En un intento por rescatar las raíces prehispánicas y fomentar el nacionalismo, el gobierno del presidente Pascual Ortiz Rubio organizó un evento sin precedentes: Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada, traería juguetes a los niños mexicanos en lugar de Santa Claus.
La idea, impulsada por el entonces secretario de Educación Pública, Carlos Trejo y Lerdo de Tejada, buscaba sustituir la figura extranjera de Santa Claus por una deidad propia de la cultura mexicana.
¿Dónde fue?
Se construyó una impresionante pirámide en el Estadio Nacional de la colonia Roma, desde donde Quetzalcóatl, encarnado por un hombre con atuendo azteca, repartiría los regalos.

El evento, que tuvo lugar el 23 de diciembre de 1930, contó con la presencia de la esposa del presidente, Josefina Ortiz, quien encabezó la entrega de juguetes, ropa y dulces a niños de escasos recursos.
Se entonaron cánticos en náhuatl y se buscó resaltar la importancia de las tradiciones prehispánicas.
Sin embargo, la iniciativa no tuvo el éxito esperado. La población, acostumbrada a la figura de Santa Claus, no terminó de conectar con la propuesta.
Muchos niños se mostraron extrañados e incluso asustados por la apariencia de Quetzalcóatl, y la prensa de la época criticó la iniciativa por considerarla artificial y forzada.
A pesar de su fracaso, el día que Quetzalcóatl trajo juguetes a los niños mexicanos se convirtió en una curiosa anécdota histórica que refleja el complejo proceso de construcción de la identidad nacional en el México posrevolucionario.
Fue un intento de reconciliar el pasado prehispánico con el presente que, si bien no logró su objetivo inicial, dejó una huella imborrable en la memoria colectiva del país.
La iniciativa se enmarca en el periodo posrevolucionario mexicano, caracterizado por la búsqueda de una identidad nacional que integrara las raíces indígenas.
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