Primera parte
Por José Luis Simón
Ciudad de México, 1 abr. (AMEXI).- El patriarca de los Juegos Olímpicos de la era moderna, el francés Pierre de Coubertin, consideró, hace más de un siglo, que “los Juegos son la solemne y periódica exaltación del deporte masculino, con el aplauso de las mujeres como recompensa”.
María José Alcalá, sentada en su silla y frente a su escritorio ejecutivo como la primera mujer mexicana en la presidencia del Comité Olímpico Mexicano (COM), analiza que “pudiera decirse que el movimiento olímpico nace misógino”.
Lo de Coubertin sólo fue una actualización de lo que fueron los Juegos Olímpicos de la Antigua Grecia, donde la mujer sólo fue aceptada como espectadora y sólo eran dignas quienes eran solteras.
Se sabe que desde entonces las mujeres emprendieron su luchar por tener y adueñarse de sus espacios y por demostrar sus aptitudes físicas, mentales y atléticas y por ello organizaron los Juegos Hereos, en honor a Hera, la reina de los antiguos dioses griegos.
Las mujeres quieren ganar medallas
Lo de Coubertin fue lo que se vivía y, al mismo tiempo, dio ingredientes a las mujeres organizadas que planearon sus propios juegos.
“Quiero que vean que yo también soy capaz y quiero lograr medalla”, deduce Alcalá Izguerra el pensamiento de aquellas mujeres que espantaron al movimiento olímpico de los hombres.
Ante la amenaza, Pierre de Coubertin y compañía abrió limitadamente las puertas a las mujeres para los Juegos Olímpicos París 1900 y sólo en dos deportes aristocráticos y considerados de “naturaleza femenina”: el tenis y el golf.
En la historia olímpica quedó más grabado el nombre de Charlotte Reinagle Cooper, por ser la primera mujer en ganar una medalla de oro, la del torneo individual y luego la de dobles junto a Reginald Doherty.
Pedazo a pedazo se rompió el techo de cristal
Recibió la presea dorada cuatro años después porque le dieron una participación meramente extraoficial, así que le entregaron su medalla en los Juegos Olímpicos de San Luis 1904.
Ella también es una heroína por sus aportes al desarrollo al tenis de aquellos años, hasta alcanzar el potencial de una industria competitiva en las canchas como es ahora.
“Y comparas esos momentos con la actualidad y dices ‘¿qué se siente romper los techos de cristal?’, pues es extraordinario que ahora las mujeres podamos ser votadas”, enfatizó emocionada en entrevista exclusiva con AMEXI.