Miles de personas vivieron una noche vibrante en la edición 53 del Festival Internacional Cervantino con propuestas que cruzaron géneros, continentes y emociones.
El Cervantino volvió a demostrar por qué es uno de los encuentros culturales más importantes del mundo, pues el fin de semana estuvo marcado por el poder de la cumbia psicodélica, el arte ambiental y la majestuosidad de la música clásica coral.
Lee: Reeps One lleva la voz al límite en el Cervantino 2025
Sonido Gallo Negro: cumbia salvaje y cultura underground
En el escenario de Los Pastitos, el grupo capitalino Sonido Gallo Negro ofreció un concierto cargado de energía, ritmos tropicales y visuales en vivo a cargo del Dr. Alderete.
El público coreó y bailó temas como “Santa Bárbara”, “Mambo cósmico” y “La danza de los diablos” durante más de una hora de espectáculo.
Previo al show, los músicos hablaron con la prensa sobre su gira internacional, la cultura sonidera y el papel de la inteligencia artificial en la música.
Para Darío Maldonado, el Cervantino es “uno de los mayores honores que puede tener una banda independiente”; mientras que Yaya González subrayó la raíz latinoamericana de su propuesta: “Crecimos con la cumbia, es parte de nosotros y también una forma de resistencia”.
Pollution Pods: respirar el arte para entender la crisis climática
Junto al ritmo de la cumbia, el espacio de Los Pastitos también abrió paso a la experiencia sensorial de “Pollution Pods”, instalación del artista británico Michael Pinsky. Esta obra reúne cinco carpas geodésicas en las que el visitante puede sentir cómo se respira en ciudades con distintos niveles de contaminación, desde Tautra, Noruega, hasta Nueva Delhi, India.
Inspirado por décadas de activismo y arte ambiental, Pinsky explicó: “Nunca he separado el arte de la ciencia. El objetivo es generar conciencia desde lo sensorial”.
Carmina Burana: monumental concierto en la Alhóndiga
En la Explanada de la Alhóndiga de Granaditas, la Banda de Música del Estado de Guanajuato y el Coro del Teatro del Bicentenario, bajo la dirección de Adalberto Tovar y Jaime Castro, estremecieron al público con la imponente “Carmina Burana” de Carl Orff y la espiritual “Sinfonía de los Salmos” de Stravinski.
La interpretación de “O Fortuna” y “Amor volat undique” dejó al público visiblemente conmovido, mientras niñas y niños del coro añadían una capa emotiva a una noche inolvidable.