Huamantla vive “La Noche que nadie duerme”: tradición, color y fe que no se apagan
Cada año, en pleno verano, el Pueblo Mágico de Huamantla se convierte en un lienzo de aserrín multicolor y en un santuario de fe. Miles de visitantes y devotos se congregan para celebrar “La Noche que nadie duerme”. Es la festividad más grande en honor a la Virgen de la Caridad, patrona de la ciudad.
Kilómetros de color y devoción
La tradición se distingue por los tapetes monumentales de aserrín, que suman cerca de siete kilómetros y reproducen figuras religiosas, motivos florales y escenas de la vida comunitaria. Estos tapetes guían la procesión nocturna de la Virgen, en la que el fervor religioso se entrelaza con la identidad cultural.
En 2022, la celebración alcanzó el Récord Guinness al elaborar la alfombra de aserrín más larga del mundo: tres mil 932.6 metros de longitud, creada por 240 artesanos de todas las edades.
Voces desde Huamantla
“Es un momento mágico, lleno de color. No hay pueblo alguno que le llegue a la magia de Huamantla”, asegura José Luis Torres, habitante del lugar. Con orgullo, recomienda recorrer calles como Reforma Norte y Negrete, célebres por su decoración y la creatividad de sus tapetes.
Con la sonrisa de quien ama su tierra, subraya: “Se van a sorprender del evento, no hay otro lugar en el mundo con el colorido, la fe y la magia que aquí vivimos”.
🎉 ¡Huamantla está de fiesta!
Celebramos el 18 aniversario como #PuebloMágico de este hermoso destino de Tlaxcala, famoso por su espíritu festivo, su riqueza cultural y sus tradiciones únicas. 🌸No tepuedes perder cada 14 de agosto la espectacular tradición de “La Noche que… pic.twitter.com/G3ZsUVebm1
— SECTUR México (@SECTUR_mx) August 14, 2025
Sitios que completan la experiencia
La fiesta no se limita a la procesión. Los visitantes aprovechan para conocer la Basílica de la Caridad, el Museo de Huamantla, la Parroquia de San Luis Obispo, el ExConvento Franciscano y el Museo Nacional del Títere, único en México.
Uno de los momentos más esperados es la “Corrida de las Luces”. La plaza de toros se ilumina con velas y tapetes de aserrín mientras la Virgen ingresa en procesión. Esta fusión de rito religioso y espectáculo popular convierte a la noche en una experiencia irrepetible.
Una tradición que trasciende
“La Noche que nadie duerme” no solo preserva la devoción a la Virgen, sino también la memoria y el trabajo colectivo de generaciones de huamantlecos. Cada tapete es un acto de identidad y resistencia cultural frente al olvido y la homogeneización turística.
Para quienes la viven, la fiesta es prueba de que la fe y el arte popular pueden transformar una ciudad entera en un escenario que, por una noche, vence al tiempo y al sueño.
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