Ciudad de México, 1 jun. (AMEXI).- Investigadores de la Universidad Autónoma Chapingo (UACh) realizan estudios para aprovechar y transformar la cáscara, pulpa y semillas de la guanábana, chincuya, ilama y saramuyo en biopesticidas y biocombustibles, que se usarán en el manejo sustentable de plagas y enfermedades.
Mediante el uso de estos derivados se impulsará la innovación en el empleo de subproductos frutícolas y se promoverá la capacitación a técnicos y productores a través del uso de estos derivados, además de impulsar la innovación en el empleo de subproductos frutícolas, informó la investigadora del Departamento de Fitotecnia de la UACh Eloísa Vidal Lezama.
La también coordinadora del proyecto explicó, mediante un comunicado, que las investigaciones se desarrollan para identificar y cuantificar los compuestos, el metabolismo y la fisiología de germinación en los frutos de anonáceas –árboles o arbustos– de Yucatán, Chiapas y Estado de México.
Vidal Lezama precisó que estos productos son dulces y de alto valor nutritivo, al contar con una fuente importante de carbohidratos, minerales y vitaminas.
Los frutos suelen distinguirse por su uso medicinal, ornamental e insecticidas biológicos para extracción de esencias y aceites, cercos vivos, leña y madera para elaborar herramientas de trabajo.
La especialista refirió que esas especies contienen una amplia gama de compuestos –alcaloides, terpenoides, compuestos fenólicos, flavonoides, acetogeninas– y ácidos grasos (linoleico, oleico y esteárico), cuya bioactividad se asocia con su efecto citotóxico –que elimina células cancerosas–, antitumoral, antibacterial, pesticida y antimalarial.
La investigación es valiosa para diferentes sectores productivos, pero se ha delimitado al terreno de la agronomía, tanto en el conocimiento científico como tecnológico. Algunas de esas especies anonáceas se distribuyen en regiones tropicales y subtropicales y pertenecen a un grupo botánico tan antiguo que es posible considerarlo como fósiles vivientes.
“Algunas no han evolucionado al mismo ritmo que aquellas domesticadas. Se trata de una familia, cuyas características primitivas y respuesta ante el estrés deben ser estudiadas para su mejor aprovechamiento. El estudio también desarrolla estrategias para el entendimiento de la germinación de semillas”, detalló.
Los hallazgos permitirán promover la conservación y el uso sustentable de esos frutos, investigación, cultivo, industrialización y la comercialización, apuntó la especialista de la casa de estudios que es un bien público educativo de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader).
Lo anterior debido a que estos productos agropecuarios han atraído más la atención de los mercados del mundo, por el potencial valor agregado que es posible darles, indicó Vidal Lezama.