Miles de personas salieron a las calles de la ruta del XLII Maratón de la Ciudad de México, para convertirlo en una gran fiesta deportiva.
Aplausos, porras, gritos, matracas, música y cartulinas con mensajes se vieron en la valla humana que por tramos estuvo bien nutrida de personas que fueron a impulsar a su ser querido, a animarlo para que no cediera ante el cansancio y le imprimiera ganas y entusiasmo para llegar a la meta.
Fueron, en algunos casos, familias enteras para impulsar a su corredor, como es el caso de David Carmona, quien festejó su cumpleaños 32 corriendo el Maratón de la Ciudad de México y ahí estuvieron sus familiares para aplaudirlo y hacer una algarabía cuando pasaba por el kilómetro 16.
A su vez, el río de corredores tuvo de todo, como los participantes en silla de ruedas, quienes salieron primero, a las 5:45 horas en Avenida de los Insurgentes, entre el Estadio Olímpico y el bello edificio de Rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Un campeón olímpico
Entre los participantes de silla de ruedas participó Juan Pablo Cervantes, ganador de la medalla de oro en los 100 metros categoría T54 en los Juegos Paralímpicos París 2024, lo cual significó para él un reto, porque es un velocista y no un fondista, pero lo hizo sobre los 42 kilómetros 195 metros.
Ahí también tomaron la salida y corrieron por algunas de las principales calles de la capital mexicana, como la Avenida de los Insurgentes o la majestuosa Paseo de la Reforma, los corredores rarámuris, de quienes es sabe bien que son grandes participantes de resistencia.
Rarámuris y enmascarados
Lo hicieron las mujeres con sus largas faldas coloridas y una de ellas con sus calcetas rojas y huaraches sobe el duro piso del asfalto.
Ahí coincidieron enmascarados emulando a varios luchadores, aunque las más hermosas son las de El Santo, El Enmascarado de Plata o la de El Demonio Azul Blue Demon.
Y como desde años el ajolote anda de moda en la querencia del público y de autoridades, hubo quien portó una botarga del ajolote, un anfibio endémico, localizado en los canales de Xochimilco y estampado en los billetes de 50 pesos mexicanos.
Más allá de los corredores de élite, que son de varios países, en los números masivos de inscritos hubo de varias partes del país y de varias naciones, como uno de Uruguay.
“Sí existe Tlaxcala”, portó un corredor ese letrero en su playera, mientras que otro llevaba el Zihuatanejo estampado.
Nicho de emociones, credos y extractos sociales
El Maratón de la Ciudad de México es un nicho de emociones y expresiones, como personas que portaron una fotografía de un ser querido que ya no está con ellos, pero con su zancada lo honraron este domingo.
El Maratón de la Ciudad de México es un centro de reunión de todas las edades, extractos sociales, económicos y demás.
Ahí convivieron todos, todas y de todo, como lo dice una cartulina portada por un familiar: “Mi hermana es doctora y es maratonista”.
Esto, porque el Maratón de la Ciudad de México no distingue razas, credos y menos posiciones políticas.
Y ondeó la bandera
Y quien también recibió la admiración y los aplausos fue un participante en patineta, quien sin sus piernas iba sentado y se impulsaba con sus manos sobre el piso.
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Y también los corredores ciegos y débiles visuales, quienes con un guía cumplieron el objetivo de participar y recorrer los 42 kilómetros y 195 metros de esta gran fiesta deportiva.
Y como ya llega el mes patrio, pues la hermosa bandera mexicana salió a ser lucida en las manos de algunos participantes.







