Ciudad de México, 13 jun. (AMEXI).- Superar la sequía actual requerirá varios años de intensas lluvias, pues su presencia en el verano próximo no significará que nos recuperemos de inmediato, advierte el académico de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, Saúl Arciniega Esparza.
En México, históricamente se han experimentado sequías a partir de 1984, y en los últimos 14 años la más severa fue en 2011 y 2012, la cual se prolongó durante dos años; posteriormente, en 2016 y 2017, prevalecieron periodos secos, aunque sin tanta intensidad, lo que indica que la precipitación promedio en esas fechas estuvo por debajo de lo esperado.
Expone que superar la sequía que hoy se vive depende de cuánto tiempo llueva; tendríamos que esperar bastantes años de precipitaciones intensas, además de que la temperatura y la evaporación no muestren cambios significativos.
“Si bien los sucesos hidrometeorológicos son los que más daños monetarios y repercusiones manifiestan a la población, las sequías son el segundo que más estragos financieros causan, aunque no las que más poblaciones lesionan”, señala.
Refiere que de 2000 a 2015 se reportaron 145 sequías que ocasionaron perjuicios por casi 21 mil millones de pesos, de ahí la importancia de analizar y comprender por medio de tecnologías y modelos numéricos para cuantificar y determinar el deterioro que provocan.
De acuerdo con Arciniega Esparza, son eventos naturales temporales y recurrentes, y una parte normal del clima en todas las regiones del mundo. Sin importar si son húmedas o secas, están catalogadas en distintas intensidades, y la sequía excepcional es la más severa.
Precisa que hay diversos tipos de sequía: meteorológica, por falta de lluvias, es decir, asociada al clima principalmente; agrícola, cuando hay un déficit de humedad en el subsuelo, lo que perjudica principalmente a los agricultores.
La sequía hidrológica, que implica la reducción de cuerpos de agua y de almacenamiento en acuíferos; en tanto que aquella que representa impactos ambientales, sociales y económicos se le denomina socioeconómica.
Cuando se presentan consecuencias permanentes en el ecosistema, que generan un sitio cada vez más seco y con menos precipitación, debería considerarse aridez, porque es una condición que conlleva procesos que no se pueden detener tan fácilmente, explica Arciniega Esparza.
“Si se trata de un proceso temporal inducido por el hombre, podemos definirlo como escasez hídrica, ejemplo de ello sería la mala gestión del agua en las presas, pero si este proceso no se puede revertir con facilidad, estaríamos en el curso de desertificación”, subraya el especialista universitario.