Ciudad de México, 19 de octubre (AMEXI).- La genética puede influir en el desarrollo del cáncer de mama, pero no es el factor más determinante. Para prevenir el cáncer de mama son más determinantes el estilo de vida y los hábitos personales tienen un mayor peso.
De acuerdo con Esmeralda Bastidas, especialista en medicina regenerativa y CEO de NEOCLINIC, la predisposición genética representa entre 10% y 20% de los casos de cáncer, mientras que el estrés, la alimentación y los hábitos son los principales factores que intervienen en su aparición.
Biohacking: un enfoque emergente en la salud
El biohacking ha ganado popularidad como una técnica para mejorar el rendimiento y la salud mediante la intervención en la información contenida en las células. Este enfoque busca modificar patrones biológicos para prevenir o tratar enfermedades como el cáncer de mama.
Sin embargo, para prevenir el cáncer de mama de manera efectiva, los esfuerzos se siguen centrando en la detección temprana y en la adopción de estilos de vida saludables.
MiRNAs: potenciales biomarcadores en el diagnóstico del cáncer de mama
Los microARNs (miRNAs) están siendo investigados como biomarcadores para la detección y pronóstico del cáncer de mama, así como para predecir la metástasis.
Estas pequeñas moléculas regulan la expresión de genes y su fácil detección en laboratorio las convierte en herramientas complementarias para los oncólogos.
Estudios sugieren que los miRNAs podrían facilitar la detección temprana y mejorar el manejo clínico de pacientes con cáncer de mama.
Los principales órganos donde este cáncer puede hacer metástasis incluyen los huesos, los pulmones, el cerebro y el hígado, comprometiendo la vida del paciente si no se detecta a tiempo.
Factores de riesgo del cáncer de mama, según la Secretaría de Salud
La Secretaría de Salud clasifica los factores de riesgo en cuatro categorías:
- Factores biológicos:
- Sexo femenino y envejecimiento.
- Historia personal o familiar de cáncer de mama.
- Menstruación temprana (antes de los 12 años) y menopausia tardía (después de los 52 años).
- Tejido mamario denso.
- Portar mutaciones en los genes BRCA1 o BRCA2.
- Factores iatrogénicos o ambientales:
- Exposición a radiaciones ionizantes en etapas tempranas (in útero o adolescencia).
- Tratamientos de radioterapia en la zona del tórax.
- Historia reproductiva:
- No haber tenido hijos.
- Primer embarazo a término después de los 30 años.
- Terapia hormonal durante más de cinco años en la peri o postmenopausia.
- Estilo de vida:
- Dieta alta en carbohidratos y grasas (como alimentos industrializados y frituras).
- Obesidad, especialmente tras la menopausia.
- Sedentarismo, tabaquismo y consumo de alcohol.
Detección temprana: la clave para una mayor supervivencia
Los expertos coinciden en que la detección temprana es esencial para aumentar las probabilidades de éxito en el tratamiento.
En los casos detectados de forma precoz y sin metástasis, las tasas de curación alcanzan entre 70% y 80%. Por ello, es fundamental fomentar campañas de autoexploración y estudios médicos periódicos, especialmente en mujeres con antecedentes familiares.
La combinación de hábitos saludables y avances en la genética, como el uso de biomarcadores, promete mejorar la prevención y el manejo del cáncer de mama en el futuro próximo.