El reciente asesinato del alcalde de Uruapan por un adolescente sacudió a la opinión pública, no sólo por la violencia del acto, sino porque evidenció, una vez más, el reclutamiento de menores por parte del crimen organizado.
En entrevista con AMEXI, Saskia Niño de Rivera, fundadora de la organización Reinserta, advierte que el país vive una crisis humanitaria invisible.
“Hoy tenemos más de 230 mil niños y adolescentes en riesgo de ser reclutados por el crimen organizado. Son infancias que crecen en contextos donde la violencia y la falta de oportunidades los empujan al borde del abismo”, asegura.
Una práctica del crimen organizado extendida en todo el país
Los grupos criminales han encontrado en la niñez una cantera inagotable. De acuerdo con Reinserta, más de 5 mil 200 menores de edad están actualmente privados de la libertad en centros de justicia juvenil del país por delitos vinculados al crimen organizado: homicidio, portación de armas, tráfico de drogas o secuestro, según datos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) y el INEGI. Sin embargo, detrás de cada caso hay una historia de abandono y desprotección.
“Ya no hay estado de la República que se salve. Es una práctica muy común, sobre todo del Cártel Jalisco Nueva Generación y de los grupos del noroeste, pero la realidad es que el reclutamiento de menores ocurre en todo México”, explica Niño de Rivera e insiste: “Cada vez vemos más adolescentes dentro de las filas del crimen, en comunidades, colonias y hasta escuelas.”
El fenómeno, antes concentrado en zonas de alto conflicto, se ha expandido a las periferias urbanas, donde los cárteles ofrecen a los menores lo que el Estado no puede: dinero, pertenencia y poder. México es hoy el segundo país en América Latina con mayor número de niños reclutados por estructuras criminales, sólo superado por Colombia, según informes de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito.
“No se trata sólo de pobreza económica, sino también de pobreza emocional. Son jóvenes que no encuentran un sentido de vida fuera del crimen”, apunta.
Cómo recluta el crimen organizado a los niños
El reclutamiento se ha modernizado. Los grupos criminales ya no sólo “levantan” jóvenes a la fuerza, sino que los atraen mediante engaños o manipulación psicológica.
“Hoy están reclutando dentro de las escuelas, a través de compañeros que ya forman parte del grupo, o mediante redes sociales y videojuegos. Usan perfiles falsos, emojis y mensajes cifrados en plataformas como TikTok e Instagram”, explica Niño de Rivera.
“Incluso publican falsas ofertas de trabajo para atraer a los adolescentes. Muchos acuden creyendo que tendrán un empleo, y terminan secuestrados o convertidos en halcones o sicarios.”
El fenómeno, añade, se ha sofisticado. “El crimen organizado entendió cómo burlar al sistema de justicia. Se adaptan a los cambios tecnológicos con una velocidad que el Estado no tiene.”
Los factores de riesgo: pobreza, violencia y abandono
El abandono escolar es el principal punto de quiebre. “El primer factor de riesgo es la deserción escolar. Cuando un niño deja la escuela, su vulnerabilidad se multiplica”, dice Niño de Rivera.
En la charla, reflexiona, ya que se suman otros elementos, como la normalización de la violencia, el consumo de drogas desde edades tempranas, la marginación social, y la ausencia de oportunidades laborales o recreativas.
“Muchos crecen viendo que sus padres, tíos o hermanos viven del delito. Es lo que conocen, lo que entienden como normal”, señala.
En regiones del norte del país, Reinserta ha documentado segundas y terceras generaciones de familias vinculadas al crimen. “Los hijos repiten lo que vieron en casa. No conocen otra forma de vida. Eso es lo más doloroso: cómo se hereda la violencia.”
Un sistema educativo y social que ha fallado
Para Niño de Rivera, el sistema educativo mexicano es parte del problema. “Hemos politizado la educación y la justicia. Creamos programas asistencialistas de corto plazo que buscan impacto electoral, no transformación social. La Secretaría de Educación Pública no ha diseñado un modelo moderno que ofrezca alternativas reales a los jóvenes.”
