21 gramos: El GPS del alma, su trayectoria y música para decirnos adiós
Un guijarro en mi bota (Sucesos, eventos, hechos, casos, cosas)
Por Iris Bringas
S e acerca el Día de Muertos y este año ha sido colosal para mis cercanos. La muerte ha rondado tan cerca que…
Antes de empezar la nota, quiero recordar que el 23 de octubre fue cumpleaños de Charly García y de mi tío Raúl Santoyo, el historiador y místico de la familia, a quienes les mando albricias, mientras me preparo para fluir.
Mi corazón se ha estrujado. Hoy partió a las galaxias mi querido amigo Arturo Piña Martínez, “Art” pa’ los cuates.
Siempre en el aire Art, no sólo por su nueva condición etérea, sino porque fue sobrecargo de Aeroméxico durante muchos años. Su vida siempre estuvo rodeada de viajes en todos los aspectos, así como de buena música.
Melómano y amante de la vida, a quien dedico esta nota, donde quiera que esté.
El día de hoy también se fue la gran cantante de jazz y hermoso ser humano Verónica Ituarte. Vengan también estas líneas para ella, maravilloso ser humano, alma de ruiseñor.
La última vez que nos vimos, en el cumpleaños de mi amigo el productor Juanjo Rodríguez, ella nos regaló una improvisación vocal llena de luz, de magia y de amor.
Parafraseando a mi querida Ingrid Beaujean, quienes somos de la comunidad artística deseamos que en jazz descanse la maestra Ituarte, una voz que acompañará y amainará los dolores de su ausencia.
Disculpe usted, querido lector, en esta nota aludiré recuerdos personales como es mi bendita costumbre.
Han sido tantos soldados caídos este año, que no puedo eludir la necesidad de sacar este guijarro de mi bota a modo de ofrenda, con mucho cariño, honrando el recuerdo de las personas cercanas y amigos que se fueron este año.
Aviso que cometeré “abuso textual” y va por Art (amigo), Lourdes Ríos (tía), Juan Martín Fabián Llaguno “Juma Son Oro” (amigo), Julieta Fierro (admirada figura de mi infancia y juventud), Alma de almanaque (tío), Huemanzin Rodríguez (amigo), Lourdes Ambriz (maestra admirada y querida), Cruz Mejía (amigo), David Lynch (amigo), Noé Cordero (amigo) y Verónica Ituarte (maestra y colega admirada y querida).
Para comenzar, dejo esta canción de Charly García y Luis Alberto Spinetta: “Rezo por vos”.
“La indómita luz se hizo carne en mí y lo dejé todo por esta soledad y leo revistas en la playa tempestad, hice el sacrificio y abracé la cruz al amanecer. Rezo, Rezo, Rezo por vos”.
“Somos polvo de estrellas, hablando sobre estrellas” — Carl Sagan
Cuando era niña solía ver Cosmos, la narración de Carl Sagan acompañando las imágenes del espacio exterior. Era imprescindible los fines de semana después de Odisea Burbujas.
También llega a mí el recuerdo de haber presenciado el accidente del Challenger, en 1986, en vivo y en directo a través de la televisión.
Y sí, aun así, siendo niña anhelaba ser astronauta. Y lo he sido de alguna manera alternativa.
Desgajo con cuidado y poco a poco.
Carl Sagan nació en Nueva York un 9 de noviembre de 1934 y se convirtió en polvo de estrellas de nuevo el 20 de diciembre de 1996 en Seattle.
Fue astrónomo, astrofísico, cosmólogo, astrobiólogo, escritor y principalmente un reconocido divulgador científico estadounidense.
Y así Julieta Fierro (ganadora del Premio Klumpke-Roberts) nos acompañaba en México con su labor de divulgación para acercarnos al arte de la ciencia.
El vuelo de 73 segundos
En 1986, cuando yo tenía poco más de siete años, un martes 28 de enero, mi tío “Alma de almanaque” me puso a ver el despegue del transbordador espacial Challenger, el cual fue transmitido en las noticias en vivo.
Sus tripulantes fueron una inspiración para mí, sobre todo ver a dos mujeres astronautas.
“El Cohete” era imponente, enorme. Ver la emoción de la gente al presenciar el desfile, abordaje y comienzo de protocolos en manos de Francis Scobee, Michael J. Smith, Ronald McNair, Ellison Onizuka, Gregory Jarvis, Judith Resnik y Christa McAuliffe, fue todo un suceso.
