Hablar del suicidio sigue siendo un desafío en nuestra sociedad, pues las palabras se vuelven insuficientes y los silencios pesan, por lo que es importante acompañar este dolor que implica esta problemática con misericordia y esperanza, llamó Arquidiócesis Primada de México.
En su publicación Desde la Fe, expuso que cuando una comunidad se reúne para orar por quienes han decidido quitarse la vida y para abrazar a sus familias, surge una convicción profunda: nadie debe cargar solo con su dolor.
Señaló que la fe no evade estas heridas, sino que invita a mirarlas con respeto y compasión, mientras que la misericordia alcanza también a quienes, en su fragilidad, no lograron sostener el peso de su sufrimiento.
Las tormentas interiores
Refirió que la frase atribuida al Cura de Ars- “entre el puente y el río está la misericordia de Dios”- ilumina esta verdad, porque incluso en un instante, el amor divino abraza aquello que parece perdido.
La preocupación crece ante el avance del suicidio entre jóvenes y adultos, y muchos viven tormentas interiores que no comparten, en tanto que otros permanecen solos, pese al ruido que los rodea, indicó.
Por ello, la Iglesia católica insistió en la necesidad de una mirada atenta, capaz de detenerse, escuchar y reconocer señales de sufrimiento.
“A veces basta una presencia sin juicios, una escucha abierta, un abrazo que sostiene cuando todo se derrumba.
Aseguró que la Iglesia está llamada a ser un hogar donde nadie se sienta rechazado; un espacio donde llorar sin miedo, en el que familiares y amigos de quienes han muerto por suicidio sean recibidos sin estigmas y acompañados con delicadeza.
Este mes, refirió, el Papa León XIV invitó a orar por “quienes viven en la oscuridad y la desesperanza”, para que hallen comunidades que les ayuden a sanar heridas, abrir horizontes y redescubrir que la vida es un don, incluso en medio del dolor.
“La tarea es de todos: promover espacios de escucha, facilitar acceso a atención profesional, tender puentes donde otros ven abismos y exigir políticas públicas que respondan con seriedad a esta problemática creciente La esperanza no borra el dolor, pero lo ilumina”, acotó.
La Arquidiócesis llamó a orar por quienes ya no están, por sus familias y por una comunidad capaz de acompañar, consolar y sostener cuando la vida se vuelve insoportable.







