La decisión del Papa Francisco de ser sepultado en la Basílica de Santa María la Mayor, en lugar de las tradicionales grutas vaticanas bajo la Basílica de San Pedro, ha generado un profundo interés entre fieles y expertos en historia eclesiástica, por lo que su elección no solo rompe con una tradición de más de un siglo, sino que también refleja su visión de una Iglesia más cercana, mariana y sencilla.
Un Santuario de Devoción Personal
Desde el inicio de su pontificado en 2013, el Papa Francisco mostró una profunda conexión con la Basílica de Santa María la Mayor.
Antes y después de cada viaje apostólico, solía detenerse en este santuario mariano para encomendar sus intenciones y agradecer la protección de la Virgen María, a quien veneraba bajo el título de Salus Populi Romani (Protectora del Pueblo Romano).
En su testamento, el pontífice expresó su deseo de que su “último viaje terrenal” terminara precisamente en este lugar, donde tantas veces había orado.
También puedes leer: El próximo Papa debe ser “una voz profética con profunda fe en Cristo”: Jorge Traslosheros
Un Espacio con Profunda Historia
La Basílica de Santa María la Mayor es una de las cuatro basílicas papales de Roma y su origen se remonta al siglo IV.
Según la tradición, el Papa Liberio ordenó su construcción en el sitio donde ocurrió una nevada milagrosa en pleno verano, tras una aparición de la Virgen María a un matrimonio patricio.
A lo largo de los siglos, el templo es un punto de referencia para la devoción mariana y alberga reliquias de gran importancia, como los cinco maderos que, según la tradición, formaron parte del pesebre donde estuvo Jesús en Belén.
Un Mensaje de Humildad y Cercanía
La elección de Francisco también se alinea con su visión de una Iglesia menos ostentosa y más accesible.
A diferencia de la Basílica de San Pedro, que simboliza el poder institucional del Vaticano, Santa María la Mayor es un espacio de recogimiento y devoción popular.
Su arquitectura, que conserva la forma de un templo romano pagano, y su rica decoración con oro traído de América por la Corona española, la convierten en un lugar de gran significado histórico y espiritual.
Te puede interesar: Tras la muerte de Francisco, se avecina un cónclave complejo y decisivo: Hugo Valdemar
Un Legado que Perdura
Con esta decisión, el Papa Francisco se unió a otros siete pontífices que fueron sepultados en esta basílica, entre ellos Pío V y Clemente IX.
Sin embargo, su elección marca un precedente en la historia moderna de la Iglesia, por lo que se reafirmó su compromiso con una fe centrada en la misericordia y la cercanía con los fieles.
La Basílica de Santa María la Mayor, que ya era un símbolo de devoción mariana, ahora se convierte en un lugar de peregrinación aún más significativo para quienes desean rendir homenaje a su legado.
La sepultura del Papa Francisco en este santuario no solo representa el cierre de su pontificado, sino también un mensaje claro sobre la esencia de su liderazgo: una Iglesia que prioriza la humildad, la inclusión y la cercanía con el pueblo.
Mientras el mundo observa este momento histórico, su última morada se convierte en un testimonio de su visión transformadora de la fe