preguntarle ¿a favor de quién?
Si por algún momento, Sheinbaum Pardo supuso que con decir de manera muy constante que a todos se les va a ayudar, que no se va a ocultar absolutamente nada y que nadie se quedará desprotegido, está en un grave error. Si bien ahora optó, a diferencia de su mentor y antecesor, por recorrer áreas siniestradas y eso le significa una actitud distinta con respecto a López Obrador, cierto es que la sigue haciendo de “tapadera” de errores y omisiones del de Macuspana y familia.
En su gustadísima “Mañanera del Pueblo”, la presidenta intentó justificar que el Fondo de Desastres Naturales (Fonden), que empezó a operar en 1999 como un mecanismo para financiar la reconstrucción de infraestructura dañada por desastres naturales y como apoyo para la población afectada, lo hubiera desaparecido quien todavía despacha en Palenque.
Dijo que hay una partida para desastre de 19 mil millones de pesos que se supone que administra la Sedena. ¿Será?
Eso sí, omitió recordar que bajo el argumento de que había corrupción en dicho Fondo -lo que nunca se comprobó-, una parte importante de esos recursos se destinaron ni más ni menos que al fracasado Tren Maya.
A finales de 2022, el presupuesto del Fonden se redujo significativamente, a punto de la extinción y se reasignaron recursos a un Tren que sólo consiguió terminar con parte de la selva de Quintana Roo.
Más específicamente, cuando López Obrador decidió eliminar el Fonden, al que acusó de servir para “publicidad y corrupción”, se permitió retirar la nada despreciable cantidad de alrededor de 30 mil millones de pesos de sus arcas entre 2020 y 2021 para destinar la mayoría de esos dineros a sus “elefantes blancos”, siendo el principal, el Tren Maya.
Con razón los familiares del expresidente se han hecho boyantes ganaderos, ¿o no?