La fundadora de Reinserta critica que las políticas públicas se concentren en el asistencialismo, en lugar de apostar por modelos educativos y vocacionales de largo alcance. “Nuestros jóvenes necesitan escuelas técnicas, oficios, competencias digitales, idiomas. Pero en lugar de eso, los abandonamos a la calle.”
También señala una falla grave en la atención a las adicciones. “Los centros de rehabilitación públicos son insuficientes y muchos están en manos de la delincuencia organizada o de grupos que violentan a los internos. No hay espacios de rehabilitación dignos, gratuitos y accesibles para menores con problemas de adicciones.”
Reinserción: el desafío de curar la violencia
Reinsertar a un niño o adolescente que ha sido parte del crimen no es sencillo. Niño de Rivera lo explica con crudeza: “No es lo mismo trabajar con un joven que consumía alcohol que con uno que ha cometido 16 homicidios. Muchos han participado en torturas o desapariciones. Su cerebro ha sido moldeado por el trauma y las drogas.”
Saskia Niño de Rivera sostiene que desde la Fundación Reinserta trabaja con programas de atención psicológica, educativa y social que buscan reconstruir la vida de estos menores.
“Hay que trabajar con ellos, con sus familias y con su entorno. De nada sirve reinsertar a un chico si regresa al mismo barrio donde lo reclutaron.”
La activista destaca que los daños neurológicos y emocionales derivados del trauma y el consumo de sustancias pueden ser irreversibles si no se atienden de inmediato.
“Por eso es urgente crear modelos de reinserción integral que incluyan salud mental, educación, empleo y acompañamiento familiar.”
Un sistema penal que castiga, pero no rescata
El sistema penal juvenil en México —asegura Niño de Rivera— “no está preparado para rescatar vidas”. Desde la entrada en vigor de la Ley de Justicia para Adolescentes, se prioriza evitar la privación de libertad, pero no existen alternativas sólidas.
“Se promueve mucho la no privación de libertad, y eso es correcto desde el enfoque de derechos humanos, pero en la práctica se ha vuelto un vacío. Los jóvenes que salen no reciben seguimiento. No hay programas de apoyo, ni de empleo, ni de salud mental. El Estado los abandona, y muchos regresan al crimen.”
Lo preocupante, dice, no es la falta de castigo, sino la falta de atención. “No se trata de aumentar penas, sino de intervenir de forma inmediata y salvar vidas. Estos chicos necesitan acompañamiento urgente, no represión.”
Políticas que podrían cambiar el rumbo
Detalló que desde Reinserta se ha impulsado que el reclutamiento infantil sea tipificado como delito grave, una figura que aún no existe en la práctica.
“No hay un solo adulto preso por haber usado a un menor para cometer un delito. Eso es impunidad. El reclutamiento de niños debe considerarse un crimen de alto impacto, equiparable a la trata de personas”, exige Niño de Rivera.
Además, propone una estrategia nacional que aborde los factores de riesgo de forma integral: educación, salud, adicciones, empleo y protección comunitaria.
“Necesitamos políticas que prevengan la deserción escolar, que ofrezcan centros de atención a adicciones y que protejan a los niños que ya están dentro del crimen. Hoy no existe un solo modelo de desmovilización para ellos.”
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La infancia perdida: una deuda pendiente
Niño de Rivera concluye con un llamado directo: “Hemos olvidado a nuestras infancias. Nos hemos acostumbrado a ver niños armados, a escuchar que un menor mató o fue ejecutado, y lo hemos normalizado. Eso es lo más grave.”
El fenómeno, asegura, no se resolverá con más patrullas o cárceles, sino con educación, empatía y oportunidades.
“La violencia se hereda, pero también se puede romper. Si no actuamos hoy, seguiremos viendo generaciones enteras perdidas al servicio del crimen”, finalizó.







