Flores, memoria y fiesta: Mercado de Jamaica
se llena de tradición por Día de Muertos
Desde la madrugada, el Mercado de Jamaica se convierte en un corredor de memoria. Las calles aledañas se llenan de camionetas cargadas de flores, papel picado y dulces tradicionales. El aire huele a cempasúchil, a fruta en conserva, a pan de muerto recién horneado. Este mercado, uno de los más antiguos y emblemáticos de la capital, se transforma cada año en un altar urbano, donde la vida cotidiana se mezcla con el ritual.
Cempasúchil y terciopelo: las reinas de la temporada
El señor Genaro, productor de flores en Tláhuac, descarga con cuidado los ramos que logró salvar de las lluvias.
“Este año fue muy difícil, las lluvias nos arruinaron parte de la cosecha, pero lo que rescatamos lo traemos con cariño”, dice mientras acomoda macetas y ramitos en su puesto.
Los precios son accesibles: ramitos en 50 pesos, macetas pequeñas desde 15, y las más grandes, con hasta 14 flores, en 40 pesos. La flor de cempasúchil, con su color naranja intenso, domina el paisaje, acompañada por terciopelo rojo, gladiolas blancas y nube. Cada flor tiene su lugar en la ofrenda, cada color su memoria.

Ofrendas, dulces y papel picado: el ritual compartido
Las familias caminan entre puestos con bolsas llenas de papel picado, rehiletes, calaveras de madera, fruta en conserva, camote, calabaza, dulces, pan de muerto y veladoras.
“Nos encanta venir cada año a Jamaica para comprar nuestras cosas para la ofrenda y para ir al panteón”, dice la señora Delia Manzano, entre risas con su amiga. “Terminamos gastando más, pero es que hay cosas tan lindas que no podemos resistirnos”.
Los niños preguntan por disfraces, los adultos buscan lo que “le gustaba al abuelo”, y los vendedores recomiendan con paciencia. La ofrenda no es solo un arreglo: es una conversación con los ausentes, una forma de decir “te recordamos”.

Voces, música y memoria: ambiente que envuelve en el Mercado de Jamaica
El mercado vibra con sonidos: música tradicional, gritos de marchantes, diablitos que cruzan con mercancía, clientes que preguntan precios, niños que piden juguetes.
“¡Ahí va el golpe!”, grita un cargador mientras esquiva a una familia que elige veladoras. “¿A cómo el ramo de gladiolas?”, pregunta una señora con su lista en mano.
Todo esto es la antesala de la fiesta, el momento en que la ciudad se prepara para recibir a quienes ya no están, con lo que más les gustaba, con lo que los hacía sonreír. El mercado se vuelve un espacio de encuentro, de transmisión cultural, de afecto compartido.
El Mercado de Jamaica permanece abierto las 24 horas, ofreciendo todo lo necesario para celebrar el Día de Muertos con sentido, con memoria y con comunidad. Y tú, ¿a quién vas a recibir este año? ¿Ya tienes todo para tu ofrenda? Si aún te falta algo, lánzate a Jamaica, donde la tradición no se vende: se comparte. Aquí, cada flor es una historia, cada dulce una evocación, cada compra un acto de amor.
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