El Chelsea de Inglaterra hizo historia tras vencer 3-0 al PSG en el MetLife Stadium y convertirse en el primer campeón del Mundial de Clubes en su nuevo formato.
Los Blues sorprendieron al mundo con el resultado y el trámite del encuentro, pues dominaron al equipo que, antes de este partido, era considerado el mejor del planeta.
Cole Palmer fue el MVP de la final, pues su doblete y asistencia guiaron a su escuadra a una victoria redonda sobre el actual campeón de Champions League.
Por su parte, el equipo francés en ningún momento mostró su mejor versión y su desesperación fue evidente durante todo el cotejo, pues incitaron varias riñas y tuvieron un expulsado en los últimos minutos.
Un plan de juego perfecto
Enzo Maresca propuso un juego de alta presión y exigencia física, lo cual funcionó a la perfección desde el primer minuto. La escuadra parisina se notó incómoda toda la primera parte y no pudo controlar el trámite del encuentro ni salir a contragolpe.
El dominio británico se reflejó al minuto 22 con Palmer que definió de forma exquisita al poste más lejano de Gianluigi Donnarumma después de una gran jugada asociativa.
Al 30’ se amplió la ventaja, otra vez con “Cold” Palmer que hizo una réplica de su primera anotación. Y al 43’, João Pedro recibió un pase al espacio del 10 inglés y picoteó la pelota sobre Donnarumma para irse 3-0 al descanso.
Un gigante perdido y molesto

Luis Enrique no tuvo argumentos para contrarrestar el plan de Maresca. La media cancha estuvo desaparecida, la defensa dejó espacios y sus tres frontales no generaron peligro.
El equipo que parecía invencible se desmoronó con el paso de los minutos y su frustración la demostró con golpes y palabras sin ton ni son.
La cumbre llegó al minuto 85, cuando João Neves jaló de la cabellera a Marc Cucurella en una jugada intrascendente. El árbitro central, con apoyo del VAR, expulsó al jugador portugués, que sin reclamar se fue a bañarse temprano.
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Los shows dejaron mucho que desear
Al principio del partido y en el medio tiempo hubieron presentaciones musicales que no fueron muy llamativas.
Primero, Robbie Williams y Laura Pausini cantaron “Desire”, el nuevo himno oficial de la FIFA. Al terminar, la respuesta de la grada fue poco entusiasta.
Y en el medio tiempo, J Balvin, Tems, Doja Cat y Emmanuel Kelly, en compañía de Coldplay, intentaron prender a los aficionados que se dieron cita en Nueva York pero con poco éxito.