“Ganó el mal, nos quitaron a un gran ser humano”: Memo Valencia, dirigente del PRI en Michoacán, tras el asesinato de su amigo Carlos Manzo.
En Michoacán la violencia ya rebasó todos los límites y queda claro que el crimen organizado se apoderó de las actividades económicas, políticas y sociales.
Los poderes fácticos ya no solo retan a las autoridades, las desafían; con acciones letales, los criminales demuestran quién manda y quién decide el destino de Michoacán.
Del horror al terror, así nos han llevado los criminales a las y los michoacanos, sin que el gobierno federal y el gobierno estatal hagan algo.
La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla no pueden decir que nadie se los advirtió: el líder limonero Bernardo Bravo Manríquez y Carlos Alberto Manzo Rodríguez hicieron denuncias públicas y llamaron de mil maneras a la intervención oficial contra la delincuencia.
Pero la presidenta y el gobernador pusieron oídos sordos; negación y frivolidad caracterizan a los dos niveles de gobierno responsables de contener el narcoterrorismo y las extorsiones.
Con total impunidad, ante la inoperancia del régimen morenista, a balazos callan las voces que se atreven a denunciar la injerencia del crimen organizado imperante en todos los rincones del estado.
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Seguridad sepultada
En Michoacán nadie está a salvo. El asesinato de Carlos Manzo sepulta, de una vez por todas, la seguridad y la gobernabilidad.
El dirigente estatal del PRI en Michoacán, Guillermo Valencia Reyes, expresó su dolor por el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo Rodríguez, a través de un mensaje difundido en sus redes sociales, donde pidió respeto ante el momento que atraviesa.
“No tengo nada que decir, por favor no me llamen, respeten mi dolor. Quienes me conocieron y conocieron a Carlos entienden bien la razón”, escribió el dirigente priista visiblemente afectado.
Valencia lamentó la pérdida de quien consideró uno de sus más cercanos amigos y compañeros de lucha.
“Siempre creí que en la lucha entre el bien y el mal los buenos ganaríamos, pues he creído que #LosBuenosSomosMás, pero hoy no fue así. Ganó el mal, ganaron los malos, nos quitaron a un gran ser humano, un hombre bueno, íntegro, un hombre impar”, señaló.
El político recordó que a lo largo de su vida ha perdido a varias personas cercanas.
“Primero me quitaron a César, luego a Caleb, ahora me quitan a Carlitos, mi querido hermanito. No compartimos la sangre, pero sí el cariño y los ideales”, expresó.
Visiblemente dolido, reconoció que el clima de violencia en Michoacán alcanza incluso a quienes han alzado la voz contra la inseguridad. “No puedo pedir justicia, no puedo pedir ya nada. Me queda claro que en Michoacán los que nos atrevemos a alzar la voz, tarde o temprano somos silenciados”, lamentó.
“Descansa en paz, hermanito —concluyó Valencia—. Hoy será otra de las noches más tristes de mi vida.”
No quiero ser un alcalde más ejecutado: Carlos Manzo
A principios del año, el alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, expresó públicamente su temor ante la creciente violencia en el municipio y la falta de atención del gobierno federal.
En una entrevista con el periodista Joaquín López-Dóriga, el edil advirtió: “No quiero ser un alcalde más de la lista de los ejecutados, de los que les han arrebatado la vida”.
Manzo había denunciado la presencia de grupos criminales, el hallazgo de fosas clandestinas y la existencia de campos de adiestramiento presuntamente encabezados por centroamericanos en la región.
El presidente municipal reconoció que temía por su vida, motivo por el cual exhortó al gobierno de México y al secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, a visitar Uruapan para atender la crisis de violencia que afecta a la segunda ciudad más importante de Michoacán; pero fue ignorado.
Su cuerpo fue velado en la Funeraria San José, bajo un fuerte dispositivo de seguridad, donde entraban sólo conocidos y familiares del alcalde. A las 12:30 se le rendirá un homenaje en la Pérgola de la plaza Morelos, en el centro de Uruapan.







