Por José Luis Simón
Tercera y última parte
Ciudad de México, 20 abr. (AMEXI).- “Somos unas fregonas”, respondió con una espontaneidad y sonoridad María José Alcalá, cuando se le pidió un mensaje para las mujeres mexicanas.
La entrevista con AMEXI fue en marzo, enmarcada en las actividades del Día Internacional de la Mujer.
“Es un triunfo importante el que vamos a tener por primera vez (en el país) una mujer presidenta, lo cual demuestra que estamos preparadas para tener esas posiciones”, expresó.
Quien nació el 24 de diciembre de 1971 vivió la cerrazón de algunos hombres, la lucha y la revolución de la mujer.
Eso le permite ver en la actualidad “la globalización a expresar, a entender, a defender, a compartir, a dialogar…” por derechos, posiciones y espacios.
Grandiosa en la plataforma
Ella fue una clavadista especializada en la plataforma de diez metros, donde ganó la medalla de bronce en los Campeonatos Mundiales de Natación Roma 1994.
Participó en cuatro Juegos Olímpicos, siendo su mayor resultado el sexto lugar en Barcelona 1992, obviamente en la plataforma.
“Yo tengo una historia de vida nada fácil. Ahora se ve fácil mi vida, pero sigue siendo llena de complejidades, de problemas y de toma de decisiones, a veces difíciles”, compartió.
Enfatizó tener unos padres fabulosos, una madre con la batuta, firme y constante con ella para los entrenamientos.
Damnificada del terremoto de 1985
Recordó sus días de damnificada de Tlatelolco por el temblor de 1985.
Tenía que ir a entrenar al COM para tener como mínimo un alimento al día y si no, no tenía dónde comer como parte de una familia que vivía al día.
Que fue educada por hombre en el deporte, como su entrenador Jorge Rueda.
De quien ya falleció y formó varios medallistas, recuerda que era durísimo con las mujeres y no tenía palabras agradables, que eran duras y no las entendía y ahora las vive como parte de su carácter.
Madre soltera
María José, quien es madre soltera de una adolescente de 15 años, compartió que “lo único que veo en mí es a una mujer firme, disciplina y responsable, porque eso me ha permitido tener éxito”.
A su hija le pide que escriba su propia historia de cómo quiere ser vista: estudiosa, trabajadora, exitosa, honorable, con errores y aciertos, feliz y contenta, que sufra, que llore y con fracasos, porque el fracaso ayuda a una historia de éxito.
“Las mujeres somos exitosas, entonces, que sigan caminando, que no se detengan, que no le tengan miedo al éxito”, concluyó.