- The Climate Reality Project América Latina celebra la creación de un nuevo mecanismo para la transición justa, pero alerta que la falta de financiamiento y de decisiones vinculantes sobre combustibles fósiles amenaza con frenar el ritmo de la acción climática.
- El proceso no logró consolidar una discusión sólida sobre la provisión de financiamiento público y de calidad bajo el Artículo 9.1 del Acuerdo de París. La inclusión de esta conversación en el documento Global Mutirão diluyó la obligación jurídica de los países desarrollados.
La trigésima Conferencia de las Partes (COP30) en Belém concluyó con un resultado agridulce: un avance significativo en la institucionalidad para la transición justa que fue impulsado por la sociedad civil, contrastado con una falta crítica de ambición en los temas de financiamiento climático y la ausencia de una hoja de ruta vinculante para la salida de los combustibles fósiles.
Para The Climate Reality Project América Latina, la creación de un mecanismo en el marco del Programa de Trabajo de Transición Justa (JTWP) representa una victoria política clave para la región. Este mecanismo, que reconoce la Transición Justa como un componente central para implementar el Acuerdo de París, incorpora la mayoría de los principios propuestos por la sociedad civil y sienta una base firme para avanzar en la justicia social y ambiental en la acción climática.

El nuevo mecanismo, impulsado por la sociedad civil global y respaldado por Climate Action Network América Latina (CANLA), coloca los derechos laborales, la inclusión social y la participación comunitaria en el centro de la implementación del Acuerdo de París. Aun así, su diseño final quedó postergado para las próximas COP y requiere salvaguardas, financiamiento concesional y una estructura clara para no convertirse en una victoria simbólica.
En este contexto, Colombia destacó por mantener una postura firme, basada en la ciencia y orientada a elevar la ambición regional. Desde el inicio de las negociaciones, defendió que el acuerdo reconociera de manera explícita el papel de los combustibles fósiles como principal causa de la crisis climática e impulsó que se trazara una hoja de ruta para su eliminación progresiva. Incluso en la plenaria final, el país insistió en abrir un diálogo formal sobre esta transición, enviando un mensaje claro: sin enfrentar los fósiles, no hay camino posible hacia el 1.5 °C. Su liderazgo se proyecta hacia 2026, con el anuncio de la Primera Conferencia Internacional para la Eliminación Progresiva de los Combustibles Fósiles, una apuesta por convertir la ciencia en acción concreta.
En materia de financiamiento, los avances fueron insuficientes. La discusión bajo el Artículo 9.1 del Acuerdo de París volvió a diluirse, dejando sin claridad cómo los países desarrollados cumplirán con su obligación de proporcionar recursos públicos, previsibles y de calidad. La decisión de triplicar el financiamiento para la adaptación hacia 2035 carece de detalle, garantía y ambición real. Las comunidades en primera línea siguen sin el apoyo que necesitan para sobrevivir a los impactos crecientes de la crisis climática.
Tampoco se logró convertir en decisiones oficiales las iniciativas de la Presidencia para salir de los combustibles fósiles y detener la deforestación hacia 2030. Al quedar como simples anuncios sin mandato, se perdió la oportunidad de establecer una hoja de ruta vinculante que reflejara la urgencia de dejar atrás el petróleo, el gas fósil y el carbón y así proteger ecosistemas estratégicos, incluida la Amazonía. En este sentido, The Climate Reality Project América Latina reitera que declararla zona de exclusión fósil sería un paso político decisivo para la región.
“La COP30 termina con una victoria para el planeta, empujada desde la sociedad civil. En un contexto desafiante, la decisión de desarrollar un nuevo mecanismo para fortalecer la arquitectura institucional de la transición justa es un paso clave. Seguiremos trabajando para que este nuevo mecanismo sirva para superar la fragmentación e insuficiencia de los esfuerzos actuales y articular iniciativas dispersas, garantizar su coherencia con los objetivos del Acuerdo de París y ofrecer el marco de cooperación internacional reforzado tan necesario para acelerar la transición hacia energías limpias y dejar atrás los combustibles fósiles”, afirmó Javier Dávalos, líder de política climática en The Climate Reality Project América Latina.
Las organizaciones del Sur Global seguirán presionando por financiamiento en forma de subvenciones, decisiones vinculantes y coherencia con la ciencia. La transición justa avanza, pero solo será real cuando los países ricos actúen a la escala que el planeta exige.







