Ciudad de México, 9 jul. (AMEXI).- El fraude financiero que cometen ciberdelincuentes afecta física, mental y emocionalmente a las víctimas, quienes presentan altos niveles de estrés, ansiedad y depresión, debido al sentimiento de vulneración y traición, asociado al miedo a sufrir más estafas.
En un estudio, la empresa especializada en fraude digital y lavado de dinero impulsado por la inteligencia biométrica del comportamiento, BioCatch en América Latina, indica que uno de cada tres casos de fraude en 2023 fue con ingeniería social, es decir, usando mecanismos de manipulación emocional, sobre todo en países como Brasil, México, Chile y Argentina.
Precisa que 70 por ciento de las víctimas de fraude en Latinoamérica han sufrido pérdidas financieras, un problema que requiere tanto de prevención como apoyo emocional y psicológico.
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Neli Freitas, especialista en Servicio al Cliente y Prevención de Fraude, colaboradora de BioCatch, destacó que los ciberdelincuentes aprovechan el fácil acceso a redes sociales y aplicaciones como WhatsApp y Telegram, y usan Inteligencia Artificial (IA) pare crear video, imagen o voz manipulados mediante para engañar a sus víctimas.
Sin embargo, advirtió que generalmente, cuando una persona fue víctima de un fraude, se pasan por alto las consecuencias individuales en la salud física, mental y emocional.
También sienten vergüenza o culpa
“La experiencia de ser engañado en un fraude financiero implica algo más que pérdidas materiales; afecta a las víctimas emocional y psicológicamente, dejando cicatrices duraderas. Generalmente, las víctimas no denuncian la mayoría de las estafas debido a la vergüenza o a la culpa que sienten al haber sido defraudadas”, dijo a su vez Josué Martínez, global advisor de BioCatch.
Indicó que aunque los adultos mayores están entre los principales objetivos de este tipo de fraudes cibernéticos, debido a que a menudo tienen activos importantes y porque su soledad puede llevarlos a interactuar con oportunistas, también los adultos más jóvenes tienen la misma probabilidad de caer en alguna estafa.
Tras subrayar que un delito financiero no sólo afecta a la víctima, sino a la familia en general, quienes han caído en una estafa tienen sentimientos de traición y desconfianza principalmente hacia la institución financiera y en muchos casos dejan de utilizar productos o servicios después de tales eventos.
Neli Freitas mencionó que una investigación de FICO, empresa en análisis crediticio, indica que 45 por ciento de las víctimas de fraude dejó de usar el banco o institución financiera donde ocurrió el delito, 23 por ciento canceló sus tarjetas de crédito y 17 por ciento cerró sus cuentas bancarias.
De acuerdo con psicólogos y psiquiatras, a menudo las víctimas se sienten tontas o experimentan frustración después de ser estafadas y como resultado, es posible que no quieran compartir su mala experiencia, debido a sentimientos de vergüenza que afectan negativamente su autoestima y bienestar emocional.
Un estudio de la Universidad de Cambridge reveló además que la ansiedad interfiere con la vida diaria y afecta la calidad de vida de las víctimas, como el sueño y la concentración, lo que aumenta cuando la pérdida financiera es significativa y afecta la capacidad de pago.