Durante la Mañanera del Pueblo, José Antonio Peña Merino, titular de la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones, presentó los detalles del proyecto Coatlicue, la supercomputadora que el gobierno federal construirá como parte del Plan México, por lo que se apuesta por un salto tecnológico que colocará al país en el liderazgo regional del cómputo avanzado.

En Palacio Nacional, Peña Merino explicó que una supercomputadora es un sistema formado por miles de procesadores trabajando al mismo tiempo para resolver un mismo problema, especialmente aquellos que requieren analizar millones de datos de forma simultánea.
En contraste con equipos convencionales que tardan semanas o meses en procesar ciertos conjuntos, Coatlicue podrá hacerlo “en dos segundos, dos minutos”.
El corazón del sistema serán 15 mil GPU, unidades originalmente creadas para videojuegos, pero hoy indispensables para inteligencia artificial.
Estas GPU estarán distribuidas en unos 7 mil 500 chasís, equivalentes, dijo, a hasta 400 mil computadoras domésticas, montadas en 200 gabinetes interconectados.
Además, la capacidad total ascenderá a 314 mil billones de operaciones por segundo, 47 veces más que la supercomputadora más potente de la región hoy, ubicada en Brasil.
La inversión en Coatlicue costará 6 mmdp
El proyecto requerirá energía eléctrica, conectividad y un sistema robusto de enfriamiento por agua.
La inversión será de 6 mil millones de pesos, y se espera que se amortice rápidamente a partir de los beneficios públicos y los servicios de cómputo que podrá ofrecer a la iniciativa privada y a emprendimientos tecnológicos.
Coatlicue permitirá al Estado enfrentar problemas complejos: predicciones climatológicas, estimaciones de agua superficial y profunda, análisis de suelos, petróleo y gas, planeación de siembras, evaluación de movilidad, procesamiento masivo de datos aduanales y fiscales para combatir corrupción y evasión, así como aplicaciones avanzadas en salud.
Países como India, recordó, ya utilizan supercomputadoras de forma estratégica para soberanía alimentaria y gestión de recursos naturales.
Además, funcionará como un motor de innovación: servirá para investigación científica, proyectos emprendedores que requieran cómputo intensivo y para servicios a la industria, bajo un modelo sostenido por colaboración entre el gobierno, instituciones académicas y centros de investigación como el Instituto Politécnico Nacional, Infotec y el Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica.
La ubicación final se definirá en enero, considerando disponibilidad de energía, agua, conectividad y sismicidad.
Su construcción tomará 24 meses, pero el país no esperará para comenzar a trabajar en proyectos de alto cómputo: desde la semana pasada opera el Centro Mexicano de Supercómputo en Barcelona, creado en alianza con el Centro Nacional de Supercomputación de esa ciudad y que dará soporte mientras Coatlicue se levanta en territorio nacional.
“Será una computadora pública, operada por mexicanas y mexicanos, con capacidades que casi nadie ha visto en su vida”, afirmó Peña Merino al presentar uno de los proyectos tecnológicos más ambiciosos que haya anunciado el Estado mexicano.
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