Ciudad de México, 28 mar. (AMEXI).- La tradición y el fervor religiosos se mezclaron este Jueves Santo en Iztapalapa con la representación de la Última Cena y el Lavatorio de los Pies en la 181 edición de la Pasión de Cristo.
Miles de personas se congregaron por la mañana en las calles de los ocho barrios de Iztapalapa para iniciar con la procesión de la imagen del Jesús Nazareno. La multitud caminaba lentamente entonando cánticos para recordar cómo en 1843 iniciaron esta representación para agradecer a Dios el fin de la epidemia de cólera que entonces azotaba al pueblo iztapalapense.
En las calles lucen listones blancos y morados en señal de solemnidad, además de que los vecinos colocaron diversos altares en las puertas y ventanas de sus casas para marcar el inicio de la Pasión y Muerte de Jesús.
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En cada altar, la procesión se detenía, se escuchaban oraciones y los sacerdotes y laicos llamaban a los asistentes a reflexionar sobre la vida de Cristo.
Al caer la noche, inició la representación de la Última Cena en el Jardín Cuitláhuac. Hasta ahí llegó Jesús, que este año es encarnado por el joven iztapalapense Christopher Gómez Hernández.
El escenario fue construido por cientos de personas siguiendo las descripciones de la Biblia.
Jesús llegó con sus apóstoles, entre ellos Judas Iscariote, el que le traicionó. Todo estaba listo. Tal como dicen las Escrituras, Cristo compartió el pan y el vino, instituyendo la Eucaristía para la fe católica. Judas mojó el pan en la copa de Jesuscristo, era la señal del traidor.
El ambiente se tornó solemne. El pasaje bíblico parecía real y los asistentes se conmovieron al presenciar este acto de amor y sacrificio.
Posteriormente, se llevó a cabo el Lavatorio de Pies, un acto de humildad y servicio de Jesús que hizo recordar la importancia de la entrega y la ayuda al prójimo.
Jesús pide fuerzas
Jesús y los Apóstoles subieron al Huerto de Getsemaní. Cristo oró. Sufrió y sintió ansiedad. Sudó gotas de sangre y le pidió a su Padre pasar la copa, pero todo estaba escrito… Jesús oró para pedirle a su padre fuerzas para enfrentar su destino y ofrendar su vida por los pecados de la humanidad.
Y vino la traición de Judas Iscariote. Le dio un beso. Los soldados romanos apresaron a Jesús y lo llevaron ante las autoridades para dar inicio con la conmemoración de la también llamada Semana Mayor.
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En esta 181 Representación de la Pasión y Muerte de Jesús en Iztapalapa, las autoridades estiman que sean dos millones de personas las que asistan; además de que son cinco mil los actores que participan en la representación.
En Iztapalapa, esta representación se vive con fervor y devoción ya que es un espacio de reflexión para que los creyentes mediten sobre el sacrificio de Jesús por la humanidad.
Esta escenificación es considerada una de las más importantes de Latinoamérica y es Patrimonio Cultural de la Ciudad de México por su antigüedad y popularidad en el país.
Este Jueves Santo en Iztapalapa ha sido una experiencia inolvidable, marcada por el fervor religioso, la tradición y un mar de emociones. La pasión y entrega de los actores, la fe de los asistentes y la solemnidad de cada acto han hecho de este evento un momento único que quedará grabado en la memoria de todos los presentes.