En 2024 vivían con hambre aproximadamente 673 millones de personas en el mundo, el equivalente al 8.2 % de la población mundial, según cálculos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), mientras que más de dos mil millones de individuos sufrían malnutrición.
Tres años antes, la organización Save the Children informó que más de 32 millones de mexicanos vivían preocupados por lo que comerían al día siguiente.
Cientos de miles de habitantes del planeta mueren de hambre o padecen malnutrición, mientras el desperdicio de alimentos y el consumo excesivo marcan la pauta en los países económicamente más desarrollados.
Por situaciones como esa es que en 1979, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) promovió que cada 16 de octubre se conmemore el Día Mundial de la Alimentación.
El objetivo central es dar a conocer los problemas de relacionados con el hambre, así como sensibilizar a gobiernos, instituciones y personas de todo el mundo para que actúen en solidaridad contra la desnutrición, la malnutrición y sus problemas asociados.
El rostro del hambre en cifras
Según el último informe interagencial de la ONU (2024), de los 673 millones de individuos con hambre en el mundo, 295 millones de personas en 53 países y territorios padecen inseguridad alimentaria aguda, es decir, están al borde de la inanición.
En las regiones más vulnerables, sobre todo países afectados por conflicto, desastres naturales o crisis económicas en África y Asia occidental, la inseguridad alimentaria aguda y la malnutrición han aumentado por sexto año consecutivo. La pobreza, además, obliga a consumir alimentos ultraprocesados y baratos, lo que a su vez genera deficiencias nutricionales graves.
La malnutrición, a su vez, afecta a más de dos mil millones de personas, lo que incluye tanto la desnutrición, como el sobrepeso y la obesidad.
Conflictos armados y cambio climático agravan la crisis
Pese a los avances en materias de salud y nutrición, la creciente oleada de guerras en el mundo (desde la Franja de Gaza y el conflicto ruso-ucraniano, hasta Sudán y Yemen) obliga a las familias a abandonar sus hogares, destruye tierras de cultivo y decenas de millones de refugiados deben luchar por conseguir los alimentos que necesitan.
Por otra parte, el cambio climático que trae consigo inundaciones, sequías, tormentas e incendios forestales impulsados devasta cada temporada miles de hectáreas de cosechas y los medios de subsistencia. A lo anterior, se suman las turbulencias económicas, que disparan los precio de los alimentos y se reducen drásticamente el acceso a productos sanos y alimenticios.
Dos mundos, dos crisis alimentarias
- Regiones vulnerables: En países con conflictos armados, crisis climáticas o economías frágiles, el acceso a alimentos básicos es limitado. Sequías, inundaciones y desplazamientos forzados agravan la inseguridad alimentaria. En zonas rurales de África Subsahariana, por ejemplo, las familias sobreviven con menos de mil 200 calorías diarias. Por ello, los problemas en esas zonas se centran en la falta de alimento suficiente, crisis, pobreza y desnutrición.
- Naciones desarrolladas: En contraste, naciones como Estados Unidos, Alemania o Japón enfrentan una epidemia de obesidad y enfermedades crónicas relacionadas con la malnutrición. El exceso de azúcar, grasas saturadas y productos ultraprocesados ha convertido la dieta moderna en un factor de riesgo. Además, se estima que un tercio de los alimentos producidos se desperdicia.
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La malnutrición, hay que precisar, no solo significa carencia, también incluye exceso y desequilibrio; especialistas del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) estiman que 188 millones de niños en el mundo sufren sobrepeso u obesidad.
Parece absurdo que se necesite recordar que todas las personas tienen derecho a una alimentación adecuada, saludable y sostenible.
Pero lo cierto es que no hay consciencia clara de ello, como se demuestra con la cantidad de alimentos que se tira a la basura cada año, mientras zonas como Oriente Medio, vastas extensiones de Asia, África y América Latina sus residentes pasan verdaderas penurias para llevarse algo de comer a la boca al menos una vez al día.
🙋🏽♀️ ¿Qué podemos hacer tú y yo?
La alimentación es un acto político, ético y comunitario. Aquí te presentamos algunas acciones concretas para promover un consumo responsable:
- Elige alimentos locales y de temporada, pues así apoyas a productores cercanos.
- Reduce el desperdicio, planea tus compras, adquiere solo lo que se va a usar, almacena bien, aprovecha las partes comestibles y reutiliza las sobras. Lleva a tu casa y consume los alimentos que no comes cuando sales de tu hogar.
- Infórmate sobre el origen de los productos, evita aquellos que dañan el medio ambiente o vulneran los derechos de los trabajadores.
- Cocina en casa, da prioridad a ingredientes frescos y nutritivos. Planea menús, compra ingredientes simples, controla lo que comes.
- Participa en redes de consumo consciente, huertos urbanos o bancos de alimentos. Dona productos alimenticios a asilos, orfanatos, cocinas o apoya económicamente a causas que combatan el hambre (comedores comunitarios, cocinas solidarias).

- Aprende a leer las etiquetas de los alimentos para elegir opciones más nutritivas, evita productos altos en azúcar, grasa saturada y sodio.
- Reduce el consumo de productos ultraprocesados, priorizar alimentos mínimamente procesados.
- Practica la inocuidad alimentaria, si tu bolsillo te lo permite. Esto es: adquiere alimentos libres de contaminantes físicos, químicos o biológicos que puedan causar enfermedades
- Promueve la educación nutricional, comparte información (por redes sociales, en tu comunidad, entre tu familia) y apoya los programas escolares que enseñen a niños y jóvenes sobre alimentación saludable.
- Consume responsablemente, considera no solo precio, sino también calidad, procedencia, impacto ambiental. Comprar con conciencia de sostenibilidad: empaques, huella de carbono, métodos de producción.
Este Día Mundial de la Alimentación, más que compartir recetas o mensajes en redes, es momento de preguntar: ¿cómo podemos contribuir a un sistema alimentario más justo, saludable y sostenible?
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Acciones gubernamentales para erradicar el hambre en el planeta
Durante este día también se invita a todos los países, y especialmente a los económicamente más estables y fuertes, a que trabajen y proporcionen los recursos necesarios para erradicar el hambre en el mundo.
Además, se les solicita desarrollar políticas respetuosas con el ambiente, prevenir plagas de plantas, enfermedades en animales y salvaguardar la agricultura, así como garantizar el acceso a la asistencia social para quienes no pueden alimentarse dignamente, e informar a la población sobre hábitos saludables de la mano de profesionales en el área.
Más de 150 países organizan actividades para promover la conciencia sobre el hambre y la malnutrición. Estos eventos incluyen conferencias, talleres y campañas de sensibilización para involucrar a la comunidad en la lucha contra el hambre y fomentar prácticas alimentarias.