La clase trabajadora de Estados Unidos viró hacia el Partido Republicano en los últimos años y en una contienda electoral tan reñida como la de 2024, la tendencia se traduce en semáforo rojo para la aspirante demócrata a la presidencia de esa nación, Kamala Harris.
Y si bien éste no es un bloque uniforme de votantes, sí le ha complicado la vida a la campaña de la aún vicepresidenta, sobre todo en algunos estados clave donde se definirán los resultados de la elección del próximo martes 5 de noviembre.
Las razones del viraje de la clase trabajadora, que hasta hace poco más de una década era un bloque de electores cautivo para los demócratas, son diversas: una mezcla de cambio cultural en el país con pérdida de trabajos de manufactura y la erosión o desaparición de sindicatos.

Más trabajadores afroestadunidenses y latinos apoyan ideas de Trump
Harris tiene aún apoyo mayoritario entre votantes “de color” sin título universitario; pero comparado con otros aspirantes demócratas recientes —Barack Obama, John Kerry, Joe Biden y Bill Clinton—, sus números son menores con afroestadunidenses y latinos.
Une encuesta Gallup revela que, amén de millones de angloestadunidenses, el 43 por ciento de latinos o hispanos apoyan la construcción de un muro a lo largo de la frontera con México y el 40 por ciento de afroestadunidenses respaldan esa propuesta de Donald Trump.
Asimismo, el 45 por ciento de los latinos y el 41 por ciento de los afroamericanos registrados para votar apoyan la idea de una deportación masiva de indocumentados del país.

Muchas promesas para seducir a la clase trabajadora
“Una buena parte del mensaje populista central de Trump es música para los oídos de muchos negros y latinos en el país”, aseveró Paul Clark, académico de la Universidad Estatal de Pennsylvania.
Precisó que ser un elector a favor de Trump se ha convertido en una especie de identidad para muchos, que a menudo incluye también ser dueño de un arma y de un camión de carga (transportistas).
Y pocas cosas reflejan el cambio de apoyo de algunos obreros del país como el hecho de que uno de los principales sindicatos de trabajadores de Estados Unidos, los Teamsters, decidieron el mes pasado no endosar su apoyo ni a Harris ni a Trump, después de décadas de estar del lado de los demócratas.
En la recta final de la campaña los candidatos se desviven en mensajes de apoyo y promesas a los menos favorecidos: estímulos fiscales, restricciones al alza de precios de productos básicos, reducción de ciertos tipos de impuestos o apoyo del gobierno con pago inicial para comprar vivienda.
Harris acusa a Trump de prometer cosas que solamente endeudarán más al país y de ofrecer cacahuetes a las personas con menor poder adquisitivo y a la clase trabajadora para, en realidad, ayudar a los billonarios como él.
Trabajadores decidirán entre reindustrializar o la continuidad
Los asesores del expresidente señalan que concentrarse en solo algunas de las propuestas de Trump, como la amenaza de vastas tarifas comerciales que pasan por alto tratados internacionales como el de Libre Comercio en América del Norte (T-MEC), es mirar a un par de árboles y no al bosque.
«Es un paquete de acciones cuyo último objetivo es reindustrializar al país», destacó Joe Lavorgna, excolaborador en el gobierno de Trump (2016-2020).

El programa económico de Harris apunta a “la certidumbre y continuidad” con las políticas de Biden con respeto a las leyes vigentes, incluido el desarrollo de energías limpias y los compromisos de Estados Unidos en el mundo.
Estudios en la escuela de negocios de la Universidad de Pennsylvania y del Comité Apartidista para un Presupuesto —Federal— Responsable, estiman que el programa económico de la candidata demócrata no sumará tanto al déficit y a la deuda nacional como el de Trump.
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