La noche cae sobre Xcaret y un manto de misticismo envuelve al parque. El aroma a copal se mezcla con el perfume de las flores de cempasúchil, guiando a los visitantes hacia un mundo donde la vida y la muerte se dan la mano. El 18 Festival de Tradiciones de Vida y Muerte ha comenzado.
Desde la entrada, el camino se ilumina con miles de velas que dibujan senderos hacia los altares monumentales. Catrinas sonrientes dan la bienvenida a este reino de fantasía, donde la muerte se celebra con alegría y respeto.
En cada rincón, el arte florece. Las calaveras literarias, con su ingenio mordaz, arrancan sonrisas cómplices. Los altares, dedicados a personajes ilustres y a seres queridos anónimos, deslumbran con su colorido y simbolismo. Ofrendas de pan de muerto, mole, frutas, dulces y bebidas de cacao se despliegan como un banquete para los espíritus.
Quintana Roo es el estado invitado, donde ofrendas de diferentes regiones permitieron a los visitantes conocer las costumbres del pueblo maya. La ceremonia de los rezos es el momento de conexión espiritual donde se muestra el respeto y el amor que perdura más allá de la muerte.

Homenaje a los seres queridos
En cada palabra en maya o en español, en cada ofrenda, se honra la memoria que dejaron una huella imborrable en el corazón de sus seres queridos.
Para Marcos Cante, coordinador de Comunidades de Xcaret, la celebración del Día de Muertos permite a las comunidades mayas que se abra el camino para que el espíritu del difunto disfrute de lo que sus seres queridos le prepararon.
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Portal para los espíritus
“Para nosotros, la celebración del Día de Muertos es el portal que se abre, se abre el camino hacia las almas, los difuntos que se han ido. Nosotros abrimos la puerta de nuestro corazón y de la mesa para compartir todo lo que hay. Por eso les ofrecemos para que ahora que están con nosotros puedan disfrutar de la comida”, comentó para AMEXI.
Abundó que los rezos de los representantes de cada comunidad “son una forma de darle gracias a Dios por este momento en el que están los espíritus de los difuntos mayas. Nosotros, cuando ponemos las velas, es para que las almas puedan guiar en el camino, puedan venir y probar de la comida, toman la esencia de lo que hay en el altar. Si gustaba tomar chocolate, se coloca en la ofrenda, atole de maíz, hay algunos que ponen las fotografías”.
“En esta ocasión, vinieron muchas comunidades de Quintana Roo y cada comunidad tiene una forma diferente en su proyección en el altar, uno tiene una forma de casa y otras están arco, y así son como ellos acostumbran celebrar”, explicó.

Compartir las ofrendas
Al término de los rezos, la comida de las ofrendas se reparte entre los asistentes. Bebidas de cacao, naranjas, quesadillas y dulce de calabaza son entregadas para mantener la unidad y la festividad con los vivos.
La música inunda el ambiente, transportándonos a lo efusiva que es la festividad de los muertos. Las notas alegres de los sones se mezclan con las oraciones mayas, recordándonos que la muerte también puede ser alegría.
Pero el Festival de Xcaret es mucho más que un espectáculo visual. Es una experiencia que nos invita a reflexionar sobre la fragilidad de la vida y a honrar la memoria de aquellos que ya no están. Es un recordatorio de que la muerte es parte del ciclo natural y que, en México, se le recibe con los brazos abiertos.
Al final de la noche, con el corazón lleno de emociones, el Festival de Tradiciones de Vida y Muerte en Xcaret nos recuerda la importancia de celebrar la vida y de mantener vivas nuestras tradiciones.