A esta última astronauta la pudimos observar en la despedida de sus hijos: unos niños aproximadamente de mi edad vieron partir a su madre a las estrellas.
Christa McAuliffe fue una inspiración para mí, pues a mi temprana edad despertó la esperanza de que las mujeres podríamos viajar al espacio.
McAuliffe había dicho alguna vez que contaría todas sus vivencias en un diario personal que llevaría al espacio: “Quiero desmitificar a la NASA y a los viajes aeroespaciales, humanizar la experiencia”.
Y vaya que todos humanizaron la experiencia…
Para continuar, necesito poner este hit de Peter Schilling de 1982: “Major Tom”.
“Parado ahí solo, la nave está esperando, todos los sistemas están en marcha… ¿Estás seguro?, control está de acuerdo, pero la computadora tiene evidencia de que no hay necesidad de abordar…” (Peter Schilling).
Volviendo al Challenger: comenzó la cuenta regresiva. Qué emoción sentía.
La gente en una grada contando, los niños con cara de esperanza y yo también contaba en casa: 5, 4, 3…
El cohete despegó y bastaron 73 segundos para verlo estallar en el aire.

De la foto anterior, aún no comprendo cómo todos están flotando menos el fotógrafo.
En fin, la historia completa la pueden encontrar en una serie de Netflix llamada “Challenger, el vuelo final”.
Este evento y el programa de Carl Sagan me marcaron fuertemente para crear una mística muy personal: Dios está en toda creación, el universo es interno y se extiende hasta el infinito, y todo es parte de nuestro enorme cuerpo etéreo. Nosotros somos parte de él.
Una de las frases más importantes en mi vida la escuché también en el programa Cosmos y ha marcado mi vida y obra artística.
Se trata de la imagen de una súper nova muriendo, emanando luz, estallando fuego frío y colores, mientras Sagan decía:
“Las estrellas que hoy vemos caer, en realidad murieron hace mil años”.
Entonces creo que cuando vemos una lluvia de estrellas estamos presenciando nuestro propio nacimiento y la finitud que tiene este cuerpo, pero no el espíritu.
Y así, mi visión Tlöniana, muy influida por Borges, por supuesto, me lleva a pensar que, al igual que las estrellas, morimos hace miles de años.
Apenas nos damos cuenta de que existimos un poco antes de aferrarnos a la vida, en el último aliento, y repetimos la experiencia tantas veces como sea necesario.
Sólo entonces podemos abandonar el apego individual y volver al todo con la experiencia mística e irrepetible del amor.
Así que antes de pasar a la siguiente parte, va dedicada a Art, esa última canción que escuchamos juntos en la madrugada, en mi casa, el 21 de junio de 2023, en mi cumpleaños: “Rocketman”.
El GPS del alma
Este año se ha anunciado en muchas redes sociales un hallazgo, el cual aún no aparece en fuentes científicas con seguimiento serio y comprobable.
El experimento existe y, aunque parece de ciencia ficción, presume ser un descubrimiento del cual aún no podemos tener visos confiables.
En los próximos meses o años deberá ser desmentido o confirmado, ya que los datos han sido revelados por una empresa existente, la cual persigue la idea de rastrear el alma.
Sí, queridos lectores, han visto bien.
A mediados de este 2025 se ha presumido y adjudicado a la empresa rusa “Vlade Tech” algo que, de ser cierto, transformaría toda creencia de nuestro origen.
Les cuento a manera de chismecito porque, insisto, esta investigación podría ser ficticia, pero me ha viajado la idea tan fuertemente que quise compartirla con ustedes.
Y para esto pondré otra canción: “Space Oddity”, de Papá Bowie.
Esta canción, por cierto, acompañó y musicalizó la llegada del hombre a la Luna.
A la vez inspiró a Peter Schilling para crear “Major Tom”, y también me inspiró para un concepto escénico, del cual no hablaré en este momento.
“Estoy sentado en este traste de aluminio, lejos, por encima del mundo. Dile a mi esposa que la amo, ella lo sabe…”
Volviendo a la empresa “Vlade”, resulta que en diversas redes sociales dieron a conocer que hicieron un escaneo profundo del ser humano.
Desarrollaron una tecnología para decodificar la información total de la consciencia, es decir, “el alma”.
Dicen que escanearon cada átomo, pulso eléctrico y vibración del cuerpo de un voluntario para crear una huella única.
Este voluntario tuvo una complicación durante el experimento y murió mientras era monitoreado.
