A mitad del verano y en plena temporada de lluvias, la palabra “canícula” vuelve a aparecer con fuerza en redes sociales y medios de comunicación. Pero ¿qué es realmente este fenómeno? ¿cómo afecta al país? y ¿qué debemos esperar en los próximos meses?
En entrevista con Amexi, el meteorólogo Daniel Pretelín, aclaró conceptos, mitos y realidades de este periodo tan característico del verano mexicano.
¿Qué es la canícula?
“La canícula, también conocida como veranillo o sequía de medio verano, es un periodo caracterizado por la disminución temporal de lluvias y un aumento relativo de las temperaturas”, explicó Pretelín.
Aclaró que no se trata de una ausencia total de precipitaciones, sino de un “receso” en su intensidad y frecuencia, que suele ocurrir entre julio y agosto.
Aunque en redes sociales se afirma con frecuencia que la canícula inicia el 3 de julio y dura 40 días, el meteorólogo indicó que no es posible predecirla con exactitud: “no tiene fecha fija de inicio ni duración determinadas; sólo se puede confirmar su presencia tras un análisis posterior de los datos de lluvia”.
¿Por qué se llama así?
El nombre “canícula” proviene del Imperio Romano, cuando la estrella Sirio -de la constelación Canis Major– aparecía en el horizonte al inicio del verano, anunciando días calurosos y secos en Europa. El término llegó a América como herencia cultural, aunque sus efectos y presencia varían según la región.
¿Dónde se siente más?
En México, la canícula no afecta por igual a todo el país. Daniel Pretelín detalló que la región más impactada es la franja que va desde Tamaulipas hasta la Península de Yucatán, donde la disminución de lluvias es más notoria.
En cambio, en zonas como el centro del país o la Ciudad de México, su presencia es más tenue o incluso imperceptible.
Además, no todas las entidades experimentan el fenómeno al mismo tiempo ni con la misma intensidad. “En el noroeste, por ejemplo, la señal de la canícula es muy débil o prácticamente inexistente”, señaló.
¿Qué esperar este año?
De acuerdo con los pronósticos estacionales más recientes, julio, agosto y septiembre podrían registrar lluvias por debajo del promedio en buena parte del país, lo cual coincide con el periodo en que usualmente se presenta la canícula.
Sin embargo, el especialista advirtió que este comportamiento podría alterarse por otros fenómenos, como los ciclones tropicales, que aportan humedad y lluvias intensas.
“Hay una especie de batalla atmosférica: si dominan los sistemas tropicales, la canícula puede suprimirse parcial o totalmente en ciertas zonas”, indicó.
¿Influye el fenómeno de El Niño o La Niña?
Sí. Según el especialista, durante años de El Niño, la canícula tiende a ser más marcada y prolongada, mientras que con La Niña puede ser más débil o incluso no manifestarse. Este año, México está en una fase neutra, lo que hace más difícil anticipar su intensidad o duración.
¿Y el polvo del Sahara?
El famoso polvo del Sahara, que cruza el Atlántico desde África, también puede influir en el clima mexicano.
“Cuando llega en concentraciones densas, disminuye la nubosidad, permite mayor radiación solar y eleva las temperaturas. En cambio, nubes de polvo menos densas pueden favorecer la formación de lluvias”, refirió Pretelín.
Los efectos de este fenómeno se perciben principalmente en la Península de Yucatán y las costas del Golfo de México.
Junio lluvioso y lo que viene
El mes de junio trajo lluvias importantes a buena parte del país, lo que ayudó a mitigar parcialmente la sequía.
Sin embargo, Pretelín fue cauto y recomendó revisar los datos por región y por estación meteorológica “para determinar si realmente fue un mes excepcionalmente lluvioso”.
Para el trimestre julio-septiembre se espera una ligera disminución de las precipitaciones respecto al promedio, aunque eventos puntuales intensos no están descartados, sobre todo por la posible influencia de ciclones.
Temporada de ciclones tropicales
En lo que va del año, el huracán Erick marcó un precedente histórico: fue el primer ciclón de categoría 3 que impactó costas mexicanas en un mes de junio.
“Es un dato que se suma al registro histórico, pero no implica necesariamente una señal directa del cambio climático”, subrayó el meteorólogo.
Para esta temporada, se esperan entre 16 y 20 ciclones tropicales nombrados, de los cuales ya se formaron seis. El pico de actividad suele darse entre agosto y octubre, tanto en el Pacífico como en el Atlántico, por lo que es crucial estar informados y preparados.
Recomendaciones finales
Daniel Pretelín subrayó la importancia de seguir y atender los avisos de las autoridades meteorológicas y de protección civil.
“Cada fenómeno tiene riesgos: un día caluroso puede provocar golpes de calor; un día de lluvia puede causar inundaciones. Y un ciclón puede poner en riesgo vidas y propiedades. Estar informados es la mejor forma de protegernos”, puntualizó.
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