
El presidente Donald Trump tiene una situación muy difícil. China desplazó a los Estados Unidos en Brasil, Chile, Argentina, Perú y Venezuela, Trump no puede tolerarlo ni impedirlo.
Después del despliegue militar en el Caribe, Trump debe hacer algo, pero no puede hacer absolutamente nada. China y Rusia tienen muchísimo dinero invertido en Venezuela, defenderán sus inversiones y su socio estratégico.
Si Trump marcha sobre Venezuela, habrá una guerra directa, no indirecta como la de Ucrania, contra ese país, China y Rusia, con muy pocas probabilidades de ganar.
Si Trump retrocede, perjudicará el prestigio estadounidense. Si Rusia y China abandonan sus inversiones y a Venezuela, perderán prestigio internacional.
Quien dispare primero iniciará un conflicto de proporciones incalculables, envolviendo a los tres principales arsenales nucleares del planeta.
Trump no puede avanzar, ni retroceder, ni quedarse donde está, atrapado en una situación absolutamente ridícula e insostenible.
Trump, es bueno entender esto: es dueño de casinos, tiene mentalidad de jugador. Recordemos que le dijo a Volodymyr Zelensky, el presidente de Ucrania: “Tú no tienes las cartas”.
Tiene una visión de casino del accionar político, “desafiando a la casa”. Trump decide “cerrar el espacio aéreo” sobre y en torno a Venezuela. Eso significa que si un avión de la Fuerza Aérea Venezolana despega, las tropas estadounidenses tienen “derecho” a derribarlo sobre su propio territorio.
Aquí hay pocas posibilidades de que “todo salga bien y rápido”, el conflicto se regionalice, envuelva a toda la región y afecte el comercio petrolero mundial.
Si llegan cadáveres de soldados estadounidenses en una guerra no autorizada por el Congreso, Trump tendrá serios problemas en un país donde hablan de guerra civil.
Un ataque estadounidense reunirá en Venezuela a todos los “chicos malos del mundo”: Rusia, China, Irán, Corea del Norte, la guerrilla y narcotraficantes colombianos.
Trump avanza como un sonámbulo hacia lo que podría ser la guerra final del imperio estadounidense. Más que “Lanza del Sur”, la operación debería tener el título de una película absurda y suicida: Trump contra el mundo.







