Durante la presentación del Informe sobre la Libertad Religiosa en el Mundo 2025, el obispo auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México, Monseñor Francisco Javier Acero Pérez, lanzó una crítica directa al gobierno federal al advertir que “nos están quitando la libertad poco a poco” y que las políticas públicas actuales, aunque se presentan como de bienestar y seguridad, “no logran revertir el clima de desconfianza” que impera en el país.
“Nos quieren hacer ver que ha disminuido [la inseguridad], con políticas maravillosas del Estado, de bienestar, de seguridad y confianza, pero a mí me gusta estar en la calle, porque en la calle es donde percibo el clima social y hay más desconfianza”, expresó el prelado.
Denuncia del autoritarismo y la pérdida de libertades
En un mensaje cargado de contenido social y político, Acero Pérez afirmó que el país enfrenta un proceso de restricción de libertades derivado del autoritarismo.
“Nos están pagando nuestra libertad, poco a poco, fruto del autoritarismo; y el autoritarismo, ¿qué hace? Romper la unidad”, subrayó.
Aseguró que su compromiso pastoral le obliga a denunciar las injusticias, independientemente de afinidades o relaciones con funcionarios públicos:
“A mí no me va a callar ninguna amistad con nadie que no tengo. Me llevo bien porque hay que llevarse bien con todo el mundo, pero mi afinidad o no afinidad no me define el tener que denunciar las cosas que se están haciendo mal.”
El obispo también señaló que durante la administración pasada existió una “clara distancia” entre el gobierno y la Iglesia, pero ahora —dijo— persiste un mecanismo de control silencioso:
“Antes había muros con el gobierno de López Obrador y podía haber pasadizos secretos de encuentros entre algún miembro de la Iglesia católica y ya, y para de contar… sabiendo que este es un país mayoritariamente católico.”
Riesgos para los religiosos y ausencia de garantías
En el marco del informe internacional, Acero retomó el caso de los jesuitas de Cerocahui, Chihuahua, que debieron acudir a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para solicitar protección ante amenazas del crimen organizado.
“La Comisión Interamericana pidió al gobierno que garantizara la seguridad efectiva de once miembros de la comunidad jesuita en Cerocahui, alegando una situación grave y urgente por las amenazas del crimen organizado. Ahí es donde hay seguridad, pero no del propio país; tuvieron que ir a la Comisión Interamericana.”
Monseñor Acero lamentó que los sacerdotes sigan arriesgando su vida en comunidades rurales:
“Cada vez que un padre agarra su camioneta y se va a los ranchos, arriesga su vida… y no estoy hablando de África ni de China, hablo de nuestro México lindo y querido.”
“Hay niños que toman tortilla con sal”: denuncia de la desigualdad
El obispo cuestionó la desigualdad social y la falta de empatía hacia los más pobres:
“Vivimos en un capitalismo acerado, donde lo que nos interesa es que cada minuto sea un dólar o un peso para el bolsillo. Hay pobres en México, hay pobreza, y hay niños que toman tortilla con sal. Esto no me lo cuentan porque yo lo he visto.”
Añadió que no reconocerá avances mientras persistan esas condiciones:
“Cuando yo vea que un niño come carne y no solo tortilla y sal, diré: hay aciertos.”
Llamado a los laicos y a la acción social
Acero Pérez lanzó también un reclamo a los laicos católicos, a quienes exhortó a salir del miedo y la pasividad:
“¿Dónde están los laicos católicos en este país? ¿Escondidos por miedo porque les pueden quitar el puesto? Los necesito para acompañar a las madres buscadoras, para mirar a los migrantes, para agarrar a los indigentes y ponerlos de pie.”
Afirmó que la labor pastoral no se limita al ámbito sacramental, sino también al compromiso humano y social:
“No solo es el sacramento lo que nos alivia, también las manos, la mirada y el corazón para escuchar. Acompañar con valentía, acoger desde la unidad y seguir denunciando lo que está mal, aunque incomode.”
“Están jugando con los pueblos originarios”
En la parte final de su mensaje, el obispo criticó el uso político y simbólico de los pueblos originarios, al señalar que el gobierno invierte más en eventos y representaciones culturales que en mejorar sus condiciones de vida.
“Están jugando con los pueblos originarios. No invierten más en la conservación de sus lenguas ni en educación, agua, drenaje y luz, pero sí invierten mucho en los grandes pasos del Zócalo”, acusó.
Finalmente, pidió mantener viva la denuncia profética de la Iglesia, recordando las palabras del Papa Francisco:
“Sean profetas del pueblo de Dios y no del Estado.”
Monseñor Francisco Javier Acero cerró su intervención con un mensaje de esperanza y compromiso:
“Seguiremos denunciando y anunciando, porque eso nos toca: construir libertad y paz desde la verdad, aunque duela.”







