La espera concluyó. El mundo católico recibió con júbilo el tradicional anuncio “Habemus Papam” con Robert Francis Prevost es el nuevo Papa, León XIV desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, marcando el inicio de un nuevo pontificado.
Tras varios días de deliberaciones a puerta cerrada, los cardenales electores han elegido al nuevo Sumo Pontífice, en uno de los procesos más solemnes y cargados de simbolismo de la Iglesia Católica.
A las 10:07 horas tiempo central de México, el humo blanco emergió de la chimenea instalada en la Capilla Sixtina, señal inequívoca de que se había alcanzado la mayoría calificada de dos tercios necesaria para elegir a un nuevo Papa.
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Minutos después, a las 10:58 horas, el cardenal protodiácono Dominique Mamberti, siguiendo el ritual que se ha mantenido desde 1417, pronunció la fórmula: “Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus Papam”.
El elegido es Su Eminencia Reverendísima el Cardenal Robert Francis Prevost de Estados Unidos, quien ha tomado el nombre de León XIV.
La elección representa una continuidad en la dirección pastoral y política del Vaticano, y su perfil ya comienza a generar expectativa en fieles, analistas y líderes mundiales.
Una elección marcada por los desafíos actuales
El Cónclave se reunió tras la muerte del Papa Francisco, en un contexto de profundos desafíos para la Iglesia: la secularización creciente en Europa, los escándalos de abuso, la necesidad de reformas internas y el avance del catolicismo en regiones como África y Asia.
Con 133 cardenales con derecho a voto, el proceso de deliberación se desarrolló bajo un estricto aislamiento tecnológico y comunicacional.
La Capilla Sixtina, custodiada por la Guardia Suiza y sellada al mundo exterior, se convirtió una vez más en el epicentro de una de las decisiones más relevantes del cristianismo.
Primeras palabras del nuevo Papa
Ante una Plaza de San Pedro colmada de fieles y banderas del mundo entero, el papa León XVI apareció en el balcón central, visiblemente emocionado.
En sus primeras palabras, agradeció la confianza del Colegio Cardenalicio y pidió oraciones por su misión:
“Hermanos y hermanas, buenas tardes. Gracias por su acogida. Pidamos juntos al Señor que me acompañe en este nuevo camino de servicio a su Iglesia.”
El discurso, breve y humilde, dejó entrever las líneas pastorales que podrían marcar su pontificado: cercanía con el pueblo, sencillez y compromiso con los sectores más vulnerables.
Ante miles de católicos del mundo reunidos en la Plaza de San Pedro y en su primer mensaje León XIV soltó:
«La paz esté con todos ustedes. Queridos hermanos y hermanas. Este es el primer saludo de Cristo resucitado y buen pastor que ha dado la vida por el rebaño de Dios», inició.
«También quisiera que este saludo de paz, llegue hasta sus corazones, les alcance a sus familias, a todas las personas, donde quieran que se encuentren, a todos los pueblos, a toda la tierra. La paz esté con ustedes», acotó.
El Sumo Pontífice se tomó unos minutos para retomar el discurso. En las imágenes que se vieron en la televisión se le observó emocionado y con lágrimas en los ojos.
«Esta es la paz de Cristo resucitado: una paz desarmada y desarmante, humilde y perseverante, que proviene de Dios, Dios que nos ama a todos incondicionalmente».
Le dedica unas palabras a Francisco
El nuevo Papa le dedicó unos minutos a su antecesor el Papa Francisco: «Todavía conservamos en nuestros oídos a esa voz débil, pero siempre valiente, del Papa Francisco, que bendecía a Roma y al mundo entero aquella mañana de Pascua».
En las palabras a los millones de católicos, el Papa Robert Francis Prevost enfatizó: «Hoy me piden dar seguimiento a esa bendición. Dios nos ama. El mal no prevalecerá. Todos estamos en manos de Dios. Por tanto, sin miedo, unidos, de la mano con Dios y entre nosotros, sigamos adelante».
Con la boca seca y con la carga de la Iglesia Católica, León XIV abundó: «Somos discípulos de Cristo. Cristo va delante de nosotros. El mundo necesita su luz. La humanidad necesita una vía hacia Él, un puente para ser alcanzados por Dios y su amor. Ayudémonos los unos a los otros a construir puentes, a través del diálogo y el encuentro».
«Unámonos todos para ser un solo pueblo, en un único mundo» y agradeció al papa Francisco.
Agradeció a los hermanos cardenales que me han elegido para ser sucesor de Pedro y caminar con ustedes como una Iglesia unida, buscando siempre la unidad, la paz y la justicia.
«Trabajemos como hombres y mujeres fieles a Jesús, sin miedo para proclamar el Evangelio, para ser misioneros. Soy hijo de San Agustín, agustino. Con ustedes soy cristiano, para ustedes soy obispo.”
En su primer mensaje también envió un saludo especial a Roma y les pidió a sus habitantes que se debe buscar juntos cómo ser una Iglesia misionera, «una Iglesia que construye puentes, con los brazos abiertos para todos, especialmente hacia quienes necesitan nuestra caridad, nuestra presencia, el diálogo y el amor.
«Un saludo también a todos aquellos que me han pedido que recuerde a Dios en el Perú, donde un pueblo fiel ha acompañado a su obispo, ha compartido su fe y ha entregado tanto por seguir a Cristo».