Recientemente, en varias ciudades del país se realizaron manifestaciones contra megaproyectos inmobiliarios, el encarecimiento de la vivienda y el desplazamiento de barrios y pueblos, es decir, luchan contra la gentrificación.
Pero, ¿Qué es la gentrificación y cómo afecta a la mayoría? Este un tema que se explicó ampliamente en el foro: Derecho humano a la vivienda y gentrificación, que organizó la Asamblea Nacional de Usuarios de la Energía Eléctrica (ANUEE) el pasado 25 de julio.
Con la participación de Carla Escofié, abogada, especialista en temas de la vivienda y derechos humanos; Elina Gilet, periodista especializada en temas de desalojos forzosos; Dian, integrante del Frente anti-gentrificación en la Ciudad de México, y Náme Villa del Ángel, integrante de la Asamblea Ecologista Popular, se analizó este fenómeno social.

La gentrificación está relacionada con la crisis de vivienda
Para Carla Escofié, la gentrificación es el desplazamiento de un barrio popular como resultado de la desigualdad económica, y que con la llegada de personas con mayor poder adquisitivo, que ven interés económico en ese lugar, incrementan los precios y la población general va del barrio.
En la academia y entre los urbanistas hay una serie de discusiones para definir la gentrificación, pero para la autora del libro “País sin techo”, lo que la gente común ve en este problema es una “crisis de vivienda”.
Consideró que la gentrificación tiene que ver con muchas problemáticas, con la calidad de vida, con el racismo, con la corrupción, que no permite a los habitantes de los barrios populares continuar viviendo como antes.
“La gente, en el lenguaje cotidiano, está utilizando gentrificación para llamar a la crisis, que no es sólo gentrificación, también es turistificación, también es neocolonialismo, también es racismo, también una serie de dinámicas que vienen del propio capitalismo” señaló Carla Escofié.
En una década, en la colonia Obrera la renta pasó de dos mil a ocho mil pesos: activista
A decir de Dian, a la colonia Obrera, que se fundó alrededor de 1890, llegaron a instalarse los trabajadores de la construcción de las colonias Roma, Condesa, Hipódromo, pero ahora las inmobiliarias desplazan a la población y ahora hay más extranjeros.
La también vecina de la Obrera considera que esta colonia padece el encarecimiento de la renta y que ella misma, activista contra la gentrificación, desde 2014, vive un viacrucis por el proceso de expulsión que padece su familia, después de vivir muchas décadas ahí.
Cuenta en ese año murió la dueña del departamento que rentaba y que los herederos remodelaron la propiedad y exigieron que los arrendatarios se salieran del inmueble, aun cuando tenían un contrato firmado.
Relata que, junto con su familia, suma cuatro demandas en 10 años, mientras que la renta aumenta estrepitosamente, pues de pagar dos mil pesos en 2014, en febrero pasado llegó a más de ocho mil pesos, por lo que tuvo que dejar la vivienda.
“Evidentemente está llegando gente con mayor poder adquisitivo, pero que no se conforma sólo por habitar cerca del Centro, sino que también les atrae que tiene una historia, que es una zona roja, de cabarets, de cervecerías, de pulquerías y dicen ´yo quiero vivir esa experiencia. Eso exótico´”, dice Dian, con nostalgia y molestia.
Fuentes Brotantes, de área natural protegida a un megadesarrollo inmobiliario
Recientemente comenzó una campaña de denostaciones en distintos medios de comunicación contra la segunda marcha antigentrificación que se realizó en días pasados contra el desarrollo inmobiliario en Fuentes Brotantes 134, en la alcaldía Tlalpan.
En ese proyecto, a cargo de las empresas Graus y Azimuth, según sus promotores, se planea construir un conjunto habitacional con 52 casas de dos y tres niveles, alrededor de 104 lugares de estacionamientos y 52 espacios para bicicletas.
Para levantar estas casas, que podrían costar entre ocho millones y 11 millones de pesos, se comete ecocidio, por el derribo de entre 300 y 600 árboles, en una zona considerada área natural protegida desde el periodo de Lázaro Cárdenas del Río, señaló Náme Villa del Ángel.
La también participante en la asamblea del pueblo de Santa Úrsula Xitla indica que además de que este megadesarrollo despoja del territorio a un pueblo originario, también le quita el agua y contamina el manantial.
“Tenemos que levantar la discusión rápida, porque el gobierno está tratando de impulsar como de que fueron y quemaron libros, son como los nazis, o que están contra los gringos, son racistas. Esto es la propaganda del Estado, pero tenemos que poner en el centro de la mesa que la lucha antigentrificación es una lucha de clases”, puntualiza.
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