Ciudad de México, 28 mar. (AMEXI).- Para quienes se quedan en la Ciudad de México en estas vacaciones de Semana Santa, el Parque Abraham Lincoln es una gran opción, pues posee un aviario con más de 250 especies.
Ubicado en Emilio Castelar, en la colonia Polanco, en la alcaldía Miguel Hidalgo, este aviario ofrece un pequeño pero educativo recorrido para apreciar decenas de aves, de colores intensos, desde un pavorreal, guacamayas blancas, azules o rojas hasta canarios.
También se pueden observar un veloz faisán o pequeños cardenales, un ruiseñor, jilguero, gorriones, mirlos, loros australianos y pericos, entre muchos otros que con sus trinos deleitan a los visitantes.
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Los más sorprendidos son los niños, quienes sonríen al ver a los patos que descansan a la orilla de un estanque y que a diferencia del resto de los emplumados, son las aves más tolerantes con los visitantes, pues se dejan acariciar.
Lo mismo suele pasar con los ruidosos loros, que en ocasiones se posan sobre los hombros de los visitantes que no dan crédito de un aviario en pleno parque que fue construido hace más de 40 años.
Contemplar y escuchar a los emplumados puede ser una terapia relajante, toda vez que ya dentro del aviario, quedan en el olvido el bullicio y los sonidos de la calle.
«Tenemos más de 250 especies y nos visitan en estas vacaciones de Semana Santa el triple de visitantes que a diario llega en promedio a 300 personas de 09:00 y 17:00 horas”, dijo un reservado encargado del lugar.
También hay visitantes con plumas
Pese a las medidas de seguridad del aviario y de los plásticos que cubren el perímetro para evitar que se cuelen palomas urbanas, es imposible detener la llegada de aves comunes como las tórtolas, que se roban el alimento de los inquilinos del aviario.
Sin embargo, la convivencia entre las aves es armoniosa y sin enfrentamientos por territorialidad, como sucede en algunas otras especies que pueden defender su espacio.
La entrada al aviario en el Parque Abraham Lincoln cuesta ocho pesos y sólo se pide a los asistentes no molestar a las aves ni darles alimento.
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«Hay mucha gente que no entiende las reglas, porque se empeñan en acariciar a las aves, son necios en darles alimentos extraños y en especial dejan basura, en lugar de solo convivir y respetar el entorno de las aves», señaló el empleado.
El parque también cuenta con juegos fijos, con columpios, estructuras tubulares de colores, puentes de madera y paredes de rapel, donde mientras los pequeños juegan, los padres de familia toman un descanso.