Su señal en el radar se perdió durante una hora y después su rastro fue encontrado en una galaxia a miles de millones de años luz de distancia.
Esto demostraría que la conciencia humana o el alma rompe toda regla natural cuántica y supera la velocidad de la luz.
Dicen que esta galaxia, a la que fue a parar el alma del sujeto experimental, anteriormente había sido nombrada por algunos científicos como el origen de nuestra humanidad.
Pero no hay precisiones, sólo un chisme de la red que ayuda a sanar el alma, pensando en que cuando nos vayamos nos integraremos a algo más etéreo y eterno.
Esto me recuerda una creación que hicimos Jehová Villa y yo en 2004: “¿A qué velocidad viaja el hombre?”.
Esta canción formó parte del disco Priscilla Play Date, donde nos unimos varios compositores latinoamericanos para apoyar causas sociales por los niños.
La portada del disco está ilustrada por la artista plástica y conceptual bonaerense Kuky Benski.
Contiene mi cuento “Nimbo y Priscilla” y fue editado por ArtPBs, a cargo de Pamela Gowland.
Con artistas como yo, Pepe Alva, Dominic Miller, Nito Mestre, Charly García, entre otros, este acoplado aún lo pueden conseguir en tiendas en línea.
Dejo el video de la rola:
“La luz viaja a 300 mil kilómetros por segundo, ¿a qué velocidad viaja el hombre?… Vive, sigue libre, nació, camina sobre el mar…” (Iris Bringas y Jehová Villa).
Una fotografía del alma
Konstantin Korotkov, científico ruso de 72 años, es autor de varios ensayos, como el libro que en 2019 vino a presentar y promover en México: “La energía de la conciencia”.
En esa visita también promovió su dispositivo “Biowell”, que mide la actividad corporal a nivel de campos electromagnéticos para el diagnóstico clínico.
Y para no hacer más preámbulo, este científico asegura haber fotografiado el alma de una persona al morir.
Sí, según el experimento de Korotkov, los seres vivos emitimos una luz tenue que es posible ver con aparatos científicos ultrasensibles.
Asegura haber descubierto que, cuando morimos, esa pequeña luz desaparece por completo, pero puede verse resplandeciente antes de elevarse por encima de todo.
Incluso su “súper cámara del alma” se vende.

Pese a ser un científico certificado, no deja de ser un experimento que no ha tenido la aprobación total de las revistas indexadas científicas.
No ha podido comprobar más allá de tener un dispositivo óptico que refleja con colores las diferentes temperaturas del cuerpo.
Aunque asegura tener la verdad y que comprobará este fenómeno, no ha sido un experimento que en este momento tenga una veracidad científica comprobable.
Recuerdo a Art con esta canción, cuando hablamos del amor y su efecto sanador en el alma.
Le gustaba fotografiarse con los amigos, amaba la ocasión y siempre la hacía especial.
Así que va para él: Massive Attack – “Teardrop”.
“Lágrima en el fuego, no tiene miedo a mi aliento. / Nueve noches de materia. / Flores negras florecen sin miedo a mi aliento.”
21 Gramos, el peso del alma
Papá Chalo, mi abuelo, siempre repetía que pusiera atención a esta frase: “Somos mucho más que hígado, corazón y pulmones”.
Luego enfermó de insuficiencia renal y se fue a las estrellas un 3 de marzo de 1993.
Lo enterraron en la fosa 63 del pasillo 333 de un panteón en la ciudad, donde durante años buscó la tumba de su padrastro, Juan Aranda, a quien quería mucho y nunca pudo dejarle flores.
Encontramos la fosa, por fin, el día del funeral de mi abuelo.
En ese mismo lugar yace Mamá Lupe, mi amada abuela, mi segunda madre, y ambos duelen aún hasta los huesos.
El 7 y el 3 son números que han marcado mi vida de muchas formas.
Yo nací un 21 de junio, es decir, 7 veces 3, de un mes dos veces 3. La partición divina.
“Alma de almanaque” se fue un 21 de agosto y yo cada día 21 muero y renazco cada tercer día del mes.
Casualmente coincide con el 3 de febrero de 2000, día en que me hice novia del amor de mi vida, quien tiene nombre del triángulo divino, del alfa y de la omega.
¿Acaso vivimos en un sueño?
La película Línea Mortal (título original: Flatliners, 1990) está basada en un experimento científico según el cual, cuando morimos, perdemos ineludiblemente 21 gramos de peso.
