El engaño de las “novias virtuales”: el catfishing que acecha en México
El mensaje de catfishing llegó a Daniel, ingeniero de 34 años en Guadalajara, a través de una aplicación de citas con gran presencia en México:
—“Hola, guapo, llevo semanas viendo tu perfil. Me encantaría conocerte, pero estoy pasando por un mal momento. ¿Podrías ayudarme con algo de dinero?”
La mujer parecía real: fotos en diferentes escenarios, conversaciones rápidas y emotivas, un aire de confianza inmediata. Todo encajaba, hasta que pidió una transferencia. Daniel, como miles en México, había caído en el fenómeno del fraude de las “novias virtuales”.
Catfishing: el fraude que gana terreno en México
El catfishing consiste en crear perfiles falsos en redes sociales, apps de citas o videojuegos, donde los delincuentes se hacen pasar por personas atractivas o confiables para seducir a sus víctimas.
Especialistas en ciberseguridad advierten que este delito crece en México, impulsado por la inteligencia artificial y los deepfakes, que permiten crear fotos y videos falsos cada vez más convincentes.
Según la Policía Cibernética, las pérdidas van de 10 mil a 200 mil pesos, aunque el impacto emocional suele ser mayor: víctimas que se sienten traicionadas, humilladas o incluso chantajeadas con imágenes íntimas.
El modus operandi: de la seducción a la extorsión
El fraude rara vez comienza con un pedido de dinero. Primero llegan los halagos, las charlas nocturnas, las promesas de un encuentro. Después, la excusa: una emergencia médica, un vuelo cancelado, un bloqueo bancario.
“En muchos casos, el delincuente busca más que dinero: quiere datos personales, contraseñas o imágenes íntimas”, advirtió la SSC de la Ciudad de México en un comunicado (🔗 ver publicación oficial).
En otros casos, logran instalar software de acceso remoto en los dispositivos de las víctimas, exponiendo toda su información personal.

Diversas caras del catfishing
De acuerdo con especialistas, este fraude adopta múltiples formas:
- Romántico: estafas amorosas que simulan relaciones profundas y terminan en pedidos de dinero.
- Financiero: se hacen pasar por socios o inversionistas para obtener transferencias.
- De identidad falsa: buscan manipular, espiar o trolear a la víctima.
- Por venganza: fingen interés amoroso para luego humillar o extorsionar.
- Psicológico: personas inseguras que fingen ser alguien más, sin fines económicos.
- Profesional: creación de perfiles falsos en LinkedIn para obtener empleos o prestigio.
- De control: padres que espían a hijos, parejas que ponen a prueba la fidelidad.
- En videojuegos: manipulación emocional o económica en comunidades online.
🔗 Más información sobre fraudes digitales.
Voces de las víctimas
Ana, estudiante de 22 años en la CDMX, relata que creyó conocer a un joven extranjero en un videojuego. Tras meses de interacción, él pidió fotos privadas a cambio de regalos virtuales. Hoy vive con miedo de que esas imágenes circulen en internet.
Por su parte, José, viudo de 58 años, en Monterrey, perdió 150 mil pesos enviando transferencias a una supuesta enfermera que decía trabajar en Canadá. “Pensé que me había enamorado, pero era un grupo criminal”, cuenta con la voz quebrada.
Cómo detectar el engaño
Los expertos recomiendan identificar banderas rojas:
- Solicitudes de dinero en etapas tempranas.
- Historias demasiado trágicas o perfectas.
- Evadir videollamadas o encuentros en persona.
- Fotos de perfil genéricas o rastreables en bancos de imágenes.
- Lenguaje demasiado intenso en poco tiempo (“te amo” en la primera semana).
Catfishing: una amenaza que evoluciona en México
El catfishing en México no es un fenómeno aislado. En Estados Unidos, las estafas románticas reportadas en 2023 superaron los mil 300 millones de dólares, según la Federal Trade Commission (FTC).
En México, las autoridades reconocen que los casos denunciados son apenas la punta del iceberg. La mayoría de las víctimas calla por vergüenza o miedo.
La Policía Cibernética insiste: la prevención empieza con la desconfianza digital y con verificar siempre la identidad de quien está al otro lado de la pantalla.
Un investigador en ciberseguridad resume:
“La fragilidad no está en la tecnología, sino en la esperanza de ser amados. Esa esperanza, en manos equivocadas, se convierte en un arma”.
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