Por Jesús Mejía, enviado.
Buenos Aires, Argentina 27 jun (AMEXI).- Es inacabable el tema del gol con la “La mano de Dios” y forma parte de avatares del comercio y exposición en la capital bonaerense.
El 22 de junio de 1986 se registró en el Estadio Azteca la perdurable acción de la mano de Diego Armando Maradona, para la victoria de Argentina sobre Inglaterra, en la Copa del Mundo que organizó México.
Dicha anotación validada por los jueces, que años después reconoció públicamente el jugador lo hizo con el puño izquierdo, ocurrió durante el partido por los cuartos de final.
“Ahora sí puedo contar lo que en aquel momento no podía, lo que en aquel momento definí como La mano de Dios. ¡Qué mano de Dios, fue la mano del Diego! Y fue como robarle la billetera a los ingleses, también…”, escribió en su autobiografía y lo reconoció públicamente antes de su muerte ocurrida en 2020.
Fotógrafo mexicano
Según datos de internet, fue el fotógrafo mexicano Alejandro Ojeda Carbajal quien inmortalizó este momento en una toma en la que se ve claramente el golpe con la mano, material de supuesta autoría ya que no se pudo comprobar que tuviese el negativo del original.
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En una visita al bar temático sobre Maradona, ubicado a 400 metros del estadio de La Bombonera, sede del Boca Juniors (BJ), el equipo que militó, es posible ver reproducido el famoso gol de “La mano de Dios” en playeras, fotografías, llaveros y todo tipo de recuerdos para los aficionados locales y turistas.
El sitio está a unos cuantos metros del famoso llamado “Caminito”, en la calle de Don Pedro de Mendoza, que es un callejón, museo y un pasaje de gran valor cultural y turístico, ubicado en el barrio de La Boca, al sur de la Ciudad de Buenos Aires.
Es una taberna conocida como “Lo Del Diego”, pero también es una especie de museo, una retrospectiva de la vida y trayectoria del famoso jugador albiceleste, del que se venden playeras como los facsímiles del número 10 que portaba con la Selección de Argentina y con el BJ.
AMEXI/Foto/Jesús Mejía
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Las playeras con la fotografía del famoso pero controvertido gol, se venden como “pan caliente”, al igual que las playeras albicelestes con el número diez similares a las que usó el astro argentino con el seleccionado de su país.
Con Dios
Resalta la reproducción de un cuadro-parodia tomada del fresco la Creación de la Capilla Sixtina del pintor renacentista Miguel Ángel Buonarrotti, en el que se ve a Dios extendiendo la diestra y en el lado contrario el propio Maradona alargando su brazo izquierdo.
De todo hay en esta tienda del bar que lleva el sello o imagen del futbolista, como las playeras auriazules del Boca Juniors, la casaca que utilizó con el Nápoles, chamarras, sudaderas, gorras, tazas y trofeos en diferentes tamaños.
También hay una reproducción en tamaño real del jugador albiceleste para que los visitantes se tomen la fotografía sin faltar muñecos de goma, facsímiles, a escala en miniatura dentro de cajas de plástico.
Una galería de fotografías de diferentes momentos de la trayectoria del futbolista se muestra al fondo de la taberna, enmarcado con un tablero de luces en forma del número diez que lo distinguió.
Los admiradores del goleador, que algunos equiparan con Messi –con quien aparece en reproducciones a escala real en algunos balcones del barrio- reconocen las fotografías que dieron la vuelta al mundo, en las que Maradona sostiene en sus manos la Copa del Mundo 1986.
Barrios en decadencia
El grito de gol de un eufórico aficionado, desde una ventana del barrio El Caminito, una especie de botarga, enmarca el ambiente festivo de este sitio, también conocido como “La casa de Dios” que, a decir de sus empleados, sólo una ocasión fue visitado por Maradona.
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Ya transcurrieron 38 años de ese polémico gol y casi cuatro años de la desaparición física del jugador, pero sus seguidores le perdonan todo, incluso su adicción a las drogas, el ejemplo dado, su pedantería, ya que Maradona anotó en ese mismo partido contra los ingleses el llamado “Gol del Siglo”.
En el barrio El Caminito sobresalen casas de gran colorido con balcones en los que penden monigotes de Maradona y de Lionel Messi, cerca de un estadio que vivió sus mejores años, ahora en declive como todo el conjunto urbano, cuyo deterioro es evidente en casas y calles abandonadas, y tiendas y bares que subsisten gracias a la fama.