La Fundación Humedales, en cooperación con la International Climate Initiative (IKI) y en el marco del proyecto Lagos Vivos Biodiversidad y Clima, lidera un proceso pionero de transformación productiva y ambiental con la metodología Biodiversity Performance Tool (BPT) en dos de las cuencas más emblemáticas de Colombia: Fúquene y Tota.
Según el portal Colombia belleza pura, el proyecto, que combina investigación, formación y acción en campo se posiciona como un referente nacional en gestión sostenible de cuencas.
La Laguna de Fúquene, ubicada entre los departamentos de Cundinamarca y Boyacá, ha estado históricamente rodeada por fincas dedicadas a la ganadería de leche, actividad esencial para la economía local, pero que genera presiones sobre el ecosistema.
Por ello, la Fundación Humedales decidió enfocar su intervención en esta práctica productiva y con el apoyo de la Federación Nacional de Ganaderos (Fedegán), identificó cuatro fincas piloto en la cuenca, donde adaptó una herramienta originalmente diseñada para el cultivo de café.
Proyectos en ganadería y agricultura integran biodiversidad con productividad
Esta reestructuración incluyó la creación de cuestionarios específicos para la ganadería, así como matrices de análisis para los planes de acción en biodiversidad.
Las medidas aplicadas en estas fincas van desde la conservación de vegetación nativa y la instalación de cercos vivos, hasta la protección de nacimientos de agua y el manejo integrado del recurso hídrico.
En el ámbito ganadero, promovió el manejo adecuado de pasturas, la reducción de pesticidas, herbicidas, y el uso eficiente de fertilizantes. Actualmente, está por finalizar el tercer ciclo de monitoreo, con resultados positivos en términos de sostenibilidad y replicabilidad.

En el Lago de Tota, ubicado en el departamento de Boyacá, la actividad predominante es el cultivo de cebolla larga.
Allí, desarrolló el trabajo en alianza con la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (Agrosavia) e identificó también cuatro fincas piloto para adaptar la metodología BPT (herramienta de evaluación del desempeño de la biodiversidad) al contexto agrícola.
El enfoque fue similar al de Fúquene: rediseñar herramientas, aplicar cuestionarios y construir planes de acción que integran biodiversidad con productividad.
Conservar ecosistemas y mantener la competitividad, el reto
En ambas cuencas existe un doble reto: conservar un ecosistema de alta montaña mientras se mantiene la competitividad de dos productos esenciales para la región y a nivel nacional (en el caso de la cebolla larga).
Más allá de las fincas piloto, el proyecto se expandió hacia la formación de 25 productores y productoras en cada cuenca a través de cinco talleres teórico-prácticos. Estos espacios no solo sirvieron para capacitar, sino también para generar conciencia colectiva.
A los participantes les enseñaron a comprender que conservar no es renunciar a producir, sino aprender a hacerlo mejor. La metodología BPT se convirtió en una herramienta de diálogo entre saberes tradicionales y conocimientos técnicos.
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Otro componente clave es el trabajo con extensionistas: profesionales y tecnólogos que acompañan a los productores desde alcaldías, empresas o instituciones.
Aunque muchos tienen gran experiencia en productividad agrícola y ganadera, suelen tener vacíos en temas ambientales. Por eso, asistieron a talleres específicos para fortalecer sus capacidades en biodiversidad, servicios ecosistémicos y sostenibilidad.
La meta es que estos profesionales puedan tener conversaciones más profundas con los productores e integren criterios ambientales en sus recomendaciones técnicas. Aunque el proceso aún no ha concluido con este grupo, los avances son prometedores.

Humedales, donde biodiversidad y productividad se potencian
Todo este trabajo —las fincas piloto, los talleres y las alianzas institucionales— sientan las bases para el desarrollo de un aplicativo. Esta herramienta permitirá gestionar futuros proyectos de manera más ágil y masiva, además de facilitar la aplicación de planes de acción en biodiversidad directamente en campo.
El aplicativo será una plataforma de conocimiento, seguimiento y articulación, donde productores, extensionistas y organizaciones podrán interactuar, compartir experiencias y escalar buenas prácticas. La visión es clara: transformar la relación entre producción y conservación, desde lo local hacia lo nacional.
Lo que ocurre en las cuencas de Fúquene y Tota no es un experimento aislado. Es una muestra de que los humedales pueden ser territorios de innovación, donde la biodiversidad y la productividad no se excluyen, sino que se potencian mutuamente.
Con metodologías adaptadas, alianzas estratégicas y formación comunitaria, es posible construir un modelo replicable para otros ecosistemas del país.
Para la Fundación Humedales, la transformación comienza con el diálogo: entre ciencia y campo, entre instituciones y comunidades, entre el agua y la tierra.







