📌 «Yo sufrí violencia desde antes de nacer, mi mamá me pegaba cuando estaba en su vientre»
Irene (nombre que ella eligió para esta entrevista) es una mujer que ha vivido en carne propia una historia de violencia. A sus 51 años, ha soportado todo tipo de maltratos, desde abusos y humillaciones hasta golpes, durante 45 años.
«Yo no debí nacer. Mi mamá quedó embarazada de mi papá, pero no quería tenerme. Hace 51 años no era tan fácil abortar. Intentó con pastillas, tés, golpes en el vientre… y aquí estoy. Desde ese momento, aprendí a resistir.»
Entre lágrimas y nostalgia, Irene relata su infancia llena de violencia. «Sufrí maltrato en la casa, en la escuela, con los abuelos, con los hermanos, pero sobre todo de mi mamá. Ella no me quiso nunca. Me gritaba, me pegaba, me daba cachetadas, me obligaba a bañarme con agua fría. Era la última en comer, si es que quedaba algo de comida. Mi papá me insultaba y me trataba como su sirvienta. Solo estudié la primaria porque una tía me llevaba con sus hijos».
¿Por qué marchamos el #8DeMarzo ?
En México, cada día 9 mujeres son asesinadas. No son solo cifras. Son vidas.
Y muchas veces, la violencia empieza con el lenguaje:
– “Si realmente me quisieras, harías lo que te pido.”
– “Calladita te ves más bonita.”
– “Tú me provocas.” pic.twitter.com/rfUernvwuv— Lourdes Valencia (@LourdesValTo) March 7, 2025
Una historia de violencia familiar y conyugal
Cuando Irene comenzó a hacer amigos, su familia la acusaba de ser una «piruja» y la amenazaba con echarla de casa si quedaba embarazada. A los 15 años se embarazó y su familia cumplió su amenaza.
«Pensé que sería un alivio salir de esa casa, pero el infierno continuó. Me fui con el papá de mi hija y su familia me trató peor. Me insultaban, me humillaban, decían que mi hija no era de él.»
Su pareja, Ramiro, era cinco años mayor y estudiaba para ser policía. «Me prometió que al graduarse tendría trabajo y nos iríamos a vivir juntos. Esperé 20 años por esa promesa».
En ese tiempo, vivieron con la familia de él en una vecindad de Iztapalapa, junto a ocho personas más. Su suegra justificaba los abusos y lo alentaba a dejarla. «Ramiro llegaba borracho, no volvía a casa. Su mamá decía que yo no valía la pena».
Las agresiones se volvieron más violentas con el tiempo. «Como policía, sabía cómo golpearme sin dejar marcas visibles. Nunca lo denuncié. Me decía que nadie me creería».
Además, mantenía relaciones con otras mujeres y le transmitió una enfermedad que le impidió volver a tener hijos. «Cuando él quería, yo debía estar disponible. Me violó muchas veces».
Un nuevo comienzo tras el infierno
Entre sollozos, Irene cuenta cómo logró liberarse. «Hace seis años decidí dejarlo. Se había enamorado de otra mujer y ella le exigió que me dejara. Le agradezco, porque me quité un peso de encima».
Su camino no fue fácil. «Me quedé en la calle, sin dinero, sin comida. Sobrevivía con lo que encontraba en la basura. Luego, una señora me ofreció trabajo y techo. Ahora la cuido y ella me da un hogar. No sé por qué viví tanto dolor, pero por fin encontré paz».
Ahora, tras su larga historia de violencia, Irene busca sanar sus heridas. «Estoy en un grupo de apoyo para mujeres violentadas. Me duele saber que en este mundo las mujeres no somos importantes. Así lo viví».
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Su hija y el destino de sus padres
Su hija, hoy de 35 años, logró escapar del ciclo de violencia. «Es enfermera, vive con su pareja y sus hijos. Yo siempre la protegí, pero un día se cansó de ver cómo me trataban. A los 19 años se fue de casa y me invitó a irme con ella, pero no quise ser una carga. Me alegra que tenga lo que yo nunca tuve».
Sobre sus padres, su respuesta es tajante. «No sé si viven. Hace 30 años mis hermanos me buscaron para que los cuidara. Me negué. Nunca me quisieron, ¿por qué debería quererlos yo?»
Según la Secretaría de las Mujeres, en el primer trimestre de 2024 se registraron cuatro mil 765 casos de violencia contra mujeres en la Ciudad de México.