La actriz y cantante francesa Brigitte Bardot, una de las figuras más emblemáticas del cine europeo y símbolo cultural de los años 50 y 60, falleció a los 91 años, informó su fundación en un comunicado.
Nacida en París en 1934, Bardot irrumpió en el cine durante la década de 1950 y rápidamente se convirtió en un icono internacional de sensualidad y liberación femenina, con papeles memorables en películas como “Y Dios creó a la mujer” (1956), “La verdad” (1960) y “El desprecio” (1963), que la consolidaron como una de las actrices más influyentes de su generación.
Su imagen, con un estilo que combinaba desenfado y sofisticación, no solo marcó tendencias en la moda, popularizando el escote al estilo “Bardot”, sino que también transformó la percepción de la mujer en el cine de posguerra.
A lo largo de su carrera cinematográfica, participó en cerca de 50 películas y se convirtió en musa de directores de renombre tanto en Francia como en producciones internacionales.
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Más allá de la pantalla: música y activismo
Además de su éxito como actriz, Bardot incursionó en la música, colaborando con artistas como Serge Gainsbourg en temas como “J’ai t’aime… moi, non plus”, un proyecto que se volvió legendario aunque no se publicó oficialmente hasta años después debido a la controversia que generó.
Tras retirarse del cine en 1973, a los 39 años, Bardot canalizó su fama hacia la defensa de los derechos de los animales, fundando en 1986 la Fundación Brigitte Bardot, dedicada a la protección de especies y a la lucha contra la crueldad animal en todo el mundo, un legado que perduró durante décadas.
La figura de Bardot también estuvo marcada por la controversia, pues en sus últimos años, sus declaraciones políticas y sociales, incluyendo posturas alineadas con la extrema derecha y críticas a migrantes y comunidades religiosas, le valieron múltiples sanciones legales por incitación al odio, y generaron debates sobre su legado fuera de la cultura y el activismo animalista.
Últimos años y legado
Bardot pasó sus últimos años en Saint-Tropez, en el sur de Francia, donde vivió alejada del bullicio mediático, rodeada de animales y manteniendo su labor con su fundación.
Su muerte cierra un capítulo en la historia del cine europeo, recordada tanto por su magnetismo en la pantalla como por su impacto en causas sociales y culturales durante medio siglo.






