Ciudad de México, 3 abr. (AMEXI). – El consumo privado, que permite conocer la evolución del gasto que hacen los hogares en bienes y servicios, disminuyó 0.6% durante la “cuesta de enero” de este año, su mayor caída desde febrero del 2023.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) informó que, por componente, en el primer mes de 2024, el consumo de bienes y servicios de origen nacional descendió 0.8% y el de bienes de origen importado aumentó 0.4%, con datos ajustados por estacionalidad.
A tasa anual y con series desestacionalizadas, el consumo privado incrementó 1.9%, desacelerándose fuertemente desde el crecimiento de 5.5% en diciembre pasado y su menor avance desde la contracción de 6.23% observada en febrero del 2021.
A su interior, el gasto en bienes de origen importado creció 14.3% y en bienes y servicios nacionales cayó 0.5%, agregó el organismo.
Pega erosión del poder adquisitivo
El analista de Grupo Financiero Ve por Más (Bx+), Ángel Huerta, consideró que era altamente probable que el consumo se viera afectado por la erosión en el poder adquisitivo, pues el alza en los precios de alimentos durante enero produjo que la inflación marcara un máximo de siete meses, en 4.88% a tasa anual.
Además, las remesas en pesos continuaron decreciendo en 5.7% anual en enero, lo que opacó los bajos niveles de desempleo de 2.8%, apuntó.
La directora de Análisis Económico-Financiero de Grupo Financiero Base, Gabriela Siller, opinó que los resultados del consumo privado en enero plantean un panorama negativo para el crecimiento económico de México en el primer trimestre del 2024, pues diversos indicadores económicos muestran un desempeño desfavorable al inicio del año.
En tanto, el director ejecutivo de Análisis Económico y Estrategia de Mercado de Banorte, Juan Carlos Alderete, anticipó que el mayor ingreso disponible en los hogares beneficiarios de los programas sociales, así como la fortaleza de los fundamentales (incluyendo el avance de los salarios) serán vientos a favor para el consumo privado.
No obstante, reconoció retos derivados de una mayor volatilidad en los precios –así como la persistencia al alza en la inflación subyacente– y de la posible pérdida de poder adquisitivo de las remesas en moneda local.