El 24 de octubre de 1945 marcó un pacto entre países que habían visto lo peor del horror humano. La Carta de las Naciones Unidas emergió como testigo y guardiana de un “nunca más”.
80 años después, la ONU celebra su fundación, apenas unos días después de que, el pasado 7 de octubre, se cumplieran dos años de la guerra en la Franja de Gaza. Esa promesa de paz hoy se sostiene sobre un terreno quebrado, con Gaza como símbolo de la desprotección global.
Fundación y utopía
La ONU nació cuando el mundo aún olía a ruinas, cuando el Holocausto había sido testigo y advertencia. Desde su entrada en vigor, la organización se comprometió a promover el respeto de los derechos humanos, mantener la paz y la seguridad internacionales y prevenir la barbarie.
Pero los ideales no bastan sin acción. En este aniversario, se celebra lo ocurrido, sí, pero también se cuestiona lo que no pasó.

Gaza: dos años de violencia sin tregua
El 7 de octubre de 2023 escaló la violencia en Gaza. Desde entonces, la rutina de destrucción se ha vuelto insoportable. Según un informe de la Comisión Independiente de Investigación de la ONU, con fecha 16 de septiembre de 2025, hay motivos razonables para creer que en Gaza se ha cometido genocidio.
El documento, publicado por la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, señala que cuatro de los cinco actos definidos en el Acuerdo para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948 se encuentran presentes: asesinato de miembros del grupo, causación de graves daños corporales o mentales, el sometimiento a condiciones de vida pensadas para su destrucción, medidas para impedir nacimientos.
Los muertos ya no son sólo números: hospitales colapsados, maternidades destruidas, niños que nunca jugarán, madres que se vuelven tumba.
Decenas de miles han muerto -aunque el conteo exacto no es concluyente- y la agencia de derechos humanos de la ONU advierte en su mismo portal que el bloqueo, la falta de agua, la imposibilidad de evacuación médica y las ofensivas están diseñadas no solo para dominar, sino para exterminar.

Instituciones fragmentadas
El documento fundador de la ONU decía que los estados soberanos se unirían para garantizar la paz. Pero ¿qué pasa cuando uno de esos “Estados” actúa como agresor y los demás miran, debaten, titubean?
El sistema internacional tiene reglas: la recomendación, la sanción, la imposición de medidas. Pero su órgano de decisión más poderoso, el Consejo de Seguridad, sufre de una parálisis estructural.
La «desigualdad de voz» es la norma: cinco potencias permanentes (China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia) ostentan el poder de veto, un mecanismo que les permite anular cualquier resolución de fondo, sin importar el consenso del resto del mundo.
Esta parálisis ha sido denunciada por múltiples voces expertas. Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional, lo expresó textualmente tras uno de esos vetos:
«El veto estadounidense a la resolución de alto el fuego demuestra una cruel indiferencia hacia el sufrimiento civil ante la asombrosa cifra de muertos. Es moralmente indefendible, un incumplimiento del deber estadounidense de prevenir crímenes atroces y una completa falta de liderazgo global. Simplemente espantoso», apuntó.
Este poder, basado en intereses estratégicos y no en principios humanitarios, es el principal vacío de la organización. En el caso de Gaza, se ha hecho evidente con el uso recurrente del veto por parte de Estados Unidos para bloquear resoluciones que exigen un alto al fuego o que condenan las acciones de Israel, impidiendo así que la «unión de las naciones» actúe de forma colectiva y contundente.
La comisión investigadora, según recogen reportes de las propias Naciones Unidas, recomendó que los estados detengan las transferencias de armas, que cooperen con tribunales internacionales, que permitan evacuaciones humanitarias.
Este 24 de octubre, las Naciones Unidas cumple 80 años, pero también cumple la obligación de rendir cuentas , y la fecha exige que nos preguntemos: ¿qué tan unidas están realmente las naciones cuando un conflicto de estas dimensiones se prolonga?
Leer: Condena Palestina indiferencia mundial ante hambruna en Gaza

La palabra “genocidio” como denuncia
Decir “genocidio” no es sólo una palabra: es una acusación que exige actuar para prevenirlo y castigarlo. En Gaza, esa palabra ya fue usada por una comisión del sistema de la ONU. Pero no por todo el sistema institucional en bloque ni con sentencia judicial definitiva.
Esa ambigüedad importa: la comisión concluye que se ha cometido genocidio. Pero la comunidad internacional aún no actúa con la rapidez que el término exige, mientras tanto, los cuerpos continúan sumándose.
En este texto, es vital nombrar sin eufemismos: genocidio significa que una parte de la humanidad está siendo destruida de forma planeada y organizada.
¿Qué significa “unión de las naciones” hoy?
Cuando se habla de unión, se imagina puente, pacto, solidaridad. Pero en Gaza, la unión aparece como grieta: los estados se observan unos a otros, los bloques se mueven por intereses, y la vida humana queda reducida a una pieza más en el juego de poder.
Formalmente, la ONU tiene 193 miembros. Realmente, su fuerza depende de voluntades individuales. Éticamente, exige que los derechos humanos no sean negociables.
En este aniversario, la unión no puede medirse solo en sellos oficiales: debe medirse en acciones, en rescates, en evacuaciones, en que los responsables respondan por sus actos.

Memoria activa, compromiso renovado
Cuando los muros del pasado se convierten en sombra del futuro, queda una obligación: que recordemos también para prevenir. Que no dejemos que la cicatriz se lave con discursos. Que la palabra “nunca más” no se transforme en “ya pasó”.
Leer: Sindicatos mexicanos se unen al clamor mundial: ¡Alto al genocidio en Gaza! (Video)