Los científicos, a la fecha, no han podido saber a qué se debe esa muy ligera diferencia de peso y algunos se han empeñado en decir que es el peso del alma.
Recomendable ver la original, dirigida por Joel Schumacher y protagonizada por Kiefer Sutherland, Julia Roberts, Kevin Bacon, William Baldwin y Oliver Platt.
23 de octubre, Día del Médico
Con un sistema de salud colapsado por años de descuido, negligencia y corrupción en México, escribo desde el fondo de mi corazón.
Platiqué con mi amigo, el cineasta Roberto Bolado, recientemente nominado al Ariel por su trabajo en la multipremiada película No nos moverán.
Fue quien nos presentó a Art y en este momento, ambos atónitos, hemos compartido recuerdos.
“Con él escuché varios discos por primera vez. Por ejemplo, The Cure fue con él en un LP que tenía, con The Bunnymen, Los Smiths.
Fue mi amigo desde la secundaria. A veces nos íbamos de pinta, nos íbamos a su casa a escuchar LPs.
Él tenía buen gusto musical… nos la pasábamos platicando de música, porque era bastante melómano, como yo”.
Añadió el director del documental Notas de una vida:
“Le gustaba la buena música, era sobrecargo y viajero. Lo quería mucho. Aún no puedo creerlo.
Es uno de mis amigos más antiguos. Siempre me buscaba y me encontraba, sabía rastrearme.
Me cuidó en mi primera peda. No puedo creerlo aún…”.
Así la vida y la trascendencia.
El 26 de septiembre nos juntamos con Roberto Bolado para ir a ver actuar a nuestro amigo en común Rafael Tonatiu, convertido en “Citronela”.
Había invitado a ese convite a Art, quien hizo una videollamada comunitaria.
Nuestros teléfonos sonaron a las 11 de la noche, pero ninguno contestamos porque estaban en vibrador; tampoco devolvimos la llamada.
Después de ese día, Art no publicó más en Facebook y hoy, a través de su cuenta, su familia dio a conocer su deceso.
Art nunca nos dejó ver sus lágrimas.
Siempre tuvo una sonrisa, pese a cualquier clima anímico en su corazón.
Incansable seguidor, alguien que hacía que valiera la pena sacar nueva música.
Alguien que en verdad amaba los sonidos, comprendía de dónde provenían.
Amante del jazz, se fue el 23 de octubre de 2025, seguramente a escuchar el concierto de bienvenida al cosmos en la voz de Verónica Ituarte, cantante de jazz mexicana.
Ella hacía de la música el viaje del alma y hoy es sonido sideral.
Y cerraré este guijarro con dos canciones, algo de Verónica Ituarte, justo y necesario.
Una de las versiones más hermosas que he escuchado de “La Llorona”, en compañía de Juan José Calatayud y un muy joven, en este video, querido maestro Arturo Luna en el contrabajo.
“Hay muertos que no hacen ruido, Llorona, y es más grande su penar…”
Y hasta aquí mi guijarro, queridos lectores.
Dolorosa ofrenda para los amigos y familiares que se fueron este año maestro, año de lecciones duras.
2025 nos ha puesto enfrente de la ausencia y nuestra propia finitud.
Para despedirme hubiera querido rendir homenaje a Art con The Cure, y su canción “Pictures of You” me ha quebrado viendo sus fotos.

Y dejo esta del recuerdo del día en que el gobierno federal celebró mis 25 años de trayectoria en la Fonoteca Nacional, a casi un año de la última vez que nos vimos.
Hasta el próximo guijarro, después de “La luna asesina”, de Echo & The Bunnymen, que bailamos con Lilian y Geraldine en mi cumpleaños hace algún tiempo feliz.
Vuela cercano, querido amigo, y sigue tu curso.
Apéndice
Por cierto, cuando dije que fui astronauta de alguna forma, quise decir que de manera artística he creado un personaje recurrente en mis discos, conciertos y videos: una viajera intergaláctica.
Pero no queda todo ahí: mi nombre en la vida real ha viajado a Marte gracias a la NASA.
En este momento viaja esperando llegar allá en julio de 2026.
Dejo mi boleto emitido por la NASA en 2019, es completamente real y está históricamente datado.
Otro dato histórico relacionado: mi disco de 2012 se llamó Marte en Cero, la última rebelión de los hombres, y lo encuentran en tiendas digitales.

Lee: Orwell inmersivo ‘1984